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El coreógrafo israelí Sharon Fridman (c) trabaja con un grupo de alumnos en el montaje 'Caída libre', ayer en el Centro Párraga de Murcia. :: vicente vicéns / agm
«En este camino cada vez quieres más y tengo miedo a quedarme solo»

«En este camino cada vez quieres más y tengo miedo a quedarme solo»

El coreógrafo y bailarín israelí Sharon Fridman presenta mañana en Murcia la pieza 'Caída libre' con alumnos del máster de Danza y Artes del Movimiento

Rosa Martínez

Jueves, 11 de diciembre 2014, 11:47

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No es el mismo después de cada caída -física y emocional-, el impulso que le hace levantar los ojos del suelo le hace sentir miedo -«como cuando tropiezas con la bicicleta y luego vuelves a montarte en ella», dice- pero ese miedo también le imprime fuerza, deseo, ganas y motivación: «La certeza -cuenta- de que a partir de ahora vas a conseguir lo que te propongas». Se ha dejado arrastrar hasta lo más oscuro, y de cada rincón ha salido reforzado. La idea de caer y levantarse, de trazar un equilibrio de emociones que se rompen con la música es la que centra la propuesta que el coreógrafo y bailarín israelí Sharon Fridman (Hadera, Israel, 1980) presenta mañana en el Centro Párraga de Murcia. Lo hará acompañado de los alumnos del máster de Danza y Artes del Movimiento de la Universidad Católica de Murcia (UCAM), con los que desde el pasado martes lleva trabajando.

  • Qué 'Caída libre'. Compañía de Sharon Fridman. Dónde y cuándo

La experiencia no es nueva, las funciones que hasta ahora ha realizado Fridman de este montaje, premiado en la Feria Internacional de Teatro y Danza de Huesca de este año como mejor espectáculo de danza, se enriquecen de voluntarios, personas ajenas a su compañía, en ocasiones sin grandes conocimientos de danza; «gente 'amateur'» que se funde como uno más en el hilo de un argumento que necesita del contacto, del movimiento continuo de cuerpos y de la complicidad de las manos.

'Caída libre', la pieza que Fridman presenta mañana en el Párraga, es, según el creador, «una forma de buscar la libertad dentro de un nudo social». Está montada con técnicas de contact y es una metáfora de las relaciones sociales, de la vida diaria y de cómo cada persona es incapaz de construir su mundo sin la ayuda del otro. Cómo, explica Fridman, «necesitamos el impulso de los demás y de una red que nos sostenga». Y dentro de esa red también hay libertad.

El proyecto parte de un trabajo de investigación que Fridman trata de desarrollar a través de la danza. Sus movimientos son las respuestas a preguntas que antes no ha podido contestar con palabras y cuya solución ahora descubre en la práctica.

En su trabajo escenifica la lucha del ser humano por la supervivencia, la batalla personal por liberarse de los obstáculos y alcanzar objetivos que solo se consiguen «con el esfuerzo de todos». «Descubres que para intentar cambiar algo, un proyecto, un pensamiento, necesitas dar lo máximo y necesitas hacerlo con el grupo; luego esa conexión te lleva a la desconectar y caes, pero ya es diferente, porque no estás solo».

Una red

Para Fridman el escenario es un reflejo de su concepción de vida, de su filosofía, y es lo que le hace feliz. No entiende la indiferencia, la falta de implicación, la gente que mira para otro lado y vuelve la vista; eso, dice, «lo odio». Y con todos esos sentimientos se cruza cada mañana, aquí y en otros lugares del mundo. La red de la que habla, la que sobre el escenario forman una veintena de cuerpos que se arrastran, se buscan y se juntan, encuentra su razón de ser en «la escucha». «No sé cómo el ser humano se desarrolló en su burbuja, por qué hemos construido hormigón y ciudades antes que el contacto con nosotros mismos, y por qué no nos cuestionamos más cosas».

Sharon Fridman lleva afincado en España desde 2006. Hace dos años presentó en Murcia -también en el Párraga- su espectáculo 'Al menos dos caras', interpretado por él mismo y el bailarín francés Arthur Bernard con el aplauso de la crítica. 'Caída libre' es un proyecto distinto. Con él tiene por delante una gira nacional e internacional. Y en ambas buscará enriquecer su pieza con el apoyo del público y de bailarines voluntarios. «Antes llegaba a las ciudades, enseñaba el trabajo y me iba. Era un viaje demasiado rápido. Lo que busco ahora es conectar con la gente, mostrar, pero también coger nuevos conocimientos de cada lugar», explica. En Murcia ha encontrado variedad, «gente joven» y un grupo abierto a las propuestas del israelí. Con ellos cae y se levanta, y a ellos trata de transmitir su filosofía de vida, su concepto de libertad, de grupo y comunicación social.

A veces pide demasiado, reconoce, va en su naturaleza y le cuesta entender que hay otras vidas, otros estilos de ver el mundo. «Nos quedamos quietos en vez de conectarnos más con el viento y con la tierra». Eso es lo que él busca. ¿Miedos? «Que este camino me vaya a llevar a un lugar en el que esté solo, porque cada vez quieres más y más, y vas perdiendo gente en el camino, pero tengo claro que esto es lo que quiero, que es mi trayectoria y es lo que me hace feliz», sostiene el bailarín. La cita es a las 21.00 horas.

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