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«Me llamaban 'pila recargable'»

«Me llamaban 'pila recargable'»

inagotable, risueña y diva en escena, prepara ilusionada el concierto de este lunes en el Teatro Romea y asegura: «Me preocupa esta situación que vivimos porque, cuando el ser humano se siente al límite, a veces pierde el norte»

ANTONIO ARCO

Domingo, 23 de noviembre 2014, 09:30

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Un torbellino, un bosque frondoso de ideas y proyectos, un mar de música, una mujer menuda que, en el escenario, impone por el poder y el magisterio de su voz y por sus grandes dotes de actriz. El brillo de sus ojos le ayuda a atravesar el mundo sin apenas temor, la mayor parte del tiempo subida a unos zapatos de tacón que no paran quietos. Soprano, compositora, directora de orquesta y empresaria, estamos ante un volcán que en 2011 hizo historia en el mundo de la música culta al estrenar, en el Teatro Real y con la bendición de Gerard Mortier, su ópera 'La página en blanco', en la que ella misma interpretó el personaje de Aisha Djaron. Pilar Jurado (Madrid, 1968), cuando canta, se transforma en una fiera. Este lunes, en el Teatro Romea, ofrecerá un concierto especial, a beneficio de Cáritas y dirigido por José Miguel Rodilla, con el que la empresa Aguas de Murcia festejará su 25 aniversario. Acaba de aparecer su último trabajo discográfico, 'El diablo en el poder', en el que realiza un recorrido por el repertorio lírico español. Conversa con 'La Verdad' tras varios días seguidos agotadores, pero durante una hora no aparece en ella el más mínimo signo de cansancio, ni por un momento deja de sonreír.

-¿Qué tal descansó anoche?

-Llevo unos días de tanto trabajo que, cuando llega la noche y me meto en la cama, estoy tan cansada que tengo la impresión de que me desconectan. Al día siguiente, la tengo de que me han vuelto a conectar y se han repuesto todas mis energías. De hecho, mientras me preparo un café me dedico a hacer varias cosas a la vez.

-¿Duerme bien habitualmente?

-¡Estupendamente! Y creo que soy la persona que tiene el mejor despertar de este mundo. Aunque me haya acostado agotada y apenas haya dormido, aunque esté hasta arriba de trabajo y me espere un día durísimo, yo siempre me despierto muy contenta; es una suerte absoluta.

-Ya sabe que es muy comentada su energía desbordante...

-...¡lo sé!, durante una gira con Jordi Savall [ha renunciado al Premio Nacional de Música], los músicos del grupo me llamaban 'pila recargable' porque decían que lo mío no era normal, que no me agotaba jamás [risas].

-¿Ha llegado donde se propuso?

-Si es que nunca me propuse llegar a un sitio u otro. Siempre he estado haciendo tantas cosas que de lo único que me he ido ocupando cada día es del aquí y del ahora, de mis objetivos más inmediatos. Nunca me puse a imaginar cómo tendría que ser mi vida. Lo que he hecho ha sido fluir con ella, decirle que sí a las cosas que me ha ido ofreciendo. Y he sido lo suficientemente valiente como para salirme de la zona de confort cuando ha sido necesario.

-¿Qué no ha dejado de ser?

-Sensata, soy muy capricornio y no suelo dejar aparcada la sensatez, que no está reñida con ser extrovertida y asumir riesgos. Yo, los riesgos que asumo suelen estar controlados, solo me embarco en aventuras que me vea capaz de afrontar. No estoy loca.

-¿Es una mujer libre?

-Totalmente. Solo yo llevo las riendas de mi vida.

-¿Qué valora mucho?

-La naturalidad. Me gusta la gente que vive con placer, que está en armonía con la vida; la naturalidad surge de ahí, de esa armonía.

-¿No le da miedo fracasar?

-No.

-¿Y decepcionar?

-Tampoco, sé que en todo lo que hago pongo lo mejor de mí misma. No contemplo el fracaso. Estoy haciendo cosas muy hermosas a las que les pongo todo mi amor; ni hago las cosas porque sí, ni improviso. Soy muy cuidadosa con todo y pongo en lo que hago mucho cariño, dos ingredientes básicos para conseguir que los sueños en los que pones tus energías al final se conviertan en realidades.

-¿Y nunca se conforma con lo ya conseguido?

-No. La vida es un río que fluye continuamente. No me voy a quedar ahí durmiéndome en los laureles; además, la emoción que te proporciona la creación es un regalo.

-Cuando por fin se quita sus inseparables tacones y se queda usted sola, en silencio, ¿cómo es?

-Pues... tremendamente afectuosa, sí; muy cariñosa, muy natural y muy cercana, la verdad. En la intimidad me gusta ser muy cómplice.

-¿Qué hace para mantener los miedos a raya?

-Soy una persona poco miedosa, al miedo intento enfrentarme cara a cara. Siendo muy niña, cuando estaba en la cama y veía algo raro en la oscuridad, en vez de esconderme debajo de las sábanas lo que hacía era levantarme y encender la luz; y cuando veía que, por ejemplo, se trataba del perchero, me volvía tan tranquila a la cama. Procuro no ignorar las cosas que me dan miedo. Lo mejor es intentar ver de qué se trata. Conocer la esencia de las cosas me permite sentirme segura. Me gusta saber qué tengo enfrente y en qué terreno me muevo.

-¿Tampoco teme a la soledad?

-La soledad es terrible, pero, en general, los creadores tenemos que convivir mucho con ella para poder hacer nuestro trabajo. Además, en el fondo, todos estamos solos aunque estemos acompañados. Todo eso lo conozco bien y lo sé. El caso es que me doy cuenta de que, en el fondo, no estoy tan sola porque comparto muchas cosas con mucha gente.

-¿Qué defiende por encima de todo?

-Por encima de todo está el ser humano, del que creo que hay que potenciar al máximo su talento. Y hablo tanto de mujeres como de hombres. Es cierto que ha habido muy poco espacio para las mujeres en muchos ámbitos de responsabilidad, y que ha sido muy necesario luchar para conseguir visualizarlas, pero yo confío en que llegue un momento en el que cualquier cargo importante lo ocupe la persona que esté mejor preparada para ello, sin que tenga importancia el hecho de que se trate de una mujer o de un hombre.

-¿A qué dice que no?

-A la agresividad. Soy una persona muy fuerte y con muchísimo carácter, pero tengo muy claro que el camino del amor es, para todo, mucho mejor que el del odio, la venganza, el rencor. Todos esos sentimientos negativos, a quienes más daño hacen es a quienes los poseen.

-¿Qué procura practicar?

-La indulgencia con los otros. Creo en eso de que lo que tú des, el universo te lo devuelve. A veces, de las cosas que más aprendo son de aquellas con las que lo he pasado mal. Acabo dando las gracias a personas que me mostraron otras caras de la vida y me enseñaron a crecer para poder moverme entre ellas.

-¿Qué es verdad?

-Que mañana será otro día.

-¿Qué momento vivimos?

-Un momento muy complicado: crisis económica y crisis de valores. Me preocupa porque observo un movimiento de negatividad bastante generalizado que está llevando a la gente a la desesperanza, acabando con las ilusiones de muchos y complicándoles enormemente la vida. Lo decía Terencio: 'Hombre soy; nada humano me es ajeno'. Así es que me inquieta esta situación que vivimos porque cuando el ser humano se siente al límite, a veces pierde el norte. Estamos en un momento en el que hay muchas tensiones, a muchos niveles, y eso hay que neutralizarlo con mucha cultura, que tanta falta nos hace. Todo ha alcanzado un nivel de superficialidad tal que nos hemos olvidado un poco de alimentar nuestro espíritu, y cuando no alimenta su alma está claro que el ser humano se empobrece muchísimo. La cultura es fundamental para dar esperanza al ser humano. La música, por ejemplo, es capaz de cambiar tu estado de ánimo, de ayudarte a combatir una depresión y a tener esperanza. Mucha gente no tiene hoy suficiente capacidad para opinar sobre determinadas cosas importantes porque, sencillamente, su desconocimiento de las mismas es enorme. Y eso me alarma porque la falta de cultura nos hace manipulables.

-¿Qué espera que hagamos?

-Espero que entendamos lo necesario que es comprometernos con causas justas y consolidarnos como protectores del otro. Nos olvidamos del otro, y resulta que el otro somos nosotros para los demás.

-¿Qué opina de Podemos?

-Está claro que Podemos es el resultado de un movimiento ciudadano que ha tenido lugar por primera vez desde hace mucho tiempo; hemos reaccionado. Vivíamos en un estado del Bienestar muy grande en el que la gente se olvidó de participar en la política, porque tenía cubiertas sus necesidades básicas y dejaba a los políticos que decidieran qué hacer con la casa de todos. Pero cuando las cosas empiezan a no ir tan bien y nos damos cuenta de que la política afecta tanto a nuestras vidas como para poder realmente cambiar sus rumbos, es cuando caemos en que no teníamos que haber sido tan benévolos, ni haber dejado tanto poder a quienes de una forma u otra han gobernado. Ahora, por fin, los ciudadanos se han dado cuenta de que la política es una cosa de todos, y no solo de los que ganan las elecciones. La ciudadanía ha dicho: 'Estamos hartos de esta situación y queremos poder opinar sobre lo que se tiene que hacer con nuestra casa'.

Ni la menor idea

-¿Quién es usted?

-Una mujer muy optimista y que disfruta mucho con todo lo que hace.

-¿Qué recuerda?

-Algo que me decía mi madre desde muy pequeñita: 'Sarna con gusto no pica, aunque mortifica'. Yo me he pasado la vida haciendo veinte mil cosas a la vez y conservo la misma ilusión por el trabajo y por el estudio que siempre.

-¿Y su secreto para que así sea?

-No tengo ni la menor idea.

-¿Qué ha logrado?

-Lo principal: que todas las cosas que rodean mi vida sean cosas que me emocionan, que me entusiasman. Y eso hace que esté siempre, ¿cómo decirlo?, muy preparada para el combate. Soy resistente.

-¿Qué le gusta?

-Que las cosas estén bien hechas, empezando por las que hago yo misma. No aguanto la desidia.

-Y muy claro, ¿qué tiene?

-Sé muy bien que yo no sería nadie sin la gente que tengo a mi alrededor. Si cada uno dejamos de hacer bien nuestro trabajo, al final el mundo en que vivimos terminará por caerse del todo. Ninguno somos imprescindibles, pero todos somos muy importantes.

-¿Qué procura?

-Mantenerme en un buen nivel de cordura, porque veo a mucha gente que la está perdiendo.

-¿Qué sería una lástima?

-Que ni siquiera esta crisis sirviese para tomar conciencia sobre las cosas que verdaderamente son importantes y dejar de prestar tanta atención a las superficiales.

-¿A qué gente necesitamos?

-Necesitamos a la que tiene ganas de hacer cosas; ya hay demasiada que simplemente se deja llevar una y otra vez. Cada uno de nosotros tenemos que ser como una especie de locomotora.

-¿Qué aprendió?

-Que si dejamos de respetar a quien tenemos enfrente, si dejan de importarnos los demás, entonces está claro que ahí ya perdemos todos los papeles. Perder la humanidad es lo más terrible que puede pasarnos. Yo soy una persona bastante generosa, y a veces miro por mí menos de lo que debería, pero ¿sabe qué? Que así me va bien en la vida.

-¿Y qué no merece la pena?

-Enredarnos con las pequeñas mezquindades. Nos pasamos la vida amargados por ellas, por las nuestras y por las de los demás. Vivo en un mundo, el de la música, muy difícil. He decidido no ver las mezquindades que hay en él, no verlas, no perder el tiempo. Y me centro en las pequeñas cosas cotidianas que nos hacen más felices. No quiero para nada amargarme la vida, ni tengo la más mínima intención de fastidiar a nadie, ni de complicarle la vida a nadie, ni de molestar.

-¿Continúa, como le gusta decir, bebiéndosela a chorros?

-Sí, sí. Soy una persona tremendamente intensa, incluso agotadora para mí misma. No sé pasar por la vida como si nada, no, no, no. Ya tendré tiempo de estar muerta.

-¿Qué no es?

-Exhibicionista, no me gustan nada los exhibicionismos gratuitos. Creo que tienes que saber estar siempre en tu sitio, no hacer cosas que estén fuera de lugar, tontamente caprichosas. Y eso incluye no sumarte a la ley del mínimo esfuerzo.

-¿Ha renunciado a la maternidad?

-[Largo silencio.] Me habría encantado tener hijos, la verdad es que sí, porque soy tremendamente maternal. Pero, a veces, la vida...; ya no lo creo posible.

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