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La exposición de Sandoval, en el edificio de La Convalecencia.
Meditación sobre la vida y la muerte

Meditación sobre la vida y la muerte

Pablo Sandoval presenta en la capilla de La Convalecencia una exposición sobre el mito amoroso de Apolo y Jacinto

S. G.

Sábado, 18 de febrero 2017, 01:08

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Es «como una meditación sobre la vida y la muerte, desde un punto de vista personal. Además, quiero narrar la historia de dos figuras clásicas, Jacinto y Apolo; y, también, cómo la muerte de un ser querido es recordada a través del uso simbólico de las flores».

  • Qué.

  • 'La muerte de las flores apolíneas', de Pablo Sandoval.

  • Dónde.

  • Edificio La Convalecencia. Murcia.

  • Cuándo.

  • Hasta el 28 de febrero.

Así describe Pablo Sandoval la exposición-instalación 'La muerte de las flores apolíneas', que presenta en la capilla de La Convalecencia, sede del Rectorado de la Universidad de Murcia. Afirma que el «título viene dado porque hace referencia a los dos temas fundamentales de los que trata: las flores y la mitología greco-latina; además de describir formalmente el contenido de la exposición: flores y Apolo. Lo apolíneo hace referencia a lo perfecto y a lo divino, en contraposición con lo efímero y lo frágil que representa la flor».

¿Basta con esto para entender el contenido de la muestra? Reconoce Pablo Sandoval que «es muy probable que, solo con el título, el espectador no lo consiga; por esto, decidí colocar, en la antesala de la capilla, una frase de Ovidio, extraída del mito, que hace referencia a la sangre derramada por Jacinto, que había manchado la hierba mezclándose con la tierra, pero que deja de ser sangre. Es donde nace un jacinto, que toma la forma de los lirios, aunque de distinto color. Es un modo de que el espectador realice sus propias lecturas personales, aunque éstas disientan de las que yo me he formulado».

Sangre, disco dorado y flores son las tres únicas piezas que componen la exposición. Según el autor, «la que tiene mayor fuerza visual es el charco de sangre, en el centro de la sala, realizado con pintura roja derramada, que representa a todos los mitos, en los que la flor surge de un fluido corporal derramado por el ser amado». Otra de las piezas es «un óleo sobre tabla en el sagrario, el espacio encargado de guardar la hostia, que tras el rito de la consagración, pasa a convertirse en la sagrada forma, en el cuerpo de Cristo. He colocado el cuadro de un jacinto, pintado con inspiración barroca. Este jacinto nunca morirá, a diferencia de las flores frescas». ¿Qué ha pretendido con esto, junto al antiguo sagrario? «Nada de falta de respeto. Precisamente, he intentado realizar una similitud con el cuerpo de Jesucristo y la flor, como cuerpo y la sangre derramada, en la que Jesús dio su vida por el amor de la humanidad, y el amor que sentía Apolo por Jacinto». La última pieza es «un conjunto de jacintos violáceos, colocados de forma similar a las coronas para funerales o cruces de mayo. Son flores auténticas, que se irán marchitando. Estas tres piezas cierran el círculo del mito y de la reflexión acerca de la vida y la muerte».

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