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El concienzudo oteador de ventiscas y borrascas

El concienzudo oteador de ventiscas y borrascas

Juan Esteban Palenzuela compagina su trabajo metódico al frente de la Agencia Estatal de Meteorología con las clases de 'cross-training' en las que se machaca tres días por semana. Su primer encuentro con la profesión que le apasiona tuvo como escenario el aeropuerto de Almería, donde su padre trabajaba

ALICIA NEGRE

MURCIA

Domingo, 1 de abril 2018, 08:09

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El primer encuentro de Juan Esteban Palenzuela con el apabullante mundo de la meteorología tuvo como escenario singular el aeropuerto de Almería. El delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) se hartó de corretear de pequeño por ese aeródromo en el que su padre, enfermero de profesión al igual que su madre, se ganó la vida durante años en el área de atención médica. Fue en esas instalaciones, en contacto directo con los compañeros de su padre que se encargaban de predecir borrascas y ventiscas, donde Palenzuela avistó, aún sin saberlo, el que sería su futuro.

Apasionado de las matemáticas y meteorólogo de vocación, este almeriense vino al mundo, hace 53 años, en Huércal, una suerte de ciudad dormitorio, con más de 18.000 habitantes, muy cercana a la capital y con gran actividad empresarial. Tras trasladarse aún pequeño a la ciudad, junto a sus padres y sus dos hermanos, cursó sus estudios en colegios e institutos de la zona.

Sin miedo a tener que hincar los codos, eligió la licenciatura de Ciencias Físicas, por aquel entonces una rara avis con escasa demanda en su ciudad, cuyo antiguo colegio universitario solo ofrecía el primer curso. La elección le obligó a desplazarse, para continuar con su carrera, a la Universidad de Granada. Más tarde, decidido ya a lanzarse de lleno a la especialidad de Física del Aire y Geofísica hizo las maletas y se plantó en la Complutense, en Madrid.

Pese a que la licenciatura era un hueso duro de roer, Palenzuela, concienzudo y metódico, tomó la determinación de no alargarse más de lo necesario y prácticamente lo logró -la convalidación de unos estudios le obligó a matricularse un año más- sin pringar más veranos de lo necesario. Todo un logro en una carrera en la que los exámenes se convertían en auténticas purgas que apenas superaban diez de cada centenar de nerviosos aspirantes.

Decidido desde el principio a volcarse al servicio público -no ha desempeñado carrera fuera de la Administración-, Palenzuela, con 24 años y la carrera recién acabada, optó por opositar. La Agencia Estatal de Meteorología fue siempre su objetivo. Aprovechando un buen año de oferta de empleo público, y pese a que el temario de Derecho se le atragantaba, consiguió su plaza en apenas doce meses de intensa preparación y se incorporó rápidamente a los servicios centrales de Madrid, al área de Meteorología Aeronáutica. Un destino que tuvo que abandonar, durante unos meses, para cumplir con una obligación, por aquellas fechas, prácticamente ineludible: la mili. Un servicio que cumplió precisamente en San Javier, una localidad a la que, años después, volvería por motivos profesionales.

Tras cumplir con la patria, Palenzuela regresó a la capital española pero lo hizo ya con la firme intención de buscar, cuanto antes, un nuevo hogar. Madrid siempre le pareció un lugar maravilloso para visitar, pero no tan idóneo para ver pasar allí los días. Con esa idea, el actual jefe de la Aemet en Murcia llegó a la localidad sevillana de Morón de la Frontera en el 92, coincidiendo con la inauguración de la Expo.

En Sevilla durante la Expo

Un hito histórico que le permitió aprender mucho y que abandonó poco después para pisar por primera vez la Región, donde ya tenía familia -una hermana vive en Cartagena-. Palenzuela se incorporó entonces a uno de los destinos que más tiempo le ha ocupado y más satisfacciones le rindió: la oficina de San Javier. En este puesto, impartía clases a los aplicados cadetes de la Academia General del Aire (AGA) y facilitaba información meteorológica de gran importancia a los pilotos del Ejército del Aire. «Era un trabajo que te permitía estar al pie del cañón», recuerda.

Con el cambio de siglo, sin embargo, Palenzuela decidió dar un paso más y, a través de concurso, accedió a la delegación de la Aemet en Murcia, como jefe de la unidad de estudios y desarrollos, donde permaneció hasta que se puso al frente de la delegación en 2012. En estos seis años, la Región ha asistido a episodios meteorológicos insólitos, como las nevadas históricas que tiñeron de blanco las ciudades de Murcia y Cartagena, o las elevadas temperaturas que, verano tras verano, han ido batiendo récord.

Casado con una almeriense, Palenzuela dedica gran parte de su tiempo libre a su hijo, que con solo nueve años le reclama mucha atención. Decidido a hacer un esfuerzo por su salud, se machaca tres días a la semana en sus clases de 'cross-training' y aún encuentra hueco para salir, de vez en cuando, a sudar la camiseta con unas carreras.

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