Borrar
Zakarin tira de Kruijswijk y Valverde en la etapa de ayer. :: afp
Tártaro, musulmán y ambicioso

Tártaro, musulmán y ambicioso

Ilnur Zakarin, quinto en la general, se mostró ayer a la altura de Kruijswijk y Valverde

J. GÓMEZ PEÑA

Miércoles, 25 de mayo 2016, 01:19

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

A Ilnur Zakarin le llaman el 'nuevo Froome'. Es más por su silueta que por su palmarés. Como el africano del Sky, el tártaro del Katusha parece vivir de canto: 1,87 metros de altura para 65 kilos de peso pluma. A Fausto Coppi le une otra casualidad: la fecha de nacimiento. Los dos son del 15 de septiembre. Coppi nació en 1919 y Zakarin, en 1989. No es un producto de la vieja y castrense escuela ciclista soviética. Él viene de la Perestroika, de la nueva Rusia. Es musulmán, como buena parte de la población de Tartaristán. «En los momentos difíciles hablo con Alá», declaró en 'La Gazzetta dello Sport'. La capital de esa región rusa es Kazán. Allí, en su universidad, estudió el escritor León Tolstoi. «No se puede ser bueno a medias», escribió. En su brazo derecho, Zakarin lleva un tatuaje que le define: 'Ahora o nunca'. Quiere acabar entre los mejores de este Giro. Ya es quinto.

En la contrarreloj de Chianti se cayó dos veces y tuvo una avería cuando marcaba el mejor tiempo entre los favoritos al podio de Turín. «Está rabioso. Quiere revancha», dijeron en el Katusha, su equipo. El símbolo de Tartaristán es un leopardo de las nieves. Felino Zakarin. Ciclista peculiar: solo habla ruso, vive en Limasol (Chipre) porque allí encuentra «buen tiempo y paz» y ha encontrado el camino al éxito en la mesa. Su esposa, Viktoria, es una antigua ciclista que ahora se dedica a la nutrición. Ella le ha ayudado a estrujar su cuerpo. «Peso diez kilos menos». Ya se puede meter en el traje de Froome. Clon tártaro.

«La fe es la fuerza de la vida. Si el hombre vive es porque cree en algo», dejó dicho Tosltoi. Zakarin se tiene fe. Antes era solo contrarrelojista: ganó el oro del campeonato de Europa juvenil de 2007 por delante del polaco Kwiatkowski. De esa época de aprendiz es su mancha: dio positivo por tomar un anabolizante. Le costó dos años de sanción. La Federación rusa, la que le castigó, no le expulsó de su cantera pese a ese tropiezo. «Era joven y estúpido», justifica Zakarin. Al regresar, era más que un contrarrelojista. Había adelgazado. Un nuevo escalador. Pasó por todas las etapas del Russian Global Cycling Proyect, el plan de formación diseñado por Igor Makarov, dueño del Katusha.

Leopardo de las nieves

No perdió el tiempo: acabó noveno la Vuelta al País Vasco 2015 y ganó el Tour de Romandía por delante de Nibali, Quintana, Urán y Froome. Ya en su debut en el Giro, también el año pasado, se llevó la etapa de Ímola. «Soy ambicioso», se define. No le gustan las cosas a medias. «Ahora o nunca», lee cada vez que mira su brazo derecho. «Soy un corredor de grandes vueltas». Con el tiempo, aspira a ser el cuarto ruso que pone su nombre en el Giro, tras Berzin (1994), Tonkov (1996) y Menchov (2009). «Este año voy a luchar por estar entre los cinco primeros», anunció en la primera etapa. Entre ellos está.

«Mi fuerza es mi familia». Viktoria, la mujer que le ha ayudado a perder diez kilos de lastre y que en junio le traerá su primer bebé, Cristina. Ilnur quiere terminar mayo en la primera línea de la parrilla del Giro. «Está rabioso», tras las caídas en la contrarreloj de Chianti, advierten en el Katusha. Un leopardo de las nieves anda suelto ahora que el Giro sube a los hielos de los Alpes.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios