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Borja Vivas, durante un lanzamiento en Praga.
La espera más larga de Vivas
EUROPEOS

La espera más larga de Vivas

El malagueño, Úrsula Ruiz y Jean Marie Okutu se clasifican para la final en el estreno en Praga

FERNANDO MIÑANA

Jueves, 5 de marzo 2015, 20:22

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A las doce en punto del mediodía los turistas se arraciman en busca de la foto más deseada de Praga. Cámaras y móviles apuntando a las figuras que salen del célebre reloj astronómico. Si hubieran traspasado el muro del ayuntamiento hubieran visto, en ese preciso instante, al atleta más fotografiado en Praga, Renaud Lavillenie, el hombre que destronó al mito de la pértiga, a Sergey Bubka ni más ni menos, hace 13 meses. El francés, el nuevo plusmarquista, cuatro saltos de seis metros este invierno, acude a sumar un eslabón más a su asombrosa cadena, pues lleva desde 2009 ganando todos los Campeonatos de Europa, techados y al aire libre, que se han celebrado.

Pero el público del atletismo no espera otro título más y él lo sabe. Así que Lavillenie, algo así como el reloj astronómico del gigantesco O2 Arena -dicen que se van a llenar las 18.000 localidades-, aparte de querer «hacer más grande» su colección de medallas, tranquilizó a la prensa anunciando que a Praga también ha viajado para renovar su récord del mundo (6,16).

Lavillenie, Bondarenko mediante, es la estrella de estos Europeos que, a modo de avanzadilla, arrancaron este jueves con las calificaciones de peso, hombres y mujeres, y longitud masculina. Pero estas primeras estrofas bastaron para ver que España no ha cambiado de tono y que en estos campeonatos a su medida no desafina. Jean Marie Okutu se metió en la final gracias a su tercer salto (7,86) en una prueba muy mermada por las ausencias de algunas estrellas como el añorado Eusebio Cáceres. Okutu, hijo de un inmigrante ghanés que amarró en Marín (Pontevedra), se encuentra una final muy abierta, sin más jefes, aparentemente, que el sueco Tornéus y el griego Tsátoumas. Pero le falta veteranía y de entrada se sintió raro sobre la tarima flotante que para los expertos es un aliado. «La pista es muy flotante y no acababa de llegar bien a la tabla. Si le pillo el rollito en la final puedo estar en los ocho metros», auguró.

Tampoco falló Borja Vivas, la torre de Málaga que quiere repetir bajo techo su medalla en el Europeo al aire libre del pasado verano. El lanzador sufrió una de las calificaciones más extrañas de su vida, con 33 participantes y una espera de casi 40 minutos entre un tiro y otro. Le valió el primero (20,16), pero sufrió hasta el último. «Mañana (por este viernes) será otra historia», respiró aliviado, salvado el escollo, soñando ya en un podio. Los que no superaron el corte fueron sus compañeros Carlos Tobalina y Yioser Toledo.

Vivas sabe que sólo hay un rival imbatible, David Storl, el doble campeón mundial y europeo al aire libre que no se ha colgado aún ningún oro indoor. A partir de ahí, el resto. El alemán es un prodigio. En septiembre se operó del tendón rotuliano y cinco meses después, en su primera competición, lanzó 21 metros. Este jueves volvió a hacerlo en el primer turno.

El 'madrugón' de Beitia

En cuanto Úrsula Ruiz consigue la mínima para un campeonato, le manda un mensaje a Ruth Beitia: «Resérvame un sitio en la habitación». Porque ellas, si coinciden, siempre comparten estancia. La murciana también duerme con la campeona de Europa en Praga, pero, grandísimas amigas como son, allí dentro no hay galones. Una apoya a la otra y al revés. «Fíjate si es buena compañera que se ha venido a comer conmigo a las 12 para estar a mi lado... La pobre tiene que estar ahora muerta de hambre», desveló Ruiz por la tarde después de una placentera calificación que le metió en la final de lanzamiento de peso de este viernes gracias a su primer tiro (17,44), el quinto mejor. «Mi primer lanzamiento siempre es el mejor y en esta calificación había ausencias y no podía desaprovechar la oportunidad».

Úrsula habla con la paz que da el trabajo bien hecho y los 31 años. Ahora se ilusiona tanto con sus opciones -«No quiero hablar antes de la final, pero estoy muy bien», dijo sin decir- como las de la joya que están puliendo en León, la flamante plusmarquista española juvenil, una adolescente llamada Mónica Borraz. «Tiene muy buena pinta. La saqué yo de las escuelas de formación y va pasito a pasito, sin saltarse etapas. Y a mí me llena de orgullo que diga que yo le enseñé a querer esto», explica.

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