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M. C. R.
Lunes, 4 de abril 2016, 01:11
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La quema de la sardina estaba programada para la una de la madrugada. Sin embargo, debido al retraso que acumuló el desfile por la concentración de personas afectadas por el timo de las sillas en el entorno de El Carmen, el malogrado pescado no pudo arder hasta la 1.45 de la madrugada. Para entonces, millares de personas se agolpaban en Martínez Tornel. Al final ardió, porque de eso no se libra ni la sardina más popular. Entre lágrimas, como es habitual, con una mezcla de cansancio y emoción, empezó el fuego que pone fin a las Fiestas de Primavera. El alcalde Ballesta, Doña Sardina, el Gran Pez y el presidente de la Agrupación, Gregorio González, encendieron la mecha que prende la llama en el catafalco que presidía Martínez Tornel desde el miércoles. Las lágrimas asomaron en muchos rostros. Los sardineros terminaron ya en la madrugada del domingo exhaustos por la intensa fiesta, pero satisfechos. El fuego redujo a cenizas a la sardina que revivirá el año que viene por estas fechas aunque, como siempre, con su sentencia de muerte escrita.
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