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El escritor Eduardo Mendoza.
Eduardo Mendoza: «Tenemos los delincuentes que merecemos»

Eduardo Mendoza: «Tenemos los delincuentes que merecemos»

El escritor publica la quinta novela de su astroso detective accidental, un descacharrante viaje de la pela al euro

Miguel Lorenci

Sábado, 31 de octubre 2015, 07:14

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Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) regresa a los locos años de la Barcelona preolímpica en la que aterrizó Gurb con 'El secreto de la modelo extraviada' (Seix Barral). Sus felices lectores volverán a carcajearse con este relato canalla y descacharrante, a caballo entre el pasado y el presente. Un jocoso viaje de la pela al euro con la corrupción al fondo. Pero seguirán sin conocer el nombre del atrabiliario, desquiciado y desquiciante detective accidental, amante de la 'Pepsi' y 'desfacedor' de entuertos que ya protagonizó 'El misterio de la cripta embrujada', 'El laberinto de las aceitunas', 'La aventura del tocador de señoras' y la más reciente 'El enredo de la bolsa y la vida'. La quinta novela del astroso personaje supone el regreso de Mendoza a la arena editorial tras ganar el Planeta y seis años de silencio.

Se remonta Mendoza a los últimos 80, cuando el orate sin nombre ni bienes husmeó un maloliente caso cerrado en falso. Pero no ceja en su empeño de resolverlo más de veinte años después. Quiere el novelista mostrar "la encrucijada de una Barcelona que pasa de ser una ciudad secundaria a protagonista y reina no exenta de corrupción", según explicó ayer en su presentación en la ciudad condal. "No sé si tenemos los gobernantes que merecemos, pero sí tenemos los delincuentes que merecemos", dijo Mendoza.

Volvemos a aquella Barcelona preolímpica anterior a la burbuja turística, a los tejemanejes entre poderosos industriales y políticos y a esa esperpéntica galería de personajes en la que no faltan el comisario Flores, el doctor Sugrañes, Cándida, la hermana del detective sin nombre, surrealistas travestis con bigote, tricornio y grado en la Benémerita, asesinos a sueldo, políticos corruptos asociados en la oscura, plutocrática y mafiosa APALF, policías patosos y cocineros ninja.

El loco detective ocasional, antes carne de manicomio, hoy repartidor de comida china, cuenta cómo años atrás se vio envuelto en un asunto feo. "Habían asesinado a una modelo y me culpaban a mí. Por supuesto, sin razón: una modelo no haría caso a un tipo como yo ni asesinándola. Simplemente, había un oscuro enredo, estaba metida gente importante y pensaron que yo podía servir de cabeza de turco o de conejillo de indias, o como sea que se llame el desgraciado que paga los platos rotos". Olga Baxter, la muerta, es víctima de unos plutócratas que, según Mendoza "hoy practican más la lampistería financiera que la ingeniería".

Se mueve entre esas dos Barcelonas que nunca han desencantado a un Mendoza que agradece a su ciudad que le brinde otra vez la posibilidad de escribir un libro. Una Barcelona canalla y oscura ayer y de disseny hoy, acuciada por el turismo y enredada en un vórtice secesionista en el que Mendoza no quiso entrar. Sin palabras sobre Mas y compañía, tampoco se metió en el jardín de comparaciones "imposibles" entre el pasado y el presente, aunque se refirió a la corrupción como uno de los factores que conforman la ciudad, como el calorcito de su clima. "A veces llueve, hay corrupción, algunos van a la cárcel», ironizó. Quitó también hierro al turismo masivo. «Peor sería un incendio, un terremoto o una epidemia de tifus", dijo.

En la Pedrera, símbolo hoy de una Barcelona pujante y que aparece en el relato como el deteriorado refugio de crápulas y jugadores de bingo que fue, admitió Mendoza que todas sus novelas responden a su "irritación" ante la "imagen de baratillo" de una Barcelona balcón del Mediterráneo que el tópico publicitario reduce a ciudad de jolgorios y congresos.

Mendoza se ganó un puesto de honor en la literatura española en 1975 con 'La verdad sobre el caso Savolta', premiada por la crítica. 'El misterio de la cripta embrujada' (1979) y 'El laberinto de las aceitunas' (1982) revelaron el registro cáustico de un narrador de altura que firmó luego novelas tan ambiciosas como 'La ciudad de los prodigios' (1986) o 'La isla inaudita' (1989). 'Sin noticias de Gurb' (1991) fue otro alivio satírico anterior a 'El año del diluvio' (1992) y 'Una comedia ligera' (1996), mejor libro extranjero en Francia en 1998. 'La aventura del tocador de señoras' (2001), libro del año de los libreros, abría la década en la que se sucederían 'El último trayecto de Horacio Dos' (2002), 'Mauricio o las elecciones primarias' (2006) -premio José Manuel Lara-, 'El asombroso viaje de Pomponio Flato' (2008), premio -Terenci Moix-, y el libro de relatos 'Tres vidas de santos' (2009). Cerraba el decenio con 'Riña de gatos' (2010), que inscribía el nombre de Eduardo Mendoza en el palmarés del Premio Planeta. En junio recibió en Praga el premio Franz Kafka.

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