Borrar
:: roberto ruiz
«Ingratitud y cinismo son puro veneno»

«Ingratitud y cinismo son puro veneno»

Benjamín Prado Escritor. El autor de novelas como 'Ajuste de cuentas' participa mañana, en Molina, en el ciclo 'Escritores en su tinta'

Antonio Arco

Miércoles, 4 de marzo 2015, 12:37

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Benjamín Prado (Madrid, 1961) se dice a sí mismo: «Recuerda que no hay nada que no pueda ocurrir cualquier día». Amigo de poetas, contadores de cuentos, músicos, bohemios, ancianos sabios, compañeros de camino, enemigos de la barbarie y amantes de amar, Prado, narrador y poeta él mismo, autor de novelas como 'Ajuste de cuentas' y de libros de cuentos como 'Qué escondes en la mano', ambos títulos publicados en Alfaguara, dice a la gente que quiere: «No te conformes nunca con alguien que no piense que tú eres una llama más antigua que el fuego, que tú eres su razón para vivir». Tiene una cosa clara: «Respeto lo que hace la gente para ganarse la vida, porque en este mundo cada vez es más difícil poder pagar la hipoteca, el colegio de tus hijos y la comida diaria, pero es doloroso renunciar a tus principios para mantenerte a flote, te empiezas a caer mal. Confío en poder mantenerme a flote pudiendo mantener mis principios». Mañana, a las 20.00 horas, en la Biblioteca Salvador García Aguilar de Molina, Prado intervendrá en el ciclo literario 'Escritores en su tinta 2015', que organiza el Ayuntamiento de Molina, en colaboración con La Caixa, y coordina Lola Gracia.

  • Quién Benjamín Prado. Ciclo 'Escritores en su tinta 2015'.

  • Dónde Biblioteca Salvador García Aguilar. En Molina.

  • Mañana, a las 20.00 horas.

  • Ayuntamiento de Molina, en colaboración con La Caixa.

-¿De qué le llegó la hora?

-¡De ser feliz!

-¿Es fácil convivir con usted?

-No es fácil convivir con nadie. Todos tenemos nuestras manías y a todos nos gusta imponernos. Lo que procuro es ser muy cuidadoso con mi pareja; lo más importante en la convivencia es estar con personas que tiren de ti hacia arriba, y no hacia abajo; eso es fundamental. Yo tengo la suerte de que mi mujer tira de mí hacia arriba; es azafata de vuelo, y eso quizás ayuda. [Risas]

-¿Qué reconoce que es?

-Como todos, o casi como todos los escritores, una persona aburrida, porque necesito muchas horas de lectura al día y es muy difícil arrancarme los libros de las manos para que me dedique a otras cosas.

-Eso se lo dirá usted a todas.

-Desde luego. Y funciona. [Risas]

-¿Qué es un placer?

-Con los años uno va sumando pérdidas, defunciones, ausencias y distanciamientos, así es que la ausencia de dolor es uno de los mayores placeres que existen. Y, después, el placer se puede encontrar en tantos sitios: en las personas, en los libros, en los alimentos, en los viajes... Yo he tenido la suerte de tener como maestro a [el poeta] Rafael Alberti, un vividor, en el mejor sentido de la palabra, que disfrutaba de cada paisaje, de cada comida, de cada conversación, de cada viaje, de cada lectura. Qué placer: abrir los ojos y encontrarte con cosas que te gustan.

-¿Qué no entiende de ninguna manera?

-La falta de empatía, no entiendo a esa gente que no es capaz de conmoverse ante los problemas de los demás; y, bueno, ya ni le cuento lo difícil que me resulta comprender cómo también hay gente que es capaz de causarlos, lo cual es todavía peor.

-¿A quiénes dejaría aparcados en el desván?

-A los cínicos y a los ingratos. La ingratitud y el cinismo son puro veneno; creo que son los dos pecados que menos puedo tolerar.

-¿La ingratitud la ha sufrido?

-Sí, y duele. Pero me alarmaría más haber sido yo el ingrato. Creo que entre mis muchísimos defectos no está la ingratitud. Siempre soy agradecido con las personas que me enseñan cosas, o que me han dado su cariño o que me tratan bien. Eso seguro, porque lo tengo muy claro.

-¿Por qué afirmación suya pondría la mano en el fuego?

-El 90% de las personas son buenas.

-Es un consuelo saberlo, sí, aunque si echamos una mirada al exterior...

-...lo que sucede es que, a veces, uno se comporta de manera incorrecta no por maldad, sino por cobardía, por sentido gregario, por ir detrás de otros, por no atreverse, por callarse. Cuántas personas no nos parecen del todo dignas no porque hayan hecho algo malo, sino porque han mirado para otra parte mientras lo hacían los demás.

-Tampoco es que esos comportamientos resulten muy tranquilizadores.

-La verdad es que no, en efecto.

-¿Qué persigue con sus obras literarias?

-Hacer felices a otros, lo cual quiere decir contribuir a su inteligencia, a su conciencia, a su cultura y a su diversión. Todas esas cosas me las han dado a mí los libros que más amo y que van conmigo a todas partes, o físicamente o en mi cabeza, pero que conmigo van.

-¿Qué no falta en su día a día?

-Nunca faltan libros, jamás música; tampoco los diarios, de los que soy un lector compulsivo, y algunos amuletos que también me gusta llevar siempre conmigo.

-¿Qué amuletos son?

-Una fotocopia del carné de identidad de Rafael Alberti, una estampista de Santa Teresa de Jesús, un cromo de [Zinedine] Zidane... Llevo un buen surtido.

-Zidane, menudo cabezazo que le propinó, justo en el momento más inoportuno, a Materazzi.

-Desde luego. Reconozco que lo que me gustaba de él eran las cosas que hacía con los pies. De Zidane se puede decir lo mismo que de Fred Astaire, que es mucho, mucho mejor con los pies que con la cabeza.

-¿'Podemos'?

-Sobre todo, debemos. Debemos librarnos de toda esta gente, al margen del color de la bandera que llevasen en la mano, que han convertido la política española en la cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones.

-¿Quiénes le despiertan simpatía?

-Siento simpatía por cualquiera que nos quite de delante a esta panda de truhanes; eso sí, siempre dentro de la normalidad, de la ley, y si no es para venir a hacer lo mismo con otros apellidos.

Pasarlo bien

-¿Miedoso?

-No soy miedoso, lo que soy es cobarde.

-¿Cómo le gustaría que el público saliese del encuentro con usted en Molina, mañana, dentro del ciclo 'Escritores en su tinta'?

-Mi maestro Alberti, que alardeaba de que siempre hacía más de 135 recitales de poesía al año, camino de un acto siempre decía: 'Hay que conseguir que la gente lo pase bien'. Eso es lo que yo me propongo, que la gente lo pase bien. En esta vida, pocos lujos hay tan sofisticados como el de ser escuchado; en este mundo nadie escucha a nadie cuando habla el otro, sino que ya se está pensando en lo que vamos a decir nosotros después. El ser escuchado es algo que no dejo de considerar nunca un lujo. Y se lo agradezco mucho a la gente que viene a estar conmigo un rato para hablar de cosas que nos importan: la literatura, los viajes, la música, los amigos, la risa...

-¿Qué no deja de hacer?

-Siempre me he alimentado bien: alimentos sanos y comidas frugales. Tampoco dejo de leer y de intentar reírme mucho, porque la risa es la mejor terapia de este mundo. Soy muy de verduras y frutas, de libros, de mis hijos, de mis amigos y de risas, y muy poco de alimentos grasos.

-¿Del alcohol pasa? Se lo pregunto por esta frase suya: «La tristeza es como las heridas: si no le echas alcohol se infecta».

-Más bien pasó el alcohol de mí hace mucho tiempo, él y otros vicios. Hombre, una copita y una cervecita sí que me tomo de vez en cuando con los amigos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios