«Me he sentido como un niño que bate a todos sus rivales»

Hora y media después de sellar su tercer triunfo en el Tour de Francia, Chris Froome se sentó ante los micrófonos en el palacio de los deportes de Morzine. Voz serena, de quien acaba de salir de una cámara de descompresión. Sin más enemigo que las caídas, disfruta ya de su dominio en el pelotón. Absoluto. Partió su victoria en rodajas, una para cada uno de sus gregarios. El suyo es el éxito del Sky. Y Froome no se detendrá: quiere una medalla en los Juegos y también la Vuelta, la carrera donde comenzó su historia en 2011.

- ¿Qué siente ante su tercera victoria?

- Es espectacular. Le estoy muy agradecido al equipo por tres semanas de dar el máximo. Nos hemos dejado la piel. Soy un privilegiado por liderar al Sky.

- El Sky ha demostrado su poder en este Tour.

- Sí, desde luego somos el mejor equipo en el Tour. En el Giro los planes no funcionaron, por eso cogimos a Landa y Nieve. Eran básicos para controlar la carrera en la montaña. No ganamos la clasificación por escuadras, pero es que solo hemos pensado en una cosa, en el maillot amarillo.

-¿Cómo le contará dentro de diez años a su hijo este triunfo?

- Ha sido alucinante. Hubo momentos increíbles, el descenso en Luchón, los abanicos con Sagan, la carrera a pie en el Ventoux... Ufff.

- ¿Temió perderlo todo por la caída del viernes?

- Esa etapa resultó muy difícil. Tuve mucho dolor y debí cambiar de bici. No era lo mejor, pero estuvo genial tener otra bici y a Geraint Thomas a mi lado. Emocionalmente estaba exhausto, pero dormí bien y las piernas me han funcionado. Sin el apoyo de mis compañeros y otra bici el panorama habría cambiado.

- Apenas le han atacado.

- Disponía de cuatro minutos de ventaja. Si mis rivales arriesgaban, yo seguía con cuatro minutos de ventaja. Nadie quiso poner en peligro lo que ya tenía.

- ¿Su objetivo es ganar las tres grandes vueltas?

- De momento, me centro en el Tour. Me encantaría regresar para dar todo lo que tengo y tratar de ganar durante cinco o seis años más. Es la tercera victoria en el mayor evento del calendario, el sueño de cualquier ciclista. Tal vez haga la Vuelta este año. Es difícil ir a por el Giro cuando te centras en el Tour.

- ¿Es su victoria más fácil en el Tour?

- Nunca es fácil. Estoy acostumbrado a defender el maillot amarillo. La pelea por el podio estuvo muy apretada. Un minuto o dos del segundo al sexto puesto.

La mentalidad

- La imagen del este Tour es verle corriendo a pie por el Ventoux. Los jueces no le sancionaron.

- Los jueces tomaron esa resolución por razones obvias: la carrera se paró debido a elementos externos, a una moto que nos cerró el paso. Se aplicó el mismo tiempo a todos los corredores que se vieron implicados.

- Quintana no ha estado a su nivel.

- Rindió más en 2013 y sobre todo en 2015. Me apretó más, tal vez no se encontraba en la mejor forma. Volverá con más sed de batirme.

- Con tres triunfos ya es historia del Tour.

- Aprendí a amar la historia de este deporte. Sé lo difícil que es lograr esto. Seguiré así. No empezaré a hacer clásicas. No variaré mi mentalidad. Los tiempos han cambiado, el ciclismo es ahora más competitivo y especializado, es más difícil estar a tope toda la temporada. Es un honor estar entre las leyendas de esta carrera.

- ¿Con qué etapa se queda?

- Con el descenso del Peyresourde hacia Luchón, eso es el ciclismo. Me sentí como un niño que va rápido y puede con todos los rivales. Eso es la competencia. Las ganas de combatir y de ir más rápido que los demás.

- Bardet ha terminado segundo. Es joven y agresivo.

- Es la gran esperanza de Francia. Será mejor en el futuro.

- ¿Qué espera de Río?

- Participaré en la contrarreloj y en la prueba de fondo. Fui bronce en Londres. Ojalá logre otra medalla.