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Crónica de la España fascinante y peligrosa

Crónica de la España fascinante y peligrosa

Se publican en un solo volumen las siete entregas de las aventuras del capitán Alatriste

JOSÉ BELMONTE

Lunes, 30 de mayo 2016, 11:13

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Las aventuras del capitán Alatriste son, en suma, nuestra historia contada desde el lado de los olvidados». Son palabras del padre de la criatura. Del inventor de este personaje que cumple ahora, durante estos días, los veinte años de edad. Lo que comenzó siendo una simple apuesta personal por unas historias cuyos lectores aún se desconocían, se ha convertido, con el paso del tiempo, en un fenómeno universal que ha calado, incluso, en las más diversas culturas. Alatriste, como se dirá más adelante en el prólogo de este bellísimo volumen en edición numerada y limitada, es un icono de la literatura española de todos los tiempos. Dicho de otro modo: estamos en condiciones de afirmar que pertenece a ese restringido club de élite en el que aparecen los nombres del Cid, la Celestina, don Juan, el Quijote y esos otros pícaros que tienen como padre y mentor a Lázaro de Tormes. Hace dos decenios ni el más optimista hubiera sido capaz de pronosticar el recorrido de este capitán de los tercios viejos de Flandes que, como su autor deja bien claro al inicio mismo de la saga, «no era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente».

Son muchos los alicientes con los que cuenta esta entrega en un único volumen de casi dos mil páginas. En primer lugar, está el hecho, ya reseñado, de tener la oportunidad de reunir en un solo tomo las siete aventuras publicadas hasta la fecha. Y también está la circunstancia, nada menor, de que se trata de una obra de aquellas que, tras su lectura, da gusto guardar en nuestra biblioteca personal por la elegancia de su edición, cuidada al máximo, con una expresiva portada en letras rojas sobre fondo negro, con una imagen del propio don Diego Alatriste en el centro, que a nadie deja impasible. Por otra parte, también son de agradecer las palabras preliminares del autor, Arturo Pérez-Reverte, quien, con su habitual estilo y la sinceridad que le caracteriza, en tan sólo cuatro páginas, nos pone al tanto del origen de su personaje y de las razones que le llevaron a contar una historia con pocos precedentes en la tradición literaria española. Cuestión más bien fácil si tenemos en cuenta que, como él mismo afirma, le atrajo siempre, desde niño, «esa España fascinante y peligrosa del siglo XVII, de callejuelas estrechas y mal alumbradas, tabernas, burdeles y garitos de juego, corazón de un mundo en guerra, cuando Madrid era la capital del imperio más grande de la tierra».

Un doctor Watson

Pero lo que verdaderamente destaca, al margen, naturalmente, del texto literario mismo y de las geniales ilustraciones de Joan Mundet, es, sin duda alguna, la soberbia introducción que lleva la firma de un conocido y reputado erudito, catedrático de literatura de la Universidad de Zaragoza, Alberto Montaner Frutos. Es el mismo Montaner Frutos que, como caballero del hábito de San Eugenio y lector de Humanidades, aparece en 'Limpieza de sangre' otorgando licencia de impresión para dicha obra. Y el mismo, también, que en 'El puente de los asesinos', firma el soneto titulado 'Aviso de la muerte y empresa moral sobre la divisa del capitán Alatriste', en cuyo último terceto reza: «Si eres así de audaz y así de fuerte,/ te hará volar el soplo de la fama/ sobre las tristes alas de la muerte». Montaner es, en resumidas cuentas, uno de esos amigos fieles del escritor cartagenero que, junto a otros nombres, como los desaparecidos Rafael de Cózar o Pepe Perona, han dejado de ser simples mortales para convertirse, merecidamente, en entes de ficción que funcionan a las mil maravillas. Asegura Montaner que Alatriste, por su comportamiento, por su manera de actuar, está muy próximo a los protagonistas de la novela negra. Con lo que su ayudante, el joven Íñigo de Balboa, narrador de la historia, sería una especie de doctor Watson en versión adolescente.

Uno de los elementos más destacados es el referente a la sabia combinación que se da en estas páginas entre realidad y ficción. De un lado, personajes documentados, auténticos, conocidos por el público (Quevedo, Lope, Felipe IV, Velázquez, etc.), y, por otra parte, los que Montaner denomina «de libre invención». En cualquier caso, lo que sí se pone de manifiesto es el excelente conocimiento que Pérez-Reverte posee de la literatura del Siglo de Oro y, de igual modo, de las autobiografías de soldados del siglo XVII. La novela de aventuras se pone al servicio de una reconstrucción histórica con fines expresamente didácticos, que explica, en gran medida, el éxito que ha tenido -está teniendo- la serie en todos los centros escolares. Montaner en su exhaustivo repaso por el mundo alatristesco, se hace eco de alguna que otra sabrosa anécdota. Como aquella que vivió en sus propias carnes Pérez-Reverte cuando uno de los más importantes museos de Europa se dirigió a él solicitándole la signatura bibliotecaria de los inexistentes, e inventados para la ocasión, 'Papeles del alférez Balboa'.

Un hermoso libro, con una oportunísima introducción repleta de bibliografía que nos hace querer más y entender mejor esta serie. Un bien nutrido tomo que, a modo de colofón, concluye con una exhaustiva cronología de Diego Alatriste y Tenorio, nacido en un pueblo de Castilla la Vieja en 1582 y muerto en Rocroi, a los sesenta y un años, «peleando en el último cuadro de infantería».

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