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En familia. Phil Mickelson celebró su triunfo en el British Open de 2013 (Muirfield-Escocia) arropado por su esposa Amy y sus tres hijos Amanda, Sofía y Evan (c).
Mujeres de golf: las esposas

Mujeres de golf: las esposas

MARÍA ACACIA LÓPEZ BACHILLER TEAM ROOM

Viernes, 7 de noviembre 2014, 11:38

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Si la vida de un golfista profesional no es todo lo glamurosa y de color de rosa que por fuera parece, la de su mujer no le va a la zaga. Para ambos es, con frecuencia, una vida dura y solitaria.

He conocido todo tipo de compañeras de los golfistas. Muchas iniciaron su noviazgo cuando sus maridos todavía eran caddies y junto a ellos hicieron la travesía del desierto: fracasos, triunfos, frustraciones, alegrías&hellip y al final la recompensa. O no.

Algunas muy preparadas, con brillante currículum y prometedor futuro al que renunciaron para construir un proyecto de vida, postergándose a un segundo plano. En sentido contrario, la novia de un famoso jugador decidió no continuar con su relación para dedicarse a trabajar en lo que se había doctorado. No quería ser señora de&hellip sino ella misma.

Todas se caracterizan por frecuentes momentos de soledad: cuando sus maridos están compitiendo en la otra punta del mundo, hasta cinco semanas seguidas, ellas solas deben asumir y afrontar el día a día de la familia. Si bien al principio les acompañan en sus viajes, la situación se complica debiendo recluirse cuando los hijos inician el colegio. Se comunican a última hora del día (¡bendito Skype!) aunque solamente para comentar alegrías, nunca decepciones ni sinsabores para no descentrarles. Tutorías en el colegio, horas en la sala de espera de urgencias infantiles, papeleo, pago de impuestos, rotura de la caldera, ITV, revisión del coche&hellip todo depende de ellas. Y, no digamos cuando las visitas a médicos y hospitales se deben a la enfermedad que ellas padecen, sin poder compartir el diagnóstico porque su marido ha jugado mal y peligra el corte&hellip

También he conocido algunas, las menos, que incumplen estas mínimas reglas que dicta el sentido común de la convivencia con un deportista de élite, o que se mofan de él recriminándole un mal resultado. No siempre han arruinado la carrera de sus maridos pero tampoco han ayudado. En su descargo, tal vez nadie les informó del tipo de vida al que se enfrentaban. Resulta harto complejo ser mujer de un profesional de golf.

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