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Paco Ureña sale a hombros junto a El Juli y Perera en Santander

El de Lorca pasea dos orejas y da la talla junto a las figuras

francisco ojados

Jueves, 24 de julio 2014, 22:15

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Comenzó bien la tercera corrida de Feria de Santiago de Santander. El primero de la tarde fue un buen toro de Garcigrande los otros cinco fueron del otro hierro de la casa, el de Domingo Hernández- al que exprimió un Juli grandioso. El madrileño le vio su buena condición desde el principio, lo brindó al público y comenzó un trasteo perfecto con un pase cambiado por la espalda. A continuación desgranó series templadísimas por ambos pitones, arrastrando la muleta por la arena, dibujando naturales soberbios. La estocada cayó algo trasera, pero su eficacia no impidió que El Juli ya se garantizara la puerta grande en su primera intervención.

Continuó por el buen camino el festejo, con un Perera en gran momento. Le faltó fondo a su primer enemigo, ya que acabó rajándose, pero le sirvió al extremeño, que lo bordó con la capa, firmado un espectacular saludo, en el espacio de una losa, y un variadísimo quite tras el mini puyazo. Con la pañosa fue muy superior a las prestaciones de su enemigo. Inició la faena con muletazos por alto sin enmendar la planta, y toreó en dos tandas sin ayuda. Una oreja fue su premio.

Con este ambiente, habiendo comprobado como se las gastan los grandes del toreo, llegaba su turno al lorquino Paco Ureña. Quiso torear de capa con las manos bajas, rematando con una buena media. Dejó al toro crudo en el caballo y brindó al público una faena que comenzó algo ansioso, fruto de su necesidad de triunfar. Repuso el toro las embestidas y llegó incluso a hacer hilo con el torero, que se libró de la cornada que le tiró el astado. El final de faena fue de torero bravo, que se arrimó para templar en una buena serie de naturales y en otra diestra, para cerrar con unas ajustadísimas manoletinas. Pinchó en todo lo alto y en el segundo envite se volcó sobre el morrillo para cobrar una gran estocada. Se ganó una oreja que agarró con fuerza, con esa fuerza con la que se quiere agarrar a estos carteles y a estas ferias.

En la segunda parte del festejo, El Juli le tapó los defectos al cuarto, alargando los muletazos y tirando de técnica para que el Domingo Hernández siguiera el trapo por donde quiso el matador. Volvió a mostrar su condición de máxima figura pero pinchó en tres ocasiones y no pudo redondear su tarde con más trofeos.

Repitió en la muleta el quinto de la tarde y fue de menos a más la faena de Perera, que citó de lejos en los inicios, ligó las series en el grueso de su labor y acabó en la corta distancia, con la clara idea de clavar las zapatillas en la arena y, sin moverlas, pasar al toro por uno y otro pitón, los mismos que vio pasar muy cerca en el final por bernadinas. Su premio fue de una oreja, pese a que el público pidió con fuerza la segunda.

Con la puerta grande ganada por sus dos compañeros, a los que brindó, se enfrentó Ureña al sexto. Lo toreó con templanza y suavidad con el capote. Tras un inicio por alto, la faena transcurrió en los medios con el torero de Lorca muy afianzado y corriendo bien la mano para que los muletazos fluyeran limpios y largos. La segunda tanda con la diestra fue extraordinaria. Al natural le costó más al burel seguir el engaño por lo que volvió a tomar la muleta con la derecha en dos series en las aguantó mucho y en las que destacaron lo pases de pecho. Acabó metido entre los pitones, y puso broche con unas bernadinas de infarto, por lo cerca que pasaron las astas de la chaquetilla. El colofón fue una gran estocada hasta las cintas, cobrada a ley, que le permitió pasear su segunda oreja de la tarde, la que le abría de par en par la puerta grande del coso de Cuatro Caminos, que traspasó junto a Juli y Perera.

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