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Cristiano se retira, ayer.
La decadencia de Cristiano

La decadencia de Cristiano

Aquí seguimos dando fanfarria al Ronaldo que en realidad ya no existe o existe demasiado poco

José Antonio Martínez abarca

Domingo, 25 de enero 2015, 09:57

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Todavía caliente y merecido el último Balón de Oro en las manos de Cristiano Ronaldo, el periodismo deportivo británico, que atiende a lo que ve antes que a la línea marcada por el consejo de redacción, definió perfectamente y con toda la amabilidad y cariño del mundo (¡y desde la querida Manchester!) dónde se encuentra con exactitud el jugador portugués: «Nos deberemos conformar con que marque goles desde el área o con algún tiro lejano, porque el Cristiano Ronaldo desequilibrante de las aceleraciones y las fintas quizás ya no volverá». ¿Han podido ustedes leer o escuchar eso en alguna línea oficial de los medios españoles mayoritarios, que teóricamente son los que más le ven jugar? No, padre. Aquí seguimos dando fanfarria al Ronaldo que en realidad ya no existe o existe demasiado poco, como seguimos ganando el Mundial de Sudáfrica cada lunes y cada martes. Por eso los británicos son los mejores para escribir biografías históricas: porque contemplan el final de la historia antes de que se produzca (en realidad, la decadencia demasiado prematura por lo que presuponían sus condiciones atléticas ya se está produciendo, aquí y ahora). Porque los analistas de las islas, que no tienen empacho en contar de vez en cuando lo que pasa, notan que ya está en la cuesta abajo alguien que en escalafón está en su punto más alto, recibiendo todos los parabienes.

¿Se puede haber dejado de ser el mejor jugador del mundo (para aquellos que hayan pensado eso alguna vez de Cristiano) cuando nunca tanta gente junta ha asegurado que eres, hoy, el mejor jugador del mundo? Se puede. Cristiano lleva unos meses con un rendimiento solo goleador, y tampoco. Si uno se aplica a ver los partidos y no solo las estadísticas, convendrá, como la elegante pero marmórea (en su sentido más cementerial) búsqueda del objetivismo del periodismo británico, que con bastante probabilidad la velocidad explosiva y la exuberancia sobre el césped de Cristiano no regresará a partir de los 30. Johann Cruyff se retiró cerca de los 40 habiendo ganado 3 Balones de Oro como Cristiano y cuando hacía una década que vivía más del nombre que de su velocidad. Las habilidades de Cristiano están siendo sustituidas ya por esos gestos al tendido de los toreros que esperan la comprensión del público por su impotencia durante la tarde, durante demasiadas tardes últimamente, indicando con los brazos en alto: «Miren, no hay toro». El no hay toro de Cristiano Ronaldo dirigido a las gradas lo vamos a ver mucho en los próximos años, según indica la biología. Cristiano me recuerda al cantante Raphael, quien se dedicó a romper espejos a patadas durante sus conciertos porque donde ya no le llegaba la voz ni la energía física le llegaba el truco del tremendismo escénico.

Este fin de semana el tremendismo del futbolista del Real Madrid incluyó una patada sin pelota a uno del Córdoba (del Córdoba, no de ningún equipo top), que le valió la expulsión. El recurso, aplaudido tantas veces por tantos, de romper el espejo cuando éste no le quiere o, peor, le devuelve una versión de sí mismo que ya no es precisamente la del Balón de Oro. Desde que se fue de veraneo con los famosos problemas de rodilla que iban y volvían según fuese el partido, la carrera más rápida de Cristiano ha sido el tramo que separaba su butaca de las manos que le entregaban su tercer Balón de Oro. Sobre el campo es algo que hace demasiado que no vemos y que casi se pierde ya en la corta memoria de esta era de la imagen inmediata.

Cristiano ha empezado a bajar cuando aún estaba subiendo, meses antes de cerrarse las votaciones para el Balón de Oro 2014. Contó con un calendario de partidos poco complicado para alcanzar a ganar sobre la bocina a unos contrincantes que de todas formas ya partieron sin posibilidades, aunque Cristiano hubiese dejado de jugar desde el verano: un Messi al que ya habían castigado propinándole el título inventado de mejor jugador del Mundial, algo que le ha penalizado y no al revés, como ya sabía el propio Messi por la cara que puso cuando se anunció el galardón por megafonía, y un guardameta alemán que, como todos los porteros, ganará un Balón de Oro cuando las ranas críen plumas. Pero da la impresión de que Ronaldo está recibiendo más premios que nunca como el que recibe una estatua en un parque: cuando está de vuelta y no aún de ida, cuando la gente, que todavía no lo sabe, ya le está viendo perfil de moneda, la de un señor ilustre perteneciente al pasado.

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