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LA VERDAD
Miércoles, 15 de febrero 2017, 01:51
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Les obligaban presuntamente a trabajar en el campo durante 15 horas diarias por un sueldo de apenas cuarenta euros. La Policía Nacional ha detenido a los cuatro propietarios de una explotación agrícola y ganadera de Librilla acusados de explotar laboralmente a inmigrantes 'sin papeles'. Según fuentes del Cuerpo, los sospechosos sometían incluso a sus empleados a agresiones físicas, como empujones o golpes.
Esta investigación de la unidad contra las redes de inmigración ilegal y falsedad documental (Ucrif) de la Policía Nacional se inició a comienzos de año cuando llegó a oídos de los agentes que en esa finca se estaba dando trabajo a inmigrantes en situación irregular.
Junto a cadáveres de ganado
La investigación destapó, según precisaron las fuentes, que los trabajadores estaban siendo sometidos a condiciones abusivas en materia laboral aprovechándose de que ninguno de ellos tenía papeles. Así, además de carecer de un contrato laboral, no estaban dados de alta en la Seguridad Social. Sus jornadas se alargaban hasta 15 horas diarias por un salario de 40 euros. Y las condiciones eran pésimas, ya que realizaban su labor de recolección de frutas junto a ganadería en estado de descomposición.
Según evidenciaron las pesquisas, en la finca existía un incumplimiento de las obligaciones en materia de prevención de riegos laborales. A los jornaleros no se les facilitaban herramientas de trabajo, por lo que se las tenían que procurar ellos mismos. Además de carecer de material de protección, se obligaba presuntamente a algunos trabajadores a manejar maquinaria pesada sin la adecuada formación o a conducir careciendo del carné.
Esta situación, explicaron fuentes del Cuerpo, produjo que en la finca se dieran algunos accidentes laborales -como cortes, aplastamiento de dedos e incluso alguna caída de altura- que los procesados supuestamente se empeñaron en ocultar. Además, según remarcaron las fuentes, uno de los trabajadores de esta explotación agraria, que se encargaba de la fumigación del campo, llegó a ser despedido cuando pidió a sus superiores una mascarilla tras sufrir un episodio de mareos y diarreas al término de su jornada. La Policía contó con la colaboración de la Inspección de Trabajo.
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