Borrar
Santandreu, el jueves, durante la conferencia.
Las cosas son como cada uno las ve
LES CUENTO CÓMO PASÓ

Las cosas son como cada uno las ve

El psicólogo Santandreu hizo rebosar el Aula de 'La Verdad' y Cajamurcia

GARCÍA MARTÍNEZ

Sábado, 7 de marzo 2015, 00:58

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Es tan joven que, más que un psicólogo con toda la barba, parece un chaval de botellón y Conocimiento del Medio. A la gente, por lo que uno pudo apreciar, le cae muy bien que un tío de tan pocos años atesore tantísimos saberes, acerca de lo que entendemos por alma humana. Igual que existe el levantador de pesos, Santandreu (llámame Rafa) es levantador de ánimos. Mucha gente lo sigue como si fuera una especie de mesías oracular, alguien que te mejora el vivir en este perro mundo. Lo hace con sus consejos, muchos de los cuales proceden incluso de Epicteto, un filósofo de los más estoicos.

Como el personal le tiene miedo a la muerte (y más aún si es por la inanición que provoca la crisis), este Rafa nos quiso convencer, antes que nada, de que morir es bonito. No estaba muy convencida la audiencia -al menos, al principio; después, no sé-, porque, cuando llega la hora, no se trata de morir solo un poquito, sino que tienes que hacerlo completamente. El psicólogo enfoca la muerte como algo natural que, como todo lo natural, tiene su lado bueno. Y hacia ese lado sugiere que debería inclinarse uno. O sea, hay que morirse lo mejor posible.

Entiende nuestro optimista amigo, mientras refresca su discurso con frecuentes tacos (para que luego digan del plumífero firmante), que casi nunca objetivamos la realidad racionalizándola. Antes bien, la enjuiciamos desde nuestra perspectiva particular. Es esa una facultad (o defecto, según el uso que hagamos) que mueve al individuo a amargarse o a ser feliz, según sea el talante con el que perciba y asimile dicha realidad.

Dicho lo dicho, añado que a Santandreu lo siguen por lo que explica y aconseja, pero también por ser vos quien sois. Este chico posee un carisma que ya quisieran para ellos Rajoy y los otros. Por eso, a pesar de que la sala es grande, se quedaron sin poder entrar más de cincuenta personas, a las que pedimos disculpas muy sinceras.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios