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Mujeres de golg: Wie, una adolescencia perdida

Mujeres de golg: Wie, una adolescencia perdida

MARÍA ACACIA LÓPEZ BACHILLER TEAM ROOM

Viernes, 1 de agosto 2014, 11:06

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He declarado la guerra a los padres que creen tener un Sergio, una Annika o un Tiger y, lo primero que vislumbran cuando su hijo/a demuestra aptitudes para jugar al golf, no son el triunfo o logros deportivos sino un talón con muchos ceros. Solo piensan en tener la vida resuelta y se marcan un objetivo: hacer caja. Le sucedió a Michelle Wie, la niña a quien 'hicieron profesional' una semana antes de cumplir los 16 años, previo pago de 10 millones de dólares a sus padres.

Estoy totalmente en contra de los progenitores que, sin el más mínimo escrúpulo, son capaces de exhibir a sus hijos como si fuesen monitos de feria, sin importarles el tremendo daño psicológico que puedan causarles. Cada etapa del desarrollo como persona hay que vivirla a la edad que corresponde, compartirla con los de la misma quinta y hacer cosas propias de esos años. A quienes no han vivido lo que toca en un determinado periodo del crecimiento&hellip la vida les pasa factura.

Desgraciadamente, he conocido varios casos de trastornos emocionales motivados por la presión ejercida por los padres, algunos de fama mundial, léase Michelle Wie o Tiger Woods. La hawaiana, flamante campeona del US Open, por fin ha logrado ascender a la cúspide no sin antes sufrir una fortísima depresión, que a punto estuvo de acabar con ella. ¿Ha valido la pena? No en mi opinión, aunque puedo estar equivocada.

Con tan suculento contrato en las manos y, en complicidad con entrenador y manager, sus padres la exhibieron en torneos profesionales masculinos a la edad que debía estar jugando y compitiendo con sus compañeras. Aquellos años fueron un auténtico circo, sometiéndola a brutal presión mediática. La niña tenía talento, enorme potencial y había ganado todo como 'amateur'; su pegada era excepcional y firmaba buenas vueltas pero, psicológicamente, no estaba preparada para aquella experiencia: se volvió huraña, no hablaba con nadie, no tenía amigas, sufría desmayos, depresión&hellip No nacemos preparados para asumir el éxito. A Michelle le ha llegado con 24 años y no a los 16 como pretendían sus padres, que solo querían sacar tajada.

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