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El literato turco Orhan Pamuk.
Orhan Pamuk: «La inmigración ha escrito la historia de la humanidad»

Orhan Pamuk: «La inmigración ha escrito la historia de la humanidad»

"Soy un privilegiado en un país represor que no respeta las libertades", dice el autor de 'Una sensación extraña', un gran fresco de Estambul

Miguel Lorenci

Sábado, 26 de septiembre 2015, 07:15

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"He ahí el alma de Estambul". Lo dice Orhan Pamuk (1952) ante una espectacular vista del Bósforo, en el balcón de su casa del barrio de Nisantasi. Aquí ha escrito 'Una sensación extraña' (Random House), novena novela del escritor turco y Nobel de Literatura, a la que ha dedicado seis años. Estambul protagoniza de nuevo un fresco formidable que refleja los profundos cambios de la milenaria urbe entre 1969 y 2012. Esta vez a través de los ojos de Mevlut Karatas, inmigrante anatolio y vendedor callejero de yogur y boza, una bebida tradicional turca. Como Pamuk, es un extraño que no pertenece al lugar y al tiempo en el que vive.

Estambul ha pasado de 1 a 16 millones de habitantes en medio siglo. ¿Escribe desde la nostalgia o desde la fascinación por cambio?

Soy afortunado. Pocos escritores han visto crecer y cambiar así a una ciudad. Sus cambios culturales son el tema de todos mis libros. Pero no tengo una visión romántica de Estambul ni la endulzo en mis novelas. Se liga mi nombre a Estambul fuera, y me halaga, pero para muchos turcos soy un escritor burgués, conectado con las plazas, calles y edificios de mi niñez. Una ciudad es un índice de nuestras memorias y desde mi ventana veo cómo lo deshace el tiempo. No es un crimen. No lloro ni lo lamento. He aprendido a vivir sabiendo que es inevitable.

Estambul recibe oleadas de inmigrantes. Campesinos en los 50, refugiados sirios hoy de camino a una Europa que en la crisis migratoria más grave de la historia les rechaza.

La historia de la humanidad la ha escrito la inmigración. En el Medievo la distinción cultural y económica no era tan grande como hoy. No era un gran problema en ese sentido. Si hablamos de calidad de vida, de la libertad y la forma de entenderla, las normas de la modernidad de Europa son muy distintas a la de los emigrantes que recibe. No es la inmigración que fue a California por primera vez o a un país en desarrollo. Van a lugares mucho más ricos y menos conflictivos que los que dejan. Es una emigración económica impulsada por una guerra. Mevlut fue mucho más afortunado. Con familia en Estambul, el mismo idioma, cultura y religión, lo tuvo mucho más fácil.

Se alzan muros y alambradas para detenerlos. Hungría los golpea y encarcela. ¿Vergonzante?

El trato a los refugiados en Hungría es muy vergonzoso para Europa. Turquía ha recibido ya dos millones mientras se discute si el Reino Unido o Francia deben acoger unos miles. Me subleva. Por mucha voluntad de acogida que tenga, Turquía no tiene tantos medios para aceptar a tanta gente como otros países europeos.

¿Por qué apenas hay voces de intelectuales en favor de los inmigrantes?

Acaso no se les presta atención. En las sociedades libres europeas todo el mundo puede expresarse, y quizá eso les reste presencia. En una sociedad represora como la turca es distinto. Cuando hablo es un gran evento. Pocos pueden hablar, pero los hay muy valientes, que se expresan aunque el control gubernamental reprima sus voces.

¿Hay aún un gran déficit democrático en Turquía?

Sí. Es una democracia electoral, no real. No se respeta la libertad de expresión ni las libertades de las minorías. Todo lo que se supone que conlleva una democracia real. Los periódicos de oposición soportan una enorme presión.

¿Se expresa con plena libertad o es cauteloso en temas como el genocidio armenio que le costó amenazas y casi un proceso judicial?

El Nobel y la fama me convierten en un privilegiado. Periodistas e intelectuales turcos deben medir sus palabras. Son investigados, presionados, despedidos y juzgados. Nunca hubo problemas con mis novelas, sí cuando expreso mis posiciones políticas. Si el Gobierno de Erdogan se siente insultado te puede llevar a los tribunales.

¿Su prestigio es un escudo?

Nada te protege realmente aquí, con excepción de mi escolta, que (ríe) paga el Gobierno.

¿Aún defiende la integración turca en la Unión Europea?

Hace una década era muy entusiasta y luché por ella. Ahora ese anhelo se ha debilitado. Que Europa digiriera una nación musulmana y muy tradicional hubiera sido bueno para ambos. Pero quienes lo defendemos somos para el Gobierno intelectuales desarraigados y renegados.

Picasso necesitó toda una vida para pintar como un niño y usted dice que sus novelas son sus juguetes.

Elegí ser novelista para encerrarme en mi cuarto, escribir y ser un niño feliz y enamorado de mis novelas-juguete. Nunca las traicionaría jugando con otra novia. Supe que no estaba preparado para recibir órdenes de superiores o darlas. Trabajo sin descanso, pero no siento estar trabajando. Me queda menos vida, pero tengo al menos diez novelas que publicar. Seguiré jugando.

Las reglas están hechas para romperlas, dice. ¿También en literatura?

La mejor literatura surge al romper las normas. Empecé a escribir con 23 años. Todo el mundo me decía que no sabía nada de la vida, que era imposible que escribiera novelas. Pero hacer literatura no es contar la vida, es quebrantar las normas, y quería hacerlo.

La novela es compasión, opina usted. ¿Más en este caso?

Era mi intención real. No sé si lo he conseguido.

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