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Modric celebra su gol en Granada.
Modric frota la lámpara madridista en Granada
23ª jornada

Modric frota la lámpara madridista en Granada

Un tanto del croata en los últimos minutos del partido rescata al Madrid de un empate en una noche gris

Javier Bragado

Domingo, 7 de febrero 2016, 00:26

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Luka Modric es el genio de la lámpara de Zinedine Zidane. Es cierto que Benzema firma una racha goleadora inusitada, que Carvajal y Marcelo apuñalan a las defensas de sus adversarios o que James permite una solución imprevisible para los rivales. Pero en Los Cármenes quien respondió a la llamada de emergencia fue el croata en una noche desagradable para el Real Madrid, con más energía que talento y con Cristiano Ronaldo desaparecido. Un gran tanto a seis minutos del final desniveló el resultado ante el incómodo conjunto nazarí y concedió la primera victoria a domicilio de su entrenador.

Del triunfo merengue en Los Cármenes debe descontar algo de mérito Zidane porque las novedades sorprendieron más al Granada que al Real Madrid, a pesar de que en conjunto local alineó dos fichajes de invierno y recuperó a Peñaranda en la banda izquierda como tercera innovación. Como solía disponer en el Castilla, el técnico marsellés ordenó cambiar el habitual 4-3-3 por un 4-2-2 con James Rodríguez acomodado en la mediapunta aunque se acomodara al costado derecho. La novedad despistó a los locales porque José Ramón Sandoval había encargado a Dimitri Foulquier el marcaje del colombiano y el defensa escoltó a su pareja por gran parte del partido.

La variación abrió un hueco en el lateral izquierdo que se convirtió en pesadilla para los defensas andaluces y fuente de esperanza para los madridistas, ya que no había encontrado ningún resquicio para atacar a un Granada hasta entonces acorazado desde la presión de sus tres puntas. Primero se descolgó Modric -en fuera de juego- al encontrar la ganga y David Lombán se anticipó a que Benzema rematara el centro del croata. Menos de diez minutos después Carvajal se presentó en la plaza de aparcamiento libre y esta vez el delantero francés empujó a gol. Benzema, quien ha anotado en los últimos seis partidos de Primera División y Carvajal, el hombre que más goles reparte en la época Zidane (tres), explotaron la debilidad local.

Al descanso, Sandoval debió modificar sus instrucciones. El sistema de tres atacantes había servido para frenar al Real Madrid en sus líneas de defensa pero ni Peñarranda ni Succes habían probado los reflejos de Keylor Navas y Barral lo había conseguido más por voluntad que por pertinencia. Además, el hueco en la izquierda con un lateral forzado a la banda contraria como Foulquier y destinado a ser la sombra de James abría las carnes a su conjunto. Tampoco modificaron su dibujo pero al no bajar los brazos impidieron a los madridistas una segunda mitad plácida. De hecho, al poco de empezar un despiste de Marcelo propició un saque de esquina que cabeceó Barral y obligó a la intervención de Navas. Alertados por la oportunidad del Granada, el Madrid se afanó en controlar más el balón para evitar problemas y sus futbolistas recuperaron la concentración. Sólo Andrés Fernández impidió una sencilla victoria madridista porque estiró sus 185 centímetros para detener un lanzamiento de Modric y adivinó de manera majestuosa las intenciones de Benzema en un cara a cara.

Sin embargo, ocurrió lo inesperado, el factor que Zidane no podía controlar. Modric se trastabilló en su camino con el árbitro, el balón cayó a los pies de Rubén Rochina y éste corrió hasta el área para servir a El-Arabi el gol de empate en la primera pelota que tocó el delantero tras salir al campo. Todo el trabajo de los Zidane se venía abajo por una acción que nunca debió ocurrir -el árbitro se disculpó posteriormente- pero que es parte del fútbol. El tanto provocó la reacción madridista, que se aceleró. El Granada se acomodó al ritmo de locura por su euforia. También Zidane disparó a los suyos al sustituir al pausado James Rodríguez por el vertiginoso Jesé. Caos por todas partes entre dos equipos diseñados para el contragolpe pero con arietes con la puntería desviada.

Para suerte de los merengues Modric no se contagió. El croata había dominado un partido que se había visto emborronado por su único tropiezo, pero su personalidad impidió que se escondiera en un hoyo. Ahogado el Madrid por sus necesidades, por su carencias y por la presión de despedirse de la Liga, el pequeño mediocentro frotó la lámpara y ejerció de faro. Desde el borde del área lanzó uno de esos disparos a seis minutos del final para recordar en recopilaciones de los mejores goles y rescató a sus compañeros de un duelo incómodo. Después controló la posesión y manejó los tiempos con la frialdad que necesitaban sus compañeros. Se redimió el croata, pero sobre todo salvó a Zidane de una noche que empezó con aciertos pero en que no supo sacar a sus jugadores de un lío con el penúltimo clasificado de la Primera División.

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