«Necesito la luz»

Sus historias, dice, nacen del caos; son como «aliens» que logra extraer de su cuerpo. Con ellas viaja, explora y emprende un trayecto a lo desconocido que, reconoce, «sé dónde empieza pero no dónde me va a llevar». Pablo Berger (Bilbao, 1963) es, reconoce, «un ser curioso». Le gusta arriesgar y contar cuentos a través de las imágenes, aunque, por ahora, solo haya llevado a la gran pantalla dos: 'Torremolinos 73' (2003) y 'Blancanieves' (2012); esta última ganadora de diez premios Goya. Berger acaba de iniciar una nueva aventura, esta vez en Cartagena, donde se ubicará la escuela de cine La Base, un proyecto que comparte con el realizador murciano Antonio Conesa, el fotógrafo Paco Belda y el montador Pablo Mas. Los cuatro ya trabajaron juntos en Alicante en un proyecto formativo que se vio interrumpido por la desaparición del centro de estudios de la Ciudad de la Luz. Desde entonces han estado buscando un nuevo lugar donde volver a construir sueños con una cámara de cine y la Universidad Politécnica de Cartagena les ha abierto sus puertas. Ayer presentaron el proyecto en el Centro de Producción de Contenidos Digitales de la UPCT, donde La Base tendrá su sede a partir del próximo otoño.

-¿De qué se ha dado cuenta?

-Puede parecer un cliché pero muchas de las personas que nos dedicamos a la formación, y yo lo llevo haciendo mucho tiempo, aprendemos más que los alumnos, porque recibimos mucho. Para mí dar un taller de dirección o de guión es como ir al gimnasio. Me mantiene alerta. Dirigir es escuchar. La Base nace como un proyecto donde el alumno es el protagonista, nosotros queremos escuchar sus necesidades y hacer un programa modular, a medida, donde cada uno pueda encontrar su voz o su profesión dentro de los distintos departamentos que forman una producción cinematográfica.

-¿Qué proponen?

-El nombre de La Base no es casual. Queremos que sea un punto de encuentro tanto para profesionales como para quienes no lo son. Nos gustaría que el aficionado, que quizá ha sido hasta ahora un espectador pasivo pero quiere convertirse en cineasta, pueda venir a La Base y realizar un cortometraje; y a la vez, que puedan venir profesionales consolidados que deseen hacer un curso de especialización. Creemos que Cartagena es un plató cinematográfico y queremos ser un catalizador para las producciones en esta zona. Somos una escuela ambiciosa y creemos que tenemos un gran futuro aquí en Cartagena.

-¿Qué ha encontrado en su primera toma de contacto con la ciudad? [El jueves impartió una 'masterclass' abierta al público sobre su película 'Blancanieves'].

-Me he encontrado con aficionados al cine hambrientos por saber los secretos de 'Blancanieves' pero también por saber más. Por eso estamos aquí. En esta ciudad había un hueco en la formación cinematográfica y en la exhibición y la promoción del cine.

-¿Qué cosas le interesan?

-Me llama la atención todo. Antes que nada soy un ser curioso, me interesa más escuchar que hablar; descubrir cosas nuevas. Una de mis motivaciones en esta escuela era conocer Cartagena. Mi padre era capitán de la Marina Mercante y me había hablado mucho de Cartagena. Me parecía una especie de El Dorado, venir aquí, conocer la ciudad, ir a Cala Cortina, comerme un arroz estupendo, descubrir un teatro maravilloso... y hablar con gente; conocer a Juan Carrión, por ejemplo [el profesor de inglés, inspirador de la película 'Vivir es fácil con los ojos cerrados', de David Trueba, arropó ayer la presentación de la escuela]. Tengo una de esas profesiones maravillosas que me permiten enfrentarme a cada día como si fuese el último y creo que no hay mejor filosofía de vida que la de vivir el momento.

-¿Cartagena será ahora su casa?

-En este proyecto hay tres mosqueteros y un D'Artagnan. Pablo Mas, Paco Belda y Antonio Conesa son los mosqueteros, ellos viven en la zona. En mi caso, mi familia, mi vida y la industria están en Madrid, así que seguiré viviendo allí, pero es cierto que tendré que venir más. Mi primera impresión sobre Cartagena ha sido positiva; de hecho, no sé cómo he podido pasar tanto tiempo sin conocerla. Yo soy de Bilbao, he nacido con el mar y necesito la playa, la luz.

-¿Usted es de los que no se rinden?

-Totalmente. Los directores tenemos que ser así. Es una profesión romántica, vocacional. Cada proyecto me lo planteo como si fuese el último; somos 'Quijotes' y soñamos sueños imposibles que a veces se convierten en realidad. Después de mi primera película, 'Torremolinos 73', que fue un éxito de taquilla y de crítica, pensaba que iba a empezar a hacer películas una detrás de otra. Aquello fue en 2003, después presenté el guión de 'Blancanieves', una película muda, en blanco y negro y de gran presupuesto. Y le puedo asegurar que la gente me decía que me había vuelto loco y que esa película jamás se iba a hacer. Al final tardé nueve años pero mereció la pena. Creo que luchar es fundamental. En mi caso, quizá tenga algo que ver el hecho de ser vasco, por lo de tozudo y pesado (ríe).

-¿Cómo cambió su vida 'Blancanieves?

-Quiero pensar que me ha dado crédito para hacer otra película. Al final los directores siempre tenemos que pensar en el siguiente proyecto. También el éxito de 'Blancanieves' me llegó en un momento de mi carrera en el que ya tenía los pies en el suelo y me abrió puertas, que es fundamental. Eso te permite que cuando vas a buscar financiación para tu siguiente película sepan quién eres, y que quizá en vez de tardar nueve años como lo hizo 'Blancanieves', pues tarde un poquito menos.

-No sé si tiene ya su próximo trabajo en mente.

-Está en plena fase de financiación. El guión acaba de salir del horno y hace muy poquitas semanas la presentamos en el mercado de Cannes. Voy a volver a trabajar con el productor de 'Blancanieves' [Arcadia Motion Pictures] y esperamos poder rodar el año que viene.

-¿Con qué sueña?

-Con poder hacer las películas que deseo. Sigo siendo un romántico y para mí ése es el mayor placer: poder trabajar con mis jefes de equipo, con los actores que deseo y contar mis historias. Personalmente, creo que soy un privilegiado. Estoy en un momento muy bonito, felizmente casado y con una hija estupenda. He tenido la oportunidad de cumplir un sueño y tengo un trabajo que me hace feliz.

-¿Le sigue contando cuentos a su hija?

-Hasta hace muy poquito sí. Ahora ya tiene 11 años y es ella la que coge el libro por las noches.