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PATRICIO PEÑALVER
Lunes, 27 de febrero 2017, 13:23
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En la tercera jornada de la Cumbre Flamenca se presentaba, el pasado jueves, el nuevo proyecto 'Dos corazones a un tiempo', de Soleá Morente y Kiki Morente. Entrar a este espectáculo ya presupone adentrarse en una casa de cristal en la que, de pronto, el espectador puede otear en cualquier momento el reflejo de la figura de don Enrique Morente. Obviamente, de esa esencia han mamado y siguen bebiendo. La comparación, más en el caso de Kiki, muchas veces es inevitable. Lo cierto es que el joven cantaor sigue su progresión en busca de su estilo propio y tiene conciencia de que el apellido unas veces le da mucha responsabilidad y otras le da alas.
Con el toque por granaínas del guitarrista David Carmona se iniciaba el programa, y por esos aires abandolaos del Albaicín comenzaba a cantar Kiki Morente, jugando con la voz y cambiando el registro con el texto de García Lorca: «Yo vuelvo por mis alas /dejadme volver/quiero morirme siendo amanecer/ quiero morirme siendo ayer/dejadme volver/dejarme tornar/ dejadme volver».
Después de templarse, cantaba una serie de soleares, intensas, marca de la casa, con esa inflexión de la voz que se eleva y parece alargar el compás, y de pronto se recorta en el remate del tercio: «El cante no es alegría, / el cante es decir las penas/ que se llevan escondías».
Después de esos buenos cantes por soleá, con momentos sutiles, recordaba aquellas tarantas que cantaba Pepe Pinto, a las que Kiki imprimía su sello personal, gustándose en ese carrusel de la voz que sube y baja, con medios tonos, de los agudos a los graves. Después de manifestar que era un gran placer estar ahí, terminó por tientos y tangos una interesante actuación; con muchos matices, sucinta pero intensa, recordando que su hermana también estaba allí y le iba a llamar la atención.
En ese tiempo, salió el otro corazón que anunciaba el espectáculo. Una Soleá Morente con todo el grupo: la guitarra de Carmona, los teclados de J. J. Machuca y la percusión de Pedro Gabarre. La Morente comenzó cantando las granaínas que su padre cantaba: «Serrana que yo no te quiero/eso nunca lo diré/ porque si me dan fatigas/ no sé si te buscaré/serrana, que yo no te quiero». Para continuar con temas de su último disco, 'Tendrá que haber un camino', que sonaban mucho más flamencos adaptados al formato de los músicos que la acompañaban.
Espléndida estuvo por sevillanas en la composición 'Están bailando', acompañándose con las castañuelas. Por tientos se acordaba de aquel tema de 'La leyenda del tiempo', con temas de Lorca: «Nadie puede abrir semillas / en el corazón del sueño. / El sueño va sobre el tiempo».
Con esa voz tan rica en matices que tiene Soleá, continuaba con otro poeta, José Agustín Goytisolo, y cantaba y susurraba 'Palabras para Julia'. Y terminaba por tangos y hasta se echaba un baile. Al grupo se incorporaba Kiki Morente, tocando la guitarra y cantando junto a Soléa: «En este corazón hay una alondra que canta para ti esta mañana». Y terminaban con el tema titulado 'La noche sanjuanera' ante un público que quería más.
Así es que volvieron y formaron un semicírculo para cantar por bulerías 'La Lola quiere saetas', mientras se echaba su baile el percusionista Gabarre. Un concierto muy bello el de Soléa, que al margen de lo pop y lo indie, aquí estuvo muy flamenca. Y un espléndido Kiki Morente en progreso. Con esos corazones y con esa afición y la fuente de la que manan, estamos ante un gran tiempo de Morentes.
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