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Miguel Ángel López posa con su medalla de oro, ayer, junto al Templo del Cielo de Pekín.
«A veces me dicen que soy como Indurain»

«A veces me dicen que soy como Indurain»

Miguel Ángel López Marchador, campeón del mundo de 20 km en Pekín: «Estoy disfrutando como un niño de este oro, que es un subidón de moral para los Juegos»

César García Granero

Martes, 1 de septiembre 2015, 12:25

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Son las once de la noche en Pekín. Miguel Ángel ha salido a cenar con Alberto Armas, su representante. Lleva en China más de una semana y ya empieza a habituarse a la comida, pero se fue con resquemor por lo que pudiera encontrar. Es más, llevaba en la maleta jamón, aceite, atún y Cola Cao, por si las moscas. El atleta de la UCAM se ha tirado todo el día paseando por la capital china junto a su medalla, que se ha convertido en su acompañante más fiel, y se ha hecho fotos en el Templo del Cielo, que no le ha entusiasmado, y el Mercado de la Perla. Más que fotos, son postales embellecidas por la llamarada de la medalla, que es de oro, es histórica y por ahora está encima de la mesilla en su habitación de hotel.

- ¿No la ha guardado en una caja fuerte o algo así?

- La verdad es que no, pero no hay peligro de que me la roben, porque casi siempre que salgo la llevo conmigo.

- ¿Qué es lo que más le ha gustado en Pekín?

- Pues, para ser sincero, el Templo del Cielo me ha decepcionado un poquito. Es pequeño. Eso sí, aguardo con verdadera expectación a mañana, que visitaré la Muralla China. No la pude ver la otra vez que estuve aquí, en el Mundial junior de 2006, y me apetece mucho verla ahora.

- ¿Podría decirme en una frase qué es ganar una medalla de oro?

- Un gran subidón de adrenalina.

- ¿En otra más?

- Una sensación única, algo distinto a todo.

- ¿Llegó a temer por ella? Se lo pregunto porque el jueves se levantó resfriado, a dos días de la carrera. ¿Qué le pasó?

- El miércoles por la tarde fui a entrenar con José Antonio Carrillo [su técnico], que había llegado esa mañana, y había mucha humedad. No me abrigué bien y cogí frío. A la mañana siguiente me levanté algo resfriado y, hombre, sí, al principio te pones algo nervioso, pero cuando vi que no iba a más, me tranquilicé y me dije: 'Menos mal'. La verdad es que me hubiera dado mucha rabia después de todo el esfuerzo.

- Tanto se recuperó que José Antonio llegó a quejarse de que el clima no era lo suficientemente duro la mañana de la carrera. Quería más sol, más calor y más de todo.

- Ja, ja. Sí, vio el cielo encapotado y se puso a temblar. Quería más calor porque sabe que yo lo acuso menos que los demás. Eso sí, mientras estaba calentando me acerqué a él y supe cómo tranquilizarlo.

- ¿Qué le dijo?

- Le dije que tranquilo, que el día engañaba. Es verdad que no hacía mucho calor, pero la humedad era tremenda y la carrera sería dura igual.

- Pese a eso, apenas se le vio tomar agua al principio, mientras los demás no paraban de beber.

- Es que no me gusta llenarme de líquido al principio. Es un incordio. Se te escurre por la camiseta y te empapa toda la ropa, que sientes más pesada, y las mismas zapatillas, los calcetines. Yo solo bebía agua cada dos kilómetros, la que me daba José Antonio en su puesto de avituallamiento.

- Carrillo me contó una vez que antes de una carrera con mucho calor, no recuerdo si con Juanma Molina u otro, estuvo estudiando cómo combatirlo y decidió que lo mejor era meter bolsas de hielo en la gorra, en un truco que muchos copiaron a partir de entonces. Es curioso, pero ahora las lleva todo el mundo, sin embargo usted no llevaba gorra el día de la carrera.

- Las teníamos, estaban allí, pero no hizo falta utilizarlas. La verdad es que a mí no me gustan demasiado y solo las empleo si hace mucho calor; si no, puedo pasar sin ellas.

- Fue sorprendente ver su sangre fría en carrera. ¿No temió por la prueba cuando el chino Wang se escapó?

- No. Sabía que quedaba mucho por delante, que quedaba lo decisivo, los kilómetros en los que realmente se deciden las carreras. No es que lo dejase escapar y lo pillase cuando y como quise, no, eso no funciona así. Lo que sí hice fue seguir a mi ritmo y esperar a que se acercara la parte final para acelerar. Además, siempre lo tuve a la vista y en ningún momento cogió una ventaja que me pareciera irrecuperable.

- ¿Qué le dijo su entrenador?

- Me dijo que el chino llevaba ya dos rojas y eso me tranquilizó, porque sabía que no podía arriesgar [en las carreras de marcha, el corredor que recibe tres rojas es expulsado].

- ¿Ha sido el psicólogo quien le ha ayudado a entrenar esa sangre fría?

- No solo eso. Los psicólogos me han ayudado en algunos momentos, sobre todo, a fortalecer la mente, a no venirme abajo cuando el cuerpo está al límite y tienes que sacar gasolina mental, porque no te queda nada dentro.

- En carrera se le vio con mucha calma, tranquilo, mirando aquí y allá, sin apenas un gesto, mientras a su lado al que más y al que menos se le veía con la cara hecha un cristo. ¿Cómo lo hace? ¿Disimula o realmente no está sufriendo?

- Sí que sufro, pero lo disimulo bien. Quizá parezca desde fuera que no estoy haciendo nada, pero sí que lo noto, aunque la sensación sea otra. Algunos me dicen que soy como Indurain, que subía con la misma cara todo el tiempo y parecía que no hacía esfuerzo alguno, pero mientras iba dejando a todos atrás.

- Cuando no está en carrera, se comporta de forma parecida. Sin duda, es usted un hombre tranquilo. La celebración, por ejemplo, fue muy contenida. ¿No se daba cuenta de lo que había logrado?

- Aunque no lo parezca, estoy disfrutando este oro como un niño, mucho mucho. Soy consciente de lo que cuesta llegar hasta aquí, aunque casi no me lo creo. Me parece que aún no lo he asimilado del todo.

- ¿Ganar un oro en un Mundial es más fácil o más difícil que en unos Juegos?

- Solo puedo decir que ganar el oro aquí ha sido muy difícil porque la carrera era en casa de los chinos, que estaban entre mis grandes rivales.

- Antes del Mundial llegó a decir que iba a por el oro. Se lo veía muy confiado. ¿También irá a por el oro en los Juegos?

- Sí, iré a por el oro. Por qué me voy a conformar de antemano. Además, lo del Mundial de Pekín es un subidón de moral.

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