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El diestro Rafael Rubio "Rafaelillo" con su primero en Las Ventas.
Vuelta al ruedo de Rafaelillo en Las Ventas

Vuelta al ruedo de Rafaelillo en Las Ventas

El murciano tuvo agallas para tomar la pañosa con la zurda y citar a pies juntos. Una osadía. Pero el mundo es para los osados y con valor espartano conquistó tres naturales imposibles

FRANCISCO OJADOS

Lunes, 30 de mayo 2016, 22:30

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Llegaba a Madrid la esperada corrida de Adolfo Martín, que salió reforzada tras su lidia en la pasada feria de otoño. Tres toreros bravos se acartelaban con ella. Rafaelillo y Castella, además, brillaron en el San Isidro de 2015 con luz propia. Completó terna el sevillano Manuel Escribano. A plaza llena y con ambiente de tarde de expectación saltó al ruedo Aviador I, primero de la tarde. Cortó el viaje en los lances de saludo y tomó al caballo por la grupa, sin clase, en los tres encuentros con el piquero. Orientado en banderillas, la faena de Rafael se antojaba de imposible lucimiento, pero comenzó bien, doblándose por abajo y llevando largo a la prenda de Adolfo. Consiguió el murciano desengañar al burel y tragó saliva para plantar las zapatillas y esperar mucho a un toro que embistió al paso y sin entrega. Dos series de tres derechazos ligados y el de pecho tuvieron mérito antes de tomar la muleta con la zurda, por donde ya no quiso pasar al animal. Dos pinchazos precedieron una estocada en lo alto.

  • LA TARDE

  • Plaza de toros delas ventas (Madrid)

  • Ganadería Seis toros de Adolfo Martín, muy bien presentados. 1º sin clase, 2º noble, 3º con genio, 4º peligroso, 5º con clase y 6º intermitente.

  • Rafaelillo. (de azul rey y oro) Aviso, silencio y aviso y vuelta al ruedo tras fuerte petición y aviso.

  • Sebastián Castella. (de grana y oro) Aviso, aplausos y ovación con saludos desde el tercio.

  • Manuel Escribano. (de sangre de toro y oro) Aviso, silencio y palmas de despedida.

El cornivuelto cuarto tuvo seriedad. Lo llevó muy largo con la capa Rafaelillo que, en pose de torero antiguo, dirigió con maestría las embestidas de Malagueño. Acudió hasta tres veces al caballo el albaserrada, que cabalgó desde la lejanía. Saludaron, montera en mano, los banderilleros murcianos José Mora y Pascual Mellinas, que brillaron en el segundo tercio. Brindó su faena Rafaelillo al respetable. Fue toro incierto, para presentarle batalla. No rehuyó la pelea el gallo del barrio del Carmen que, siempre cruzado, fue aguantando las tarascadas de un uro de alto riesgo y por el que nadie daba un euro. Tuvo agallas Rafaelillo para tomar la pañosa con la zurda y citar a pies juntos. Una osadía. Pero el mundo es para los osados y con valor espartano conquistó tres naturales imposibles. Lo repitió en el epílogo, donde cuajó otros cuatro, en primera línea de fuego, que hubieran valido una bien ganada oreja, pero la espada no entró a la primera. Lo hizo al segundo intento, y el héroe vio cómo la alimaña caía a sus pies rodando sin puntilla. Fluyeron pañuelos pidiendo el trofeo pero la presidencia no calibró en su verdadera dimensión el gran mérito que tuvo la faena del murciano, que se jugó la vida en cada muletazo, queriendo torear. Madrid de nuevo se entregó a Rafaelillo y lo obligó a dar una vuelta al ruedo de las que saben a algo más.

Espectacular fue la salida al ruedo del segundo de la tarde, al que saludó con garbo Sebastián Castella. Acudió al caballo con alegría y humilló con nobleza en la muleta del francés, que esta vez fue de seda. Embistió con suavidad el burel y despacio manejó las telas Sebastián, que toreó al natural con mucho temple. Faena pulcra y con virtudes a la que le faltó, para cuajar en triunfo, la emoción extra que exige una plaza como Madrid. Aviador II se llamó el quinto, el mejor toro del encierro. Se desplazó bien por el pitón izquierdo y lo toreó con templanza y buen son el buen diestro galo, incluso con mucho gusto al natural. Toreó mejor Sebastián de lo que quiso ver parte del público y además mató por arriba. Algún pañuelo afloró, pero sin tener la faena la acogida que mereció.

A Manuel Escribano no se le puede poner ninguna pega en cuanto a actitud. Se fue en los dos toros de su lote hasta la puerta de chiqueros, banderilleó, mejor al sexto, exponiendo en un quiebro sentado en el estribo que no salió bien ante el tercero. Brindó su primero a Adolfo Suárez Illana. Un toro sobrado de genio. Apostó, tras brindar desde los medios, en la apertura de faena al sexto con un pase cambiado por la espalda. No fue toro franco en las embestidas, más bien de pensárselas, por lo que tras el espectacular inicio la faena fue decayendo.

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