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Luis Provencio muestra el cadáver de un arrui en el Valle de Leyva. :: lv
«Me multan por una oveja cuando Sierra Espuña está llena de arruís abatidos»

«Me multan por una oveja cuando Sierra Espuña está llena de arruís abatidos»

El pastor que denunció a dos celadores de Medio Ambiente por matar a su perro asegura que «ha sido una venganza»

Pepa García

Lunes, 17 de noviembre 2014, 14:12

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Hace poco más de un mes Luis Provencio López escuchó desde su casa, en el paraje de Prado Mayor del Parque Regional de Sierra Espuña, unos disparos que habían dejado mudos a sus perros. Según denunció ante la Guardia Civil, que ha elevado las diligencias a un juzgado de Totana, y reclamó ante la Dirección General de Medio Ambiente, dos celadores de caza -«los de la zona los conocemos», reza en su escrito-, acompañados «del técnico de Gestión de Caza de esa dirección, mataron a tiros a un cachorro de perro doméstico de unos seis meses». Se llamaba 'Mamón' y «me puse malísimo, que me caía», recuerda Luis Provencio.

De momento, cuenta, no ha recibido respuesta de la solicitud formal presentada a la Dirección General de Medio Ambiente. En ella exigía a su titular, además de otras medidas, «que se depuren responsabilidades por la muerte a tiros de su perro», así como que «a los funcionarios implicados se les retire la autorización de llevar armas en el interior de la reserva de caza y del Parque Regional».

Lo que sí llegó a su domicilio la semana pasada fue una notificación de Sanidad Animal, fechada el pasado 28 de octubre, en la que le comunicaban una multa de 3.001 euros por abandonar cadáveres de ganado ovino en las inmediaciones de su finca. Una sanción cuyo origen, cuenta Luis Provencio, se remonta al 20 de marzo del año 2013.

«Ha sido una venganza», asegura convencido de que todo es fruto de una «inquina de muchos años, porque cuando era ganadero y agricultor -lo dejó el verano de 2013 harto de líos y ante la escasa rentabilidad de la actividad- protestaba a los celadores de caza y denuncié que los arruís se comían los sembrados y me destrozaban el vallado. Llamé al técnico y tuvimos palabras fuertes». Por eso está convencido este pastor de que «lo del perro fue una canallada. Ellos mismos reconocieron que no habían matado a los otros porque sabían que eran míos», relata indignado.

En su día -agosto de 2013-, presentó alegaciones al expediente sancionador como respuesta a la iniciación del proceso. Ya entonces indicaba que los huesos encontrados en los aledaños de su finca pertenecían a restos que perros incontrolados y otros carnívoros del Parque Regional dispersan por las inmediaciones. Una circunstancia que en su día reconoció el director-conservador del Parque Regional de Sierra Espuña, Andrés Muñoz, y que en Sanidad Animal no tuvieron en cuenta.

«Pestazo a muerto en verano»

Según Luis, muchos de estos cadáveres no eran de ovejas sino de arruís, abandonados en el entorno sin control de Medio Ambiente y sin que las autoridades competentes los retiren. De hecho, comenta, «este verano había un pestazo a muerto terrible en Sierra Espuña. Entre primavera y verano han abatido cerca de 1.000 ejemplares en los descastes». Y explica que los técnicos de Gestión de Caza les cortan la cabeza y los dejan tirados en el monte, como demuestran algunas de las fotografías que ha hecho llegar a esta Redacción. «Esta semana encontré más y no es que salga a buscarlos, están alrededor de mi casa. Esto es un atropello», clama Provencio.

La sanción desestima esta alegación por no eximirle de la obligación de una correcta gestión de los cadáveres de su ganado, que está obligado a depositar en el foso habilitado para tal fin en su parcela tras rociarlos con desinfectante.

«Es todo una sinrazón. Qué sentido tiene que yo tire una oveja muerta en los alrededores de mi propiedad, como asegura el informe sancionador, cuando estoy autorizado a tener un foso para depositarlas dentro. No niego que hubiera restos de una borrega mía que se haya muerto por el monte o le haya picado una víbora, pero lo otro es un disparate».

A pesar de que el abandono de cadáveres de animales en el monte supone un «riesgo para la difusión de enfermedades», como Sanidad Animal advierte, desde Medio Ambiente no se han puesto medios para corregir la conducta que denuncia Provencio -el abandono de cadáveres de arruís en Sierra Espuña por parte de técnicos de la administración que participan en el descaste de esta especie invasora- y que ratifican, en un escrito fechado el 20 de septiembre de 2013 y dirigido a Medio Ambiente, cuatro vecinos y propietarios de la zona. «En las inmediaciones de la valla que delimita Prado Mayor con el Barranco de Malvariche había a finales de junio de 2013 un ejemplar de arruí enfermo de sarna. El celador de caza reconoció tener conocimiento de ello, pero no fue retirado y sí devorado en ese mismo lugar», recuerda enfurecido Luis Provencio.

De momento, solo le queda el derecho al pataleo, esperar que haya justicia con el asunto de su cachorro y pagar la multa o recurrir a un contencioso-administrativo.

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