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Bale y Koke pugnan por el balón.
Del sopor a la excitación
deportes | FÚTBOL

Del sopor a la excitación

Dos goles en los últimos diez minutos añaden pimienta a un derbi encorsetado en el que el Atlético controló el juego

Luismi Cámara

Martes, 19 de agosto 2014, 00:24

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El Real Madrid y el Atlético son ya dos equipos reconocibles. No ha hecho falta más que el primer partido de la temporada en España para ver las virtudes y defectos de los dos equipos capitalinos y para comprobar que los eternos rivales mantienen un respeto mutuo que hace muy difícil que un derbi se desmadre y rasgue el corsé táctico en el que el conjunto rojiblanco se muestra dominante y controla el tempo del partido. En este escenario, los blancos se sumen en la desidia y el aburrimiento de pases improductivos y parece que sólo cuentan con el argumento de las oportunidades que generan sus pura sangre cuando cuentan con espacios abiertos y pueden desbocarse. Son enemigos íntimos y ninguno va a descuidarse y dar la oportunidad al otro de herirle de gravedad. Menos aún en una final y cuando todavía está desperezándose la nueva temporada.

Los colchoneros siguen fieles a su plan, moviéndose como un futbolín en defensa, con líneas geométricamente perfectas. Si uno se desplaza hacia una banda, tira de la cuerda imaginaria que le une a sus compañeros y todos achican espacios para dejar sin opciones al adversario.

Además, los pupilos de Simeone también mantienen la intensidad desde el primer instante. Van fuerte al balón, al límite de la falta, arriesgando en el robo, al filo de lo reglamentario. Pese a que Estrada Fernández no quiso complicarse lo más mínimo en el primer derbi de la campaña y en apenas diez minutos ya había mostrado la tarjeta a Koke y Siqueira, el Atlético mantuvo su vigor y su energía. Sólidos, comprometidos, responsables. El cuerpo técnico y la plantilla no entienden el fútbol de otra forma y nadie les va a hacer claudicar de sus principios.

Se sienten muy cómodos con ellos y son las armas que les hicieron campeones de la Liga y subcampeones de Europa. Por eso, el sentido común dice que lo debido es darle continuidad. Incluso las nuevas incorporaciones han interiorizado rápidamente la doctrina del Cholo y la aplican con la contundencia y la fe de los veteranos.

Así fue en el duelo de anoche. Parecía que los dos contendientes tenían claro que el del Santiago Bernabéu no era más que un primer acto y que no sería definitivo. Por eso no hubo grandes excesos.

El técnico argentino señaló a Kroos como el nuevo líder del Madrid y el hombre que mejora a los blancos con respecto al equipo de la campaña pasada. Avisó y ejecutó. El Atlético cerró las líneas sobre el alemán y el ex del Bayern no encontró los huecos que sí le concedió el Sevilla en la Supercopa de Europa. Por eso, el juego de los de Ancelotti era lento en el pase y poco agresivo, poco vertical.

Así, el Atlético dominó pero no generó ocasiones claras de gol y, cuando las tuvo, golpeó pero sin contundencia ni convicción. Ni Saúl, Mandzukic, ni nadie. El Madrid tampoco se desató, relativamente tranquilo pero poco apasionado. Un cabezazo desviado de Cristiano por aquí, un buen disparo de Bale por allá. Los minutos transcurrían con el empate a cero como resultado probable, a la espera de la vuelta en el Calderón.

Por eso, uno de los hechos más reseñables del choque hasta entonces fue el cambio de James Rodríguez por Cristiano Ronaldo en el descanso por unas molestias en la pierna izquierda del portugués. Curiosamente, sin su estrella sobre el terreno de juego el Madrid mejoró levemente, con más actividad, pases más sencillos y algo más de llegada. Punto y casi final. Si acaso algunas fricciones entre Ramos y Mandzukic. El croata parece haber tomado el relevo de Diego Costa en el particular choque de trenes que mantenían el ahora ariete del Chelsea y el Faraón de Camas.

Los merengues despertaron a sus seguidores con un fogonazo en el último tercio del choque. Bale disparó con potencia una falta, Moyá despejo hacia el corazón del área y Kroos (otra vez destacado con su nuevo equipo) no acertó a remachar el balón que le llegó demasiado alto como para golpearlo con precisión.

Cuando todo parecía finiquitado, el partido se rompió en los últimos diez minutos. En el 81, James resolvió un pequeño barullo en el área colchonera tras una buena combinación que acabó con un balón suelto que el colombiano llevó a la red.

Pero el Atlético fue, de nuevo, fiel a uno de sus principios: nunca desfallece ni da nada por perdido. Así, en un corner en el que los defensores blancos perdieron la marca, el oportunista Raúl García logró el empate.

Aún hubo tiempo para la jugada polémica, con un tiro de Bale que golpeó claramente en la mano de Mario Suárez y que Estrada Fernández no vio o no consideró penalti.

Y el guión que se dirigía hacia un combate nulo, cambió de repente con dos giros inesperados para que todo quedara casi igual. El Calderón decidirá la Supercopa de España pero el Atlético parte con una ligera ventaja por tener la posibilidad de resolver en casa y el valor de los goles fuera de casa.

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