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Melgarejo y Garre (c), ayer, en los actos celebrados en Ojós.
La huella de los moriscos
VALLE DE RICOTE

La huella de los moriscos

Ojós homenajeó a las cuarenta familias que fueron expulsadas del municipio y en Ricote se celebró una mesa redonda y un concierto

JESÚS YELO

Lunes, 20 de octubre 2014, 01:07

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Los municipios de Ojós y Ricote celebraron durante todo el fin de semana diversos actos para clausurar el cuarto centenario de la expulsión de los moriscos del Valle de Ricote. El presidente regional, Alberto Garre, y el alcalde de Ojós, Pablo Melgarejo, encabezaron la comitiva que asistió ayer a la misa celebrada en la iglesia de San Agustín en memoria de los moriscos expulsados.

Después de la entrega a los vecinos de ramos de laurel, la comitiva partió hacia el Jardín de los Expulsos del Peñón. Una vez allí, se dio lectura, por parte de Buenaventura Buendía, al Real Bando que acordó la expulsión de las cuarenta familias que abandonaron Ojós. Muchos niños ofrecieron ayer el ramo de laurel al monolito inaugurado el año pasado en memoria de esas familias.

De hecho, entre los que acudieron ayer a la conmemoración se encontraban miembros de la familia Manda, originaria de Ojós y que vive en Bullas, y otros de la familia Banegas, que llegaron desde Bruselas y Palma de Mallorca. El presidente del Ejecutivo regional calificó de «acierto» los actos celebrados. Por su parte, el alcalde señaló que «es de justicia que la Villa de Ojós rinda homenaje a estas personas que fueron injustamente desposeídas de sus bienes, separadas de sus familias y expulsadas de su tierra sin más motivo que estar clasificados como moriscos».

En el caso de Ricote, el pasado sábado, la iglesia de San Sebastián acogió la clausura del cuarto centenario en un acto presentado por el párroco y cronista oficial, Dimas Ortega, y en el que se dieron cita un centenar de personas. Tras unas palabras del alcalde de Ricote, Celedonio Moreno, y del vicerrector de Comunicación y Cultura de la Universidad de Murcia, José Antonio Gómez, tuvo lugar una mesa redonda en la que intervinieron varios investigadores.

Un concierto de órgano a cargo del catedrático de Música de Educación Secundaria, Carlos Rafael Pérez, puso un colofón brillante a una velada marcada por la huella morisca.

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