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Dos jóvenes observan uno de los cuadros de la exposición
El rugido póstumo de la pantera

El rugido póstumo de la pantera

El Reina Sofía rescata y reivindica la obra de Patricia Gadea, una de la grandes agitadoras de la movida

Miguel Lorenci

Miércoles, 5 de noviembre 2014, 00:34

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«Peleó siempre como un pantera para reivindicar la libertad absoluta en el arte y en la vida». Así resume Virginia Torrente la actitud vital y creativa de Patricia Gadea (Madrid 1960-Palencia 2006), una de las más activas agitadoras de la movida a quien el Museo Reina Sofía dedica su primera y póstuma gran retrospectiva. Torrente es la comisaria de una muestra que repasa de manera «más o menos cronológica» la vitriólica, hipercrítica y mutante obra de esta creadora radical. Una indesmayable luchadora que, tras un fulgurante inicio, sufrió fuertes altibajos y murió al perder su larga batalla contra las adicciones voluntariamente apartada del mundo.

'Atómic-Circus'. Patricia Gadea

  • Dónde Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Santa Isabel, 52. Madrid. www.museoreinasofia.es.

  • Cuándo del 4 de noviembre hasta el 5 de enero de 2015.

  • Cuánto Entrada general 8 euros. Gratuita lunes, miércoles y sábados de 19

Con apenas veinte años Gadea emergió como un huracán en los primeros compases de la movida. Su obra, a caballo ente la figuración y el pop, encarnaba el atrevimiento salvaje de una época libérrima en la que todo valía y que haría de Madrid y el centro del mundo artístico, desde el inicio de los ochenta a mediado de los noventa.

Virginia Torrente ha titulado la muestra 'Atomic-Circus' tomando prestado el nombre de una de las exposiciones de Gadea, que a pesar de su sórdida muerte, voluntariamente alejada de los círculos artísticos, es hoy un artista de culto para las nuevas generaciones. Torrente ha seleccionado 120 obras de Gadea entre las que destacan sus pinturas de gran formato y los dibujos mucho más íntimos que fueron su refugio y el último motor de su vida cuando buscó refugio y rehabilitación en Palencia.

La mayoría de estos dibujos son inéditos y las obras de mediano y gran formato no se veían desde sus ya lejanas exposiciones de los ochenta y los noventa. La serie 'Circo', espina dorsal de su obra, se expone completa por primera vez en esta muestra dividida en cuatro ámbitos.

'Tragicómic'

Contagiada del entusiasmo de la movida y de la euforia que generó el cambio democrático, sus primeras obras son una celebración de lado salvaje de la vida. Con colores explosivos, su desparpajo se apropia del lenguaje del cómic para dotarlo de un tinte trágico y ácido. En lugar de los grandes hitos de la Disney que motivaron a Warhol o Lichtenstein, Patricia Gadea incorpora a sus collages y composiciones personajes de Ibáñez o Escobar. Mortadelo, las hermanas Gilda, Carpanta, Anacleto o lo vecinos de la Rue del Percebe le sirven para ironizar sobre su propia época.

En los noventa «se le congela su sonrisa y emerge la vena irónica» explica la comisaria. Sus cuadros, carteles y collages se convierten en bombas de relojería que escarnecen a políticos en activo, de Alfonso Guerra a Fraga, pasado por Felipe González o Carrillo.

También a dictatoriales antecesores como Franco o creadores 'integrados' como Antonio López. «Fue pionera en la expresión del desencanto y el desapego de los políticos que hoy está otra vez en la calle, de modo que sorprende la plena vigencia de su trabajo», resume la comisaria.

Hace notar que Gadea fue un de la primeras voces discordantes y que se apropió del lenguaje de la propaganda política y la publicidad «para satirizar la España de la Expo, la Olimpiada de Barcelona y la capitalidad cultural de Madrid o el felipismo». Son los años de la serie 'Circo' (1991-1994) en la que cuestiona la imagen triunfalista de la España oficial y expresa el desencanto que dejó tras de sí el proceso democrático.

Su anterior estancia en Nueva York a finales de los ochenta, es otro de los hitos la muestra y de la trayectoria de una creadora que vivía siempre al día, que amaba «la sensación del momento, el riesgo de mi historia real, en la que lo complejo pueda llegar a ser muy simple. Ironizar sobre los distintos lenguajes y las imágenes dislocadas». En Nueva York formó el colectivo 'Estrujenbank' junto al a su entonces pareja, el también pintor Juan Ugalde y al poeta Dionisio Cañas.

La rehabilitación en Palencia

A mediados de los noventa quiere huir de las drogas y busca rehabilitación en Palencia donde acabaría sus días. Son años de una labor «solitaria e introspectiva que deja atrás la ironía, el sarcasmo y la crítica política para preguntarse quién es Pratricia Gadea, un fase que se ha juzgado como feminista» apunta la comisaria. Entra en una senda más intimista, lírica y serena, con el papel como soporte prioritario, y que deja traslucir una fragilidad que antes ocultaba la fiereza de sus osadas propuestas.

La vida se le escapa pero Gadea no se rinde. «Jamás dejó de luchar» apunta Torrente. Estaba dispuesta a sacar las garras, y como hoy la comisaria, recurría al símil de la pantera. «No soy un payaso roto ni una vedette subida a un elefante: Soy Patricia Gadea acariciado a una pantera negra; es el arte, quizá me muerda».

Virginia Torrente está sorprendida de la gran atención que la obra de Gadea genera en los más jóvenes, que han incorporado a su santuario a esta creedora maldita. Lo hicieron mucho antes del rescate que llega con esta retrospectiva «que evidencia la aplastante lucidez y contemporaneidad de su obra».

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