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ANTONIO ARCO
Viernes, 28 de abril 2017, 01:15
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Ese desnudo suyo de cuerpo y alma, que parecía mostrar, todo a la vez, la blancura bellísima de la nieve recién nacida y el fuego voraz de los corazones por primera vez enamorados, dejó deslumbrados a los hombres y mujeres que vieron 'El hombre deshabitado', de Rafael Alberti. Fue el comienzo de una relación de amor, tanto con el teatro como con el cine y la televisión, hilada durante años a base de profesionalidad y encantamiento. Desde hace un tiempo, la actriz ha alcanzado un momento de esplendoroso infarto con su interpretación excelente de Medea, que a ella la deja exhausta en escena, y a los espectadores en carne viva en el patio de butacas. Ella es Aitana Sánchez-Gijón (Roma, 1968), claro, tan claro como que siempre ha evidenciado, y trabajado a su favor con un entusiasmo de ángel de Rilke y una resistencia de caracola de mar, su posicionamiento en favor de las libertades y de una sociedad más justa. Una excelente actriz que hoy, a las 21.00 horas, llega al Teatro Circo Murcia (TCM), que está al cuidado de Juan Pablo Soler, para, ante un público reducido al que prácticamente dirigirse de tú a tú, entregarse como una fiera en 'Medea, lectura dramatizada basada en la obra de Séneca', cuya versión y dirección corren a cargo de Andrés Lima, y cuya música ha creado Jaume Manresa. La intérprete, que el próximo 6 de agosto será homenajeada en el 48 Festival Internacional de Teatro, Música y Danza de San Javier, que dirige David Martínez y en el que encarnará a Hécuba en 'Troyanas', según la versión escrita por Alberto Conejero, y a las órdenes de Carme Portacelli, habla con 'La Verdad' justo cuando el día empieza a encaminarse ensimismado hacia la noche.
Obra
'Medea, lectura dramatizada basada en la obra de Séneca'.
Intérprete
Aitana Sánchez-Gijón.
Versión y dirección
Andrés Lima.
Música
Jaume Manresa.
Dónde y cuándo
Teatro Circo Murcia (TCM). Ayuntamiento de Murcia. Hoy, a las 21.00 horas.
Entradas
14 euros.
-¿Sería tan amable de recitarme la nana que Rafael Alberti le escribió cuando usted cumplió un año?
-[Risas] Pues... sí: «Aitana, estrella naciente hispano-italiana, / nuestro triste hoy será luz mañana. / Aitana, luz de mañana, / duerme Aitana hoy, despierta mañana». Le tengo mucho cariño a estos versos, que leo todos los días porque los incluyó en uno de esos dibujos maravillosos que él pintaba y que tengo colgado en mi casa. Fíjese si tengo presente a Rafael en mi vida, ¡cada día soy consciente de que una vez tuve un año! [Más risas] Y más cosas que ese poema me hace tener presentes, de las que me siento orgullosa. Mi maravillosos padres, exiliados como él en Roma, donde yo nací. Me he criado en una familia en la que el compromiso político ha sido muy importante. He tenido unos padres que han hecho mucho por lograr que llegase la democracia a este país. Mi padre padeció la dictadura, estuvo en la cárcel y se comprometió en un momento en el que realmente te la jugabas muy en serio. Y yo siento, como un deber moral, que tengo que comprometerme con el tiempo que a mí me ha tocado vivir.
-¿Quién es usted?
-No sé la percepción que los demás puedan tener de mí, pero lo que yo soy, y lo vivo con alegría, es una curranta con unas ganas tremendas de seguir aprendiendo y experimentando. Amo mi oficio de actriz y no creo en absoluto ser más importante o mejor que mis compañeros, ni que merezco más que otros, ni que he llegado ya a no sé qué sitio. Para mí, mi trabajo es un regalo.
-¿De especial qué tiene usted?
-Soy singular en la medida en la que cada uno de nosotros lo somos. Lo que sí es cierto es que yo me dedico a este oficio curioso al que me estaba refiriendo, que puede resultar extraño a los ojos de los demás, pero que a mí me parece extraordinario. Mi oficio me saca de mi realidad cotidiana y me coloca en lugares que me resultan ajenos, y me permite adentrarme en las vidas de personajes que en muchas ocasiones nada tienen que ver conmigo. Me permite, por ejemplo, convertirme en un ser mitológico como Medea. Vivo muchas realidades que se salen de lo ordinario; pero, más allá de eso, soy un ser humano absolutamente normal y corriente, con una vida cotidiana igual que la de cualquiera. Y no hay más. De lo que soy consciente es de que tengo la suerte de dedicarme a algo que me apasiona, y no me gustaría no serle agradecida a la vida por haberme dado esa oportunidad. Mucha gente no puede vivir de hacer lo que de verdad le gusta.
-¿No cae en la tentación de creerse en ocasiones la reina de Saba?
-¿Yo la reina de Saba? ¡Para nada! Por fortuna no tengo tentaciones de creerme la reina de nada, pero es que, además, estoy rodeada de gente que no me consiente que me suba a la parra ni un segundo [risas]. Para empezar, ahí están mis propios hijos, que no me pasan ni una [risas]. De pronto, me pueden decir: «¡Mamá, no te pongas estupenda que tú no eres Medea, ¡eh!, no te equivoques!». Y se burlan de mí, desdramatizan con mucha gracia y le quitan hierro a todo lo que no tiene verdadera importancia.
Para Aitana Sánchez-Gijón, ser madre «es una de las cosas más transcendentales que me han pasado en la vida, pero no le quiero quitar importancia a otras cosas que también han sido, y son, fundamentales para mí. Mis hijos son, junto a mi pareja, lo que yo más amo en este planeta; pero, a ver, tampoco creo que la maternidad tenga que ocupar necesariamente el centro de la vida de todas las mujeres». «Es cierto», añade, «que ser madre hace que mi vida orbite alrededor de mis hijos, y que condicione todos mis movimientos, pero mi vocación es tan vital para mí como mis hijos».
-¿Su vida es como la soñó?
-Se han superado todas mis expectativas, sinceramente, porque cuando yo de niña ya soñaba con dedicarme a esto, nunca pensé que podría tener una carrera tan llena de regalos como la que estoy teniendo, ni que interpretaría personajes tan increíbles, ni que sería una privilegiada que puede vivir bien de su trabajo y poder llegar a fin de mes sin tener que dedicarme a otras cosas. Ni tampoco contaba con tener reconocimiento y ser valorada, algo que agradezco muchísimo a toda la gente que confía en mí. Se han superado con creces mis expectativas, sí.
-¿Meterse en la piel de Medea qué le está aportando?
-Primero, me ha puesto muy a prueba como actriz, porque me ha llevado a un límite muy extremo, tanto física como emocionalmente. He tenido que tirar de una fuerza que, la verdad, no sabía que tenía. Pero estoy pudiendo con este trabajo, aunque es cierto, como le digo, que a costa de un gran desgaste emocional y físico. Me ha servido para ver hasta dónde puedo llegar en un trabajo tan extremo, y estoy manejando bien la técnica para que cada función no me agote tanto como para que al día siguiente no pueda volver a hacerla. Emocionalmente, es un trabajo desbordante. También, a nivel personal, Medea está haciendo que me haga muchas preguntas. Es como si el misterio de Medea fuese insondable y yo tuviese que seguir ahí escarbando y escarbando eternamente.
-¿Qué ha aprendido sobre el amor?
-Que no hay que caer en los amores posesivos porque pueden destruirte por completo. No hay que amar de modo obsesivo, porque si te quedas sin ti y te disuelves en el otro, en el momento en el que el otro no está, o te falla, tú te quedas en el vacío más absoluto. Y, además, te arrogas unos derechos sobre el otro que hacen que puedas tomar decisiones, como le pasa a Medea, que son absolutamente terroríficas.
-¿Cree en el perdón?
-Pienso que es lo único que devuelve la paz: el poder pedir perdón de corazón. Pidiendo perdón a quien le has fallado, o le has hecho daño, o has ofendido, también tú te estás perdonando a ti mismo. También es importante aceptar el perdón del otro y no quedarte instalado en la ofensa. A veces es un ejercicio muy difícil, pero cuando se consigue da mucha satisfacción.
-¿Cómo nos ve a los ciudadanos de este país?
-Prefiero hablar de cómo nos veo, porque yo no vivo al margen, no soy ajena a nada. Es positivo que se haya producido, en los últimos tiempos, un revulsivo político con la aparición de fuerzas políticas nuevas que han cobrado un protagonismo importante; pero, en definitiva, y frente a tantísimas corruptelas y corrupciones brutales que vamos descubriendo día a día -porque no hay día en el que no nos desayunemos con alguna atrocidad-, a mí me sigue pareciendo inaudito que este país siga gobernado por los mismos. Me parece que eso no habla muy bien de nosotros como ciudadanos, el que como país hayamos seguido eligiendo a los mismos para que nos sigan gobernando.
-¿Y no hay también cierta decepción con esas nuevas fuerzas políticas a las que se refiere?
-Sí... Se vivieron momentos de mucha euforia y de una emoción colectiva enorme, y ahora hay que recolocarse un poco, es cierto, pero tampoco hay que permitir que el desencanto nos desmotive como ciudadanos. Tenemos que seguir bien alerta porque es la única manera de poder cambiar las cosas, y hay que exigirles a nuestros políticos que se dejen de luchas intestinas, de numeritos, de golpes de efecto y de autobuses, y que vayan más a lo que importa. Pero yo no soy una activista política. Yo me dedico a mi profesión, a mi familia y a disfrutar de la vida, y no estoy todo el día colgada haciendo análisis político. Soy una ciudadana que opina cuando se me pregunta, y que procura guiarse en todos los actos de su vida, y educar a sus hijos, de acuerdo con los valores que defiendo. Hago lo que todo el mundo, apoyar algunas causas e ir a las manifestaciones a las que creo necesario acudir, pero nunca he ostentado ningún cargo político, ni he apoyado expresamente a ningún partido político, ni iría en ninguna lista electoral. Opino libremente, pero no apoyo a ningún partido concreto.
Velocidad de crucero
-¿Y el futuro?
-He escogido un oficio en el que nunca tenemos claro el futuro. Solo espero que sigan ocurriéndome cosas hermosas. Pero voy cumpliendo años y sé que cada vez el tiempo que me queda es menos, lógicamente. No me preocupa mucho, me siento bien, en equilibro, aunque tengo mis zozobras y mis momentos de incertidumbre. Pero si miro hacia atrás y veo que la velocidad de crucero ha sido más o menos constante hasta ahora, pienso que no tiene por qué dejar de ser así. Hasta este momento me ha ido bien, así es que sigo confiando.
-¿Cómo recibió la noticia del premio que le entregará en agosto el 48 Festival Internacional de Teatro, Música y Danza de San Javier?
-¡Muchas gracias por el premio, San Javier; me hace muy feliz! Además, coincide con que vamos a representar un montaje estupendo de 'Troyanas' [la escenografía la creará el yeclano Paco Azorín, y la iluminación correrá a cargo del jumillano Pedro Yagüe]. Los agradezco mucho, pero los premios son como la guinda del pastel; y el pastel, para mí, sigue siendo poder seguir subiéndome cada día a un escenario.
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