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López Simón y El Fandi, a hombros en La Condomina.
López Simón vuelca La Condomina

López Simón vuelca La Condomina

El diestro madrileño sale a hombros con El Fandi y Manzanares corta una oreja por una faena de finas formas

francisco ojados

Martes, 13 de septiembre 2016, 18:30

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Acabó la última corrida de toros de la feria con una doble puerta grande, la de El Fandi y López Simón. El primero, a base de oficio y con su sentido del espectáculo, y el segundo al cuajar una gran faena a un manso al que le sacó todo el fondo. Una oreja paseó José Mari Manzanares, que se quedó con la miel en los labios al cortar una oreja del primero de su lote.

La terna lidió un encierro de la ganadería de la familia Matilla, de García Jiménez, que fue remendado con un toro de Victoriano del Río, que se lidió en primer lugar. Ese fue el más toro de todos los que salieron de toriles en la tarde de este martes, por hechuras, por romana y por cualidades, pues fue bravo y repetidor, y embistió con clase y largura. Le cayó ese astado en suerte a El Fandi, que lo echó por delante. Estuvo muy activo con la capa el de Granada, tanto en el saludo, muy variado, como en el quite, rematado con una vistosa serpentina. Colocó los garapullos con su habitual espectacularidad, colocando tres pares en los que destacó el segundo, al que siguió un tercero, al violín, muy celebrado por el público al igual que el brindis, desde los medios. En aquellos terrenos de afuera citó Fandi de rodillas para torear en redondo en un inicio de faena en el que incluso dio un circular infinito, en el que exigió mucho al de Victoriano. Luego ofreció una faena muletera larga, con sus formas, poco refinada pero efectista, en la que se hinchó a torear a un gran toro por duración, por bravo y por sus embestidas por abajo. Finalizó con molinetes de rodillas y acabó de una estocada desprendida y cuatro descabellos, motivo por el que sonó el aviso y voló la posible oreja.

Más novillos que toros

Sí las cortó del cuarto, bonito de hechuras, como los cinco de García Jiménez, que en cuanto a trapío fueron más novillos que toros y que se taparon porque se movieron. Como dato, el segundo y tercero de la tarde acababan de cumplir como toros este mismo mes de septiembre.

Ese cuarto, además pobre de cara, tuvo viveza en el capote. Vio su buena condición El Fandi, que lo dejó prácticamente sin picar. Fue bueno el saludo de Fandi, que en el quite comenzó con una lopecina, siguió por chicuelinas y remató con la media de rodillas. Como en su primero, tomó las banderillas. Esta vez colocó tres pares traseros, el segundo de ellos de dentro a fuera y el tercero al violín. Se le pidió un cuarto, lo regaló el diestro y ese fue el mejor par de todo el tercio, cuadrado en la cara y de poder a poder. Brindó a la concurrencia y de rodillas comenzó su faena para animar el cotarro. Pronto sonó la música, lo que ayudó aún más a conectar con la grada. El astado tuvo clase, recorrido y buen tranco y tomó la muleta por abajo. Lo aprovechó Fandi, con tandas muy notables con la zurda, firmando naturales largos. El trasteo acabó bajo los tendidos de sol, con pases por alto y el público cercano siguió la faena con clamor. Un aviso inoportuno cuando montaba la espada no fue óbice para que la estocada entera cumpliera su cometido. El animal dobló pronto y el personal pidió las dos orejas. Ovación para el toro y las dos orejas para Fandi, que le abrían la puerta grande.

No hizo mal las cosas de salida el segundo. Apenas se picó y Manzanares no lo brindó. Sin embargo, el toro se movió con clase hasta el final, cuando hizo por rajarse y lo mantuvo en los vuelos el alicantino, que por momentos de la faena se vio muy molestado por el viento. Pese al inconveniente, José Mari se acompañó con muchísimo gusto la embestida, sobre todo en las dos primeras tandas con la derecha y en otra por el mismo pitón tras probarse al natural. Tandas que tuvieron plasticidad y empaque enorme. La elegante faena fue rematada con un gran volapié. Cortó una oreja, apuntó, pero queda pendiente la gran faena de Manzanares en Murcia, porque ante el quinto solo pudo lucir en un quite por chicuelinas, de manos bajas, que recordó a su padre. Al toro le faltó sal, se quedó muy corto en la muleta y pese al trabajo de José María Manzanares no hubo emoción. Mató de un buen volapié, aunque precisó después de dos descabellos.

Fue el joven López Simón el que protagonizó los momentos de mayor impacto del festejo. Si con su primero no pudo lucir, pese al intento de recibir a pies juntos, se desquitó ante el que cerró plaza. Al tercero se le lidió de manera deslavazada y Vicente Osuna pasó sus apuros en banderillas al asomarse al balcón. Además, dio una voltereta el toro, para afligirse más. Fue toro escaso de todo, huidizo y manso, por lo que la faena se convirtió en una persecución del diestro a la res para lograr dar algún pase suelto. Al segundo intento cobró la estocada y el burel se marchó a doblar, como estaba cantado, cerca de la puerta de chiqueros.

Fuegos artificiales

Otra cosa lo del sexto, que también manseó en los primeros tercios. Lo brindó en los medios y allí mismo se descalzó. El inicio fue de fuegos artificiales, con las dos rodillas en tierra y ligando los muletazos. Las tandas en redondo tuvieron personalidad, resultando arrolladoras, desmayada la figura. Toda su labor se produjo en terrenos de tablas para aprovechar las embestidas que acabó por regalar el de Matilla. Los pases de pecho, carteles de toros, y la estocada recibiendo fue el trueno final al particular castillo de cohetes lanzado por el de Barajas. Con un espadazo, vendió cara su muerte el de García Jiménez, que se ganó la ovación del público por su muerte de toro bravo. Las dos orejas paseadas por López Simón fueron la constatación del triunfo cabal del actual número uno del escalafón.

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