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Foto de familia de la batalla 'padres contra hijos' de la última jornada de Minigourmet; ¡hasta el año que viene!
Los regalos de Minigourmet
CRÓNICA

Los regalos de Minigourmet

Padres e hijos disfrutan de un rato «sin iPhones ni iPads» pese a los hinchas espídicos y felices del 'fondo ultrasur'. Piruletas de 'cocholate', brochetas de frutas y hasta sushi nutren los talleres más concurridos (y mágicos) de Murcia Gastronómica

Daniel Vidal

Lunes, 10 de noviembre 2014, 00:54

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El periodista entra en el primer taller matinal de Minigourmet y, de primeras, se lleva una piruleta de «'cocholate'» por la cara. Aquí saben comprar voluntades a conciencia. Que se lo digan también a los 40 niños que atienden hipnotizados a las explicaciones del 'mago' Pedro Pedreño y sus duendes, que ayer 'arbitraron' el duelo a los fogones entre padres e hijos. Un clásico ya en Murcia Gastronómica. Aunque, en realidad, de duelo, de competición, esto no tiene nada: «Dos minipuntos para cada equipo, pero aquí no gana nadie: esto es una prueba de que podéis pasar un rato juntos sin iPhones, ni iPads, ni nada que empiece por 'i'. Un regalo que los padres hacéis a los hijos y los hijos hacéis a los padres. Así que ahora os coméis la tapa juntos». Algunos padres, claro, sueltan la lagrimita y hacen propósito de enmienda. Que la cosa no se quede en el anexo del auditorio. Uno de los padres, que además estudia Cocina en la UCAM, se llena de orgullo: «Mis hijos, con tres y cinco añitos son los primeros que rompen los huevos en casa».

La tapa en cuestión, elaborada por 'bandos' y tras la prueba de fuego de la piruleta 'robavoluntades', era una brocheta de fruta que después se bañó en «'cocholate'». Aquí no se dice de otra manera. José Ignacio, un pequeñajo de tres años con manchas de pastelero por todo el gepeto, el polo y los pantalones, no pudo (o no quiso) esperar a la dulce inmersión y se metió al buche la brocheta sin pestañear y por supuesto sin esperar a los compañeros de equipo. José Ignacio era uno de los miembros más activos del 'fondo ultrasur' de la mesa de los niños, un grupito de enanos espídicos y felices que ni siquiera paraban quietos cuando Pedro se colocaba la nariz de payaso y alertaba de que el semáforo se había puesto en rojo. Por esa misma zona también disfrutaban los murciano-pucelanos Flavia y Raúl y sus primos Nafi y Vicenta, aunque más moderados. «Que me estoy enfadando», avisaba el maestro de ceremonias. Con esa sonrisa y esa cara de buenazo, costaba creérselo. «Yo no soy cocinero con estrella Michelin, pero michelines tengo bastantes», ríe a raudales. La alegría que transmite el chef Pedro Pedreño, voluntario en la asociación Cayam-Cáritas, es un ferrari capaz de generar con un acelerón cientos de toneladas de ilusión y sonrisas. De cero a cien en un segundo.

Algo parecido a lo que ha ocurrido estos días en la puerta de Minigourmet, donde se han agolpado decenas de locos bajitos (con sus respectivos responsables, claro) en lo que dura el canto de un gallo: talleres de iniciación al sushi a cargo de Tiquismiquis, pizzas dulces y pasteles 'made in' Juan Lax, el indispensable y delicioso catering de Antonia Navarro combinado con la ludoteca a la hora de comer... Un universo de variedad, calidad y muchísima diversión: «La afluencia se ha duplicado con respecto al año pasado, y hemos tenido talleres con hasta 80 críos. Sí, hay plazas limitadas... ¡Pero yo no puedo dejarme a un niño fuera! ¡Se me cae el alma!», se sincera el cocinero y 'showman'. No, Pedro, a ti no. Que nos faltan muchas sonrisas.

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