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Representantes de los grupos sardineros, con Gregorio González y Alfonso Avilés.
Mitos que caen en una corrida

Mitos que caen en una corrida

Los sardineros insisten en que no tienen derecho de pernada; la Cofradía de Jesús incluso organizó espectáculos taurinos para financiarse; pitos para los picadores. Al grupo de alcaldes que lideraba Ballesta solo le faltaba la música de 'La aldea del arce'; Puebla se ha aficionado de la mano de Suárez Illana y Padilla

MANUEL MADRID

Martes, 13 de septiembre 2016, 02:22

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El pintor Alfonso del Moral es murciano y tiene 24 años. Vamos, un crío. Pedro Cano, el blanqueño italianizado, el de las granadas de agua y los mares de papel, le habló tanto, y tan bien, de él a Ángel Bernal que este año el joven acuarelista es el autor del cartel de la Feria Taurina: «No puedes llegar a imaginar la ilusión que hace ver tu obra en todas las calles de tu ciudad». Cecilio Martínez, secretario del Club Taurino, lo movía por aquí y por allá como un talismán, realmente orgulloso de que esta obra -un detalle de un capote de paseo y de una chaquetilla en verde armónico y blanco de paz- engrose los fondos del Museo Taurino de Murcia. Ayer, en La Condomina, la cosa iba de arte, y no solo se hablaba de la lidia del toro, que de vez en cuando trasciende y entra en el terreno de la genialidad. Es lo que desean todos. Matías Camacho es uno de los puntales del Museo Salzillo. Vale para un roto y para un 'descosío', y ayer, en la carnicería de Ángel Mompeán (está deseando que se vendan los rabos que le llegan y que Murcia aprecie de verdad cómo sabe esa carne), tenía ganas de descubrir algo que vincula a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno con la fiesta de la toros; decía que en el XVIII se organizaban corridas para financiar a la hermandad. Lo dice un tipo que ha llegado a tener abiertos los ojos 48 horas vigilando «los santos de Salzillo».

Uno nunca sabe de verdad con quién trata hasta que no lo ve en acción en una corrida de toros. Gente aparentemente serena y accesible, de pronto adopta modales de Shrek y pronuncia verdaderos disparates. Si no que se lo digan a los picadores, oficio que no cuenta con ninguna estima entre los murcianos a tenor de los improperios que vierten sobre sus estirpes cada tarde que pasa.

La de ayer fue una jornada útil para desmontar mitos, algunos incluso eróticos. La Agrupación Sardinera desmiente que cueste «un millón de pesetas» por barba participar de sus fiestas. Y sobre lo que se cacarea del derecho de pernada sobre las brasileñas, el presidente, Gregorio González, da fe de que no es así, de que eso es un bulo, cuando no naranjas de la China: «Yo soy el presidente y no he firmado nada de eso; es más, yo no lo he autorizado». Desde los alrededores otros sardineros le lanzaban la 'puyica' a este hombre jovial que todo lo que tiene de grande lo tiene de bueno: «No será por falta de ganas». Entre los sardineros con sangre taurina el que más asoma la cabeza es Alfonso Avilés, presidente del Club Taurino. Aunque pertenece al grupo Apolo, ayer reconocía que el centauro es la gran conexión entre las dos fiestas: es la criatura mitológica, la bestia mitad hombre mitad caballo. Por eso los sardineros no entienden ese maltrato al que se somete al torero de a caballo que pica con garrocha. Será el gen paleolítico.

El director general de Emergencias, Manuel Durán, no falla en la feria con su polo de colores patrios. Digamos que es un misionero españolista. Lidia bien en todos los terrenos, y él mismo se reconoce como «el político de derechas con más mano izquierda». Hasta consiguió que Manolo Escobar aparcara su carro en Lobosillo, su pueblo. Algo tendrá... Ayer se dejó ver por la plaza con María Robles, secretaria general de la Consejería de Presidencia, y Guillermo Insa, otrora director de Empleo Público y de Protección Civil. La consejera María Dolores Pagán no quitó ojo a El Juli. También se dio un garbeo por los toros el consejero de Fomento, Pedro Rivera, un fanático de John Connolly y de su detective Charlie Parker -seguro que se le pasaron por la cabeza algunas de sus hazañas entre muletazos-, y otros exaltos cargos del Gobierno regional, como el exconsejero de Turismo Juan Carlos Ruiz, que no pierde la sonrisa pese a su defenestración pública tras saltar el escándalo de la 'Operación Púnica'.

También hacían buenas migas el exvicepresidente regional Antonio Gómez Fayrén y Fernando de la Cierva, exconsejero de Educación. En pandilla -solo les faltaba la música de 'La aldea del arce'- llegaron a la plaza un ramillete de alcaldes de la mano de José Ballesta, el munícipe murciano con más cornadas que Manolete, y del presidente de la Federación de municipios en la Región, Joaquín Hernández, regidor de Lorquí. Entre ellos, Francisco Jódar, de Lorca; Patricia Fernández, de Archena; José Miguel Luengo, de San Javier; y Marcos Ortuño, de Yecla, siempre tan encopetado. No era el de Lorquí el único socialista; también se vio disfrutar a Carlos Collado, el ex presidente autonómico, que cada septiembre toma su asiento a la sombra entre las multitudes. Gozó con los buenos pases de El Juli; cuando mató a su primero soplaba un viento alegre, y el flequillo del madrileño se le movía como a un adolescente en todo lo suyo. El público de Murcia pedía dos orejas y Paco Cuadrado, el presidente de la corrida, con Pepe Soler de asesor, se hizo de rogar. ¡Lo que le gusta a Cuadrado poner en órbita a la afición local! Fue sacar el segundo pañuelo y la gente se frenó. Hasta el toro fue vitoreado.

El presidente de la Región, Pedro Antonio Sánchez, vino con el «bloque cartagenero», entre ellos el humorista gráfico de 'La Verdad' José Manuel Puebla, que se ha aficionado recientemente a los toros por influjo de su amigo Adolfo Suárez Illana, casado con una hija del ganadero Samuel Flores y del que sabemos que ha llegado a ponerse delante de toros de 500 kilos. Nuestro Puebla pasó un día entero con Juan José Padilla hasta acabar con él en Las Ventas. Con PAS llegó a Ronda de Garay la portavoz del Gobierno regional, Noelia Arroyo, aunque la consejera de Cultura se marchó pronto «para estudiar bien todo lo que llevamos este miércoles al Consejo de Gobierno». También se sumó al clan Pedro Pérez Casanova, el pintor de la diputación de La Palma; César Álvarez, y el guitarrista Carlos Piñana, con su sempiterno buen humor. Por cierto, al presidente Sánchez le entusiasmó que Antonio Puerta, el matador ceheginero, con ansias descomunales de subir puestos en el escalafón, le dedicara su segundo toro.

El monumento andante tenía nombre de mujer: Ana Sifre, una joven murciana a la que se le ponen «los pelos de punta» con todo lo que tenga que ver con la tauromaquia. Su madre, Ana de la Soledad García, se abanicaba con gusto al verla con su sombrero cordobés, su moño y sus claveles y un conjunto de dos piezas de encaje en rojo y negro, de Zara.

Por la plaza pasaron nombres que saltaron a la arena como novilleros. Es el caso de Paquito La Vega, de la época de Pepe Maeras, que reorientó su carrera y ahora se dedica a la construcción. Tanto es así que está terminando un tentadero en Mula.

Los mozos que pusieron de pie al caballo de Ponce en el primero se llevaron el abrazo de la jornada. Un momentazo. Por lo demás, la plaza olía a girasoles, a pipas devoradas por imparables bocas de sal. No faltó ni Cristo. Los antitaurinos se manifestaron con frases del papa Francisco en defensa de la vida animal, y un joven de cabellos largos lloraba con carteles contra el maltrato. Para entonces José Ríos, El Molejo, «el chulo de banderillas de la plaza», como le dicen en Las Ventas, ya estaba en su puesto, con todos los aparejos listos para la mejor faena. ¿Qué puede tener el toreo de ciencia? Poco o mucho, según el equipo directivo del Cebas, el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura. Su director, Juan José Alarcón, entre los presentes, asegura que el arte también tiene alma científica.

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