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El creador catalán Francesc Torres, delante de una imagen de su pieza audiovisual, ayer, en el Centro Cultural Puertas de Castilla de Murcia.
«La Historia hay que hurgarla»

«La Historia hay que hurgarla»

Francesc Torres Artista visual. Expone en el Centro Puertas de Castilla de Murcia una instalación audiovisual sobre la Guerra Civil española

Rosa Martínez

Jueves, 11 de junio 2015, 13:26

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El título, '¿Qué sabe la Historia de morderse las uñas?', de la pieza que Francesc Torres (Barcelona, 1941) expone hasta el próximo mes de septiembre en el Centro Cultural Puertas de Castilla es una mirada cercana a la Guerra Civil española, un viaje en el tiempo que muestra modos de vida, miseria, trabajo, conflicto y la huella inherente al paso de los años. «Siempre me ha interesado la Historia, tanto la española como la universal; lo actual es el resultado de lo que ocurrió hace 80 años», cuenta el artista, también comisario y ensayista y Premio Nacional de Artes Visuales en 2009 por su exposición retrospectiva 'Da capo', presentada en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba).

La pieza que desde ayer se puede contemplar en el Puertas de Castilla, dentro del ciclo 'Miradas al videoarte', es una instalación audiovisual que el creador catalán desarrolló hace un año en la Universidad de Boston durante una residencia artística. En la proyección se mezclan las imágenes que el fotógrafo estadounidense Harry Randall filmó entre 1937 y 1938 en distintas localizaciones españolas siguiendo el día a día de la llamada brigada Abraham Lincoln, un batallón de voluntarios norteamericanos que lucharon del lado del bando republicano durante el conflicto civil; y las grabadas, ocho décadas después, por el propio Torres en los mismos lugares retratados por Randall. La huella del tiempo, la memoria y los vestigios de ese pasado en blanco y negro son parte de esta pieza, comisariada por el profesor de la Universidad de Murcia (UMU) Pedro Ortuño, y que Torres acompaña con la música del compositor estadounidense Colon Nancarrow, miembro de la Brigada Lincoln y combatiente en el conflicto español. En ella también aparece, sonríe Torres, Ernest Hemingway, mucho antes de recibir el Nobel de Literatura que la Academia sueca le entregaría en 1954.

«El material era tan extraordinario que pensé que lo mejor era no tocarlo demasiado; fui añadiéndole cosas», narra el artista. Se topó con las imágenes de Randall en 2006 en Nueva York. Aquel material ya le dejó fascinado; lo metió en lo que él llama «el horno» a la espera del momento oportuno para sacarlo a la luz. Lo fue la residencia artística en Boston.

«Aquel episodio ha dejado mucho patrimonio material que, sin embargo, nadie conoce porque no se trabaja con él. Por alguna razón nuestra Guerra Civil es un gran problema y de eso es responsable toda la clase política española, que piensa que abordarla es complicar las cosas, y en lugar de afrontarla prefiere agarrarse al mito de la Transición ejemplar que se supone que tuvimos». «En todo el país -continúa Torres- no hay ni un solo museo o centro de estudios monográfico sobre el conflicto, mientras otros países como Francia y Alemania sí han expuesto y enseñado su pasado. La Historia, y no solo la nuestra, sino también la general -defiende-, hay que hurgarla constantemente porque es parte de lo que somos».

Él lo ha hecho, al menos con su obra, en cuatro ocasiones. Cuatro veces en cuarenta años de trabajo, remarca, que le han servido para constatar que «la gente tiene muy poca idea de lo que ocurrió»: «Cuando hablo de España se me entiende mejor en Estados Unidos que aquí», señala el artista, cuyos trabajos a lo largo de estas cuatro décadas de carrera se han podido ver, entre otros espacios, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en la Nationalgalerie de Berlín y en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Y la clave de esta paradoja, mantiene, «es consecuencia de cómo se ha decidido enseñar la Historia. Coges los libros de textos de los niños y te das cuenta de que los contenidos son puramente anecdóticos, es como pasar de puntillas».

Puntos de vista

Ocurre algo similar, admite, «en la manera en la que se enseña la Historia de España en Cataluña y el País Vasco, que no tiene nada que ver con la forma en la que se hace en Castilla». Hay, dice, «una óptica manufacturada» y, «como en todo, no hay buenos ni malos; para bailar un tango hacen falta dos. Todos los puntos de vista son defendibles hasta un determinado punto, pero cuando empiezan a convertirse en un campo de batalla ideológico te has metido en un terreno peligroso».

Peligroso pero fácil de desactivar, cree Torres, convencido del poder del arte para hacer reflexionar al espectador: «Si se quiere, la situación se puede arreglar enseguida; si no pasa es porque no se quiere. El Partido Popular ha estado sacando réditos electorales de ello y el nacionalismo lo ha hecho gracias a la actitud del Gobierno central, que le ha permitido aparecer como víctima. Los dos se necesitan», sostiene el creador catalán, favorable con el cambio político surgido en los últimos comicios electorales en las dos principales ciudades españolas: «Tengo mucha esperanza -dice- en el eje que se pueda crear entre [Manuela] Carmena y Ada [Colau], decididas a establecer un lazo directo entre Madrid y Barcelona. Y esto me parece una excelente idea; que empiece a haber complicidades y que cada vez se acerquen más, porque eso va a servir para desactivar muchas cosas en un sentido positivo», defiende el artista.

'¿Qué sabe la Historia de morderse las uñas?' es, además de un relato del pasado, una radiografía humana, de formas, modos y maneras de actuar. Aunque interesado en la violencia como fenómeno y campo de investigación artística, Torres también centra su obra en comprender el comportamiento humano; «por qué somos como somos». Él, dice, es artista porque «no sé hacer otra cosa», porque «siempre he hecho lo mismo y no me he cansado nunca»: «Es -asegura rotundo- mi manera de estar en el mundo».

Espera, concluye, que su obra, expuesta junto a un casco del batallón Lincoln que peleó en España, «haga pensar al espectador». «Toda obra de arte es el punto de partida para una reflexión». Les pide que «piensen sobre lo que han visto, porque tiene que ver con ellos, les pertenece».

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