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Pastor que huele a oveja

BORJA VIVANCO DÍAZ DOCTOR POR LAS UNIVERSIDADES DE DEUSTO Y DEL PAÍS VASCO

Viernes, 29 de agosto 2014, 00:30

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La designación el día de ayer de Carlos Osoro, como nuevo arzobispo de Madrid, es una noticia de gran trascendencia para la Iglesia de España. De todas las posibles opciones que durante más de un año se han manejado para suceder a Antonio María Rouco, que ya presentó hace tres años su renuncia por motivos de edad, la finalmente elegida ha sido la más razonable por diversos motivos y bien consistentes.

En primer lugar, porque Osoro se ha ganado el respeto, el aprecio y hasta la adhesión de todo tipo de espacios eclesiales, en las cuatro diócesis que ha liderado (Orense, Santander y las dos metropolitanas de Oviedo y Valencia). En segundo término, porque sin pretender infravalorar el perfil del resto de arzobispos que tenían más posibilidades -Juan José Asenjo (Sevilla), Braulio Rodríguez (Toledo) y Antonio Cañizares (curia romana)-, Osoro era quien más se asemeja al estilo del Papa Francisco, incluso se parece físicamente a él. Hombre trabajador, humilde, sencillo y austero, amigo de los pobres, discreto pero sociable y a quien le gusta tratar de tú a tú a la ingente y variada cantidad de personas con las que todos los días se relaciona. Es casi un prototipo de «pastor que huele a oveja», de los que tanto aprecia el Papa Francisco. Un día, en Oviedo, improvisó una colecta para comprar un burro a una mujer gitana que le fue a pedir ayuda, porque se había muerto el animal que le ayudaba a ganarse la vida con la venta ambulante. Además, y sin ningún deseo de arribismo, Osoro fue de los primeros obispos de España que hicieron pública su sintonía con los inesperados gestos y el nuevo talante del Papa Francisco. Nunca sabremos de qué manera y con qué intensidad, pero Francisco habrá tenido que involucrarse en el proceso de elección del nuevo obispo de una archidiócesis tan relevante como Madrid y con tanta influencia sobre la futura evolución de la Iglesia Católica en España.

En tercer lugar, su abandono de la Archidiócesis de Valencia ha facilitado el regreso del cardenal levantino Cañizares a España y en concreto a su tierra natal, pues era conocido por todos que ni él ni la Santa Sede se sentían cómodos con el alto cargo curial que ha ocupado en El Vaticano hasta ayer mismo. Y en cuarto y último término, debemos también tener en cuenta que sus 69 años de edad y su buen estado de salud pueden garantizar su ministerio episcopal en la capital de España durante seis o incluso nueve años.

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