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Messi y Mascherano, ante el Málaga.
Vuelve el desconcierto al Barça en el peor momento
análisis

Vuelve el desconcierto al Barça en el peor momento

La insistencia de Luis Enrique en las rotaciones y la irregularidad que nunca ha desaparecido alejan al equipo azulgrana de la Liga y crean dudas antes de la visita a la Juventus

p. ríos

Domingo, 9 de abril 2017, 16:32

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Caer en La Rosaleda horas después de que el Atlético empatara en el Santiago Bernabéu para ponerle la Liga en bandeja. Hacerlo con otra alineación con jugadores de un Plan B que ya ha quedado claro que no funciona ni funcionará. Con dos goles encajados tras escapadas en solitario desde campo propio, señal de desbarajuste defensivo. Que el 1-0 lo marcara un ex como Sandro, a quien el pasado verano se facilitó la salida del club sin ingresar ni un euro. Y con un crack como Neymar se autoexpulsara poniendo en peligro su participación en el clásico por marcharse del campo aplaudiendo al cuarto árbitro, como quedó registrado en el acta arbitral a la espera de que decida el Comité de Competición. En el 2-0 de Málaga hubo muchas señales deportivas que desnudan definitivamente al Barça, incapaz de darle un golpe a la Liga con todo a su favor cuando parecía atravesar su mejor momento de la temporada. Y no es la primera vez que pasa. Betis, Deportivo. Ya no se sabe si las grandes victorias son arrebatos de calidad de un Barça moribundo o si las derrotas solo son tropiezos de un Barça que mantiene la excelencia.

La irregularidad no solo puede costar el título liguero, también perjudica a la fortaleza anímica del grupo antes jugar el martes en Turín ante la Juventus en la ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones. Ya nadie sabe qué Barça aparecerá por allí. Sin Busquets, sancionado, nadie puede apostar que se verá seguro al equipo que maravilló hace cinco días ante el Sevilla. La sombra de otra actuación en Málaga impropia de un aspirante al triplete está demasiado cerca como para ser optimista.

Luis Enrique, que en sus dos primeras temporadas abusó del once tipo (así logró un triplete y un doblete, pero puede que el cansancio fuese decisivo en el KO europeo del pasado curso ante el Atlético), en su tercera y última campaña en el club está manteniendo las rotaciones en el tramo definitivo. Y reunir en un mismo once a Mathieu, André Gomes y Denis Suárez, jugadores sin confianza, incluso a un Jordi Alba desencantado por sus suplencias en las grandes citas, ahora mismo es una invitación al rival para que se crezca. Pedir a Piqué y Rakitic que forzaran la quinta amarilla ante el Sevilla para llegar al Bernabéu fue un lujo. Dosificar a Iniesta, otra vez en el banquillo, ya no tiene sentido cuando todo está en juego. Incluso cambiar el 3-4-3 que funciona y revitaliza al grupo por el antiguo 4-3-3 en el que Messi se ahoga es ya una temeridad.

La apuesta por André Gomes se está volviendo en contra del cuerpo técnico. El portugués ya desespera a la afición hace tiempo y Luis Enrique, obsesionado con extraerle el rendimiento que cree que proyecta por sus condiciones, sigue insistiendo. Acabará siendo un jugador sospechoso para el próximo entrenador.

El técnico se quejó del criterio con las tarjetas de Gil Manzano, pero eso ya viene en el guión. A un jugador del Barça un rival le puede hacer cinco faltas sin amarilla (hasta ocho se han llegado a contabilizar con el mismo árbitro), pero a la primera o segunda infracción de un azulgrana suele haber amonestación al ser un hecho menos común. El linier le equivocó al señalar un fuera de juego de Peñaranda en una acción que ya era el 2-0, pero fue el propio colegiado extremeño quien no pitó dos claros penaltis a Luis Suárez y Sergi Roberto, éste a un metro suyo.

"Todavía queda mucha Liga", afirma Luis Enrique con razón. Pero en las jornadas que quedan nada invita a pensar que el Barça vaya a ser tan regular como para poder adelantar a un Real Madrid que ahora tiene una bala en la recámara, ese partido pendiente en Vigo que nadie sabe cuándo se jugará. Ni ganando en el Bernabéu dependería el Barça de sí mismo.

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