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El lorquino Paco Ureña, durante la faena al primero de su lote en Alicante.
Triunfo y cornada gravísima de Manuel Escribano en la Feria de Hogueras

Triunfo y cornada gravísima de Manuel Escribano en la Feria de Hogueras

Fue cogido por el cuarto toro al entrar a matar, en un tarde en la que Ureña cortó una oreja por una faena de pureza

FRANCISCO OJADOS

Domingo, 26 de junio 2016, 00:32

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Tras el paso de José Tomás por la plaza de Alicante, quien junto a José María Manzanares incendio la Feria de Hogueras, siguió la vida taurina en la terreta. Lo hizo con el cuarto lleno seguido en la cuarta del abono, que anunciaba a los toros de Adolfo Martín y a los diestros Manuel Escribano, el local Francisco José Palazón y el lorquino Paco Ureña.

Comenzó la corrida por buena senda, con un primer toro de Adolfo ovacionado de salida y que tuvo calidad. Lo entendió muy bien Escribano, quien ya con el capote se manejó con templanza. Banderilleó el propio matador, con solvencia, después de un tercio de varas en el que cuidó al toro de Albaserrada. Con la muleta tuvo virtudes la faena del diestro andaluz, que dio las pausas que necesitó el astado para seguir la pañosa por abajo. Paciente en los embroques, sacó provecho de la nobleza de su oponente cuajando las series con mimo. Una buena estocada remató este primer acto de la tarde que tuvo como premio la primera oreja del festejo para el de Gerena.

Al cuarto lo recibió con tres largas cambiadas de rodillas después de viajar hasta la puerta de chiqueros y obviarlo el animal. El vibrante saludo tuvo continuidad en el tercio de banderillas, con un último par al quiebro, citando de rodillas, muy valeroso. Tuvo casta Madroño, que embistió con el hocico por la arena y lo toreó con empaque Escribano, largo y con media muleta barriendo el albero. Disfrutó el sevillano, toreando despacio, y transmitió a la grada, incluso con detalles de pellizco, como los pases del desprecio con los que cerró alguna tanda. Tan a gusto estuvo que le sonó el aviso toreando. Salió con un cornalón en la ingle al recetar una gran estocada. El peor fin a una gran actuación. La oreja, que debieron ser dos, la recogió la cuadrilla.

En segundo lugar saltó al ruedo Malagueño, un cárdeno de bonitas hechuras al que cuajó fenomenal Palazón a la verónica. Intentó lucirse en el quite por chicuelinas, con medio compás abierto, y brindó a los paisanos. La faena tuvo sus mejores momentos por el pitón derecho, con Palazón entregado, llevando largo al de Adolfo, que no fue toro fácil, como pudo comprobar el coletudo en un descuido que pagó con una voltereta sin consecuencias. Una media estocada muy tendida precedió al primer aviso. Fue trasteo largo, mal acabado con la espada. Los nervios afloraron con el segundo aviso al cuarto pinchazo, por lo que echó mano del descabello sin acierto. El toro al final volvió al corral ante la decepción general.

Sobre los pies lidió al quinto con la capa. Recibió dos puyazos. Muchas complicaciones le creó el de Albaserrada al torero con tan pocos contratos. Sus ilusiones se vieron frustradas al no poder triunfar. A este sí lo mató por derecho.

Moral

El tercero, para Ureña, fue toro muy bajo, abierto de cuerna, de embestida tobillera en los primeros lances de saludo. Casi no lo castigó en varas Pedro Iturralde. Este toro de presentación del lorquino como matador en Alicante lo brindó a Palazón, levantando la moral del torero de la tierra. Quiso comenzar por abajo, arqueada la pierna. No se desplazó el astado y ese comienzo tuvo como broche un trincherazo extraordinario. Siguió consintiendo al de Adolfo, bien colocado, con las suelas de las zapatillas clavadas a la arena, alargando poco a poco las series y los muletazos. Los hubo muy buenos por el pitón izquierdo. El final de faena lo realizó descalzo, aguantando muchísimo para conseguir cada muletazo, muy seguro de lo que quiere, que no es otra cosa que torear bien. El estoconazo final fue de premio y dio paso a la primera oreja para el de Lorca.

El sexto fue el más grandullón del encierro y el de menos virtudes. Sin recorrido, parado y sin emoción poco más pudo hacer Ureña, torero en racha, que quiso poner toda la buena disposición del mundo. Embistió el torero a falta de toro, sin poder redondear el triunfo de puerta grande.

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