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Jardín del recinto de fiestas de Los Ramos. En este caso, los desperfectos afectaron a la parte adoquinada. Los atacantes destrozaron la zona de aparatos de juegos infantiles, desanclando aparatos y rompiendo el pavimento, lo que obligó a los técnicos a reparar por completo el entorno.
La reparación de jardines rotos por actos vandálicos cuesta casi 1,2 millones al año

La reparación de jardines rotos por actos vandálicos cuesta casi 1,2 millones al año

El Consistorio hace un llamamiento a la colaboración vecinal para evitar la sangría que supone reponer los desperfectos

Manuel Madrid

Lunes, 29 de agosto 2016, 12:17

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El Ayuntamiento se enfrenta cada ejercicio a una verdadera sangría en sus cuentas por culpa de los actos vandálicos. Cada año la reparación de destrozos cuesta a las arcas municipales cerca de 1,2 millones de euros, una cantidad nada desdeñable que, lejos de menguar con el paso de los años, se incrementa, lo que demuestra lo infructuosas que han resultado hasta ahora los llamamientos a la urbanidad. El término municipal de Murcia cuenta con 8,7 millones de metros cuadrados de zonas verdes (parques y jardines), lo equivalente a siete veces el parque del Retiro de Madrid, o mil campos de fútbol como el Santiago Bernabéu. Del mantenimiento y reparación de estos espacios se ocupan más de 200 operarios cada día, a través de la contrata del servicio, la empresa murciana STV, que cuenta con un servicio permanente de identificación de daños y reposición de los mismos «de forma inmediata», si es posible.

De esos 1,2 millones de euros destinados a mantener en perfecto estado los jardines, el mayor pellizco se dedica a la reparación de juegos infantiles y gerontogimnasia (327.200 euros) y al pintado y lijado de bancos y butacas (302.000 euros), pero también son importantes las partidas para reparación de bancos (88.000 euros), eliminación de grafitis y pinturas (70.000 euros), reposición de arbustos (60.800 euros) y de plantas de flor (78.000 euros), y rotura de aspersores (10.000 euros). En menores cuantías, pero igualmente habituales, se cuentan otras incidencias como los destrozos de la red de riego y del sistema de automatización, de muros, paredes, mampostería, escenarios, vallas perimetrales, fuentes y estanques. Los tratamientos en pérgolas, el pintado y lijado de bancos y butacas, y la reparación de fuentes y mobiliario urbano es algo corriente.

¿Quiénes son los vándalos? ¿Están identificados? Los responsables de la Concejalía de Calidad Urbana y de la empresa STV insisten en que en determinados lugares son las mismas personas, generalmente jóvenes que cargan contra todo lo que pillan a su paso tras una noche de borrachera. Es el placer de destruir lo que les motiva, y lo mismo da que sea un aspersor que una palmera o una morera recién plantada. El concejal de Calidad Urbana, José Guillén, explica que la Administración municipal trata de atajar el vandalismo mediante campañas informativas y de sensibilización entre el alumnado de Primaria y Secundaria, motivando a los niños y adolescentes a respetar las zonas comunes y concienciarles de que lo público es de todos. «Es una tarea complicada que debe comenzar a edades muy tempranas. Y en la familia y en los centros educativos desde Primaria. No romper, no maltratar nuestro entorno, amar la vida natural, preservar lo que nos rodea, hacerlo atractivo a los sentidos... y, sobre todo, fomentar el amor por lo nuestro».

Premiar las conductas positivas y útiles, que cunda el ejemplo, es el propósito, más allá de la denuncia pública y la sanción administrativa, según el concejal Guillén. Pero lo cierto es que, a menudo, las conductas ejemplares brillan por su ausencia, y pocos espacios abiertos se libran de las pintadas, del porrazo a conciencia y de la destrucción. Los ataques al mobiliario urbano preocupan a la Concejalía. Desde STV afirman que las actitudes bárbaras se dan en todas las ciudades, si bien en Murcia se aprecia una mayor necesidad de seguir trabajando aspectos como el de crear conciencia colectiva en favor de la conservación.

Todos pagamos

El vandalismo obliga precisamente a dedicar más tiempo a la reparación, destinando un elevado número de horas de personal y de suministros. Al final todos los murcianos pagamos. El Ayuntamiento carga con la reposición de desperfectos, que solo en jardinería llega a 1,2 millones de euros, que equivale a 40 euros diarios en los últimos 12 meses. Donde más se observan las consecuencias es en los elementos del mobiliario (bancos, juegos infantiles), elementos de obra civil (pistas deportivas, muros, mampostería, escenarios, vallados, pavimentos, etc), elementos de riego, fuentes y lagos, y reposiciones vegetales (arbolado, arbustos y planta de flor), y otros (rotura de cuartos de bombas y elementos ornamentales).

El gerente de STV Gestión, Juan Alcántara, y el director de Área, Alejandro Cardona, señalan que la partida de vandalismo incluida en el contrato es alta, y hay situaciones habituales, como la del pintado de bancos, que en parte viene motivado por un gesto tan cotidiano como el de sentarse en los respaldos con los pies en los asientos. Este es uno de los deterioros más comunes. Lo mismo ocurre con los aspersores de riego, y con los juegos infantiles. «Es un porcentaje muy gordo del contrato el que se va solo en reparación de actos vandálicos, entendidos éstos como un mal uso de las instalaciones públicas fundamentalmente», mantiene Cardona. Muchos de los jardines son utilizados inadecuadamente como escenario de partidos de fútbol y para la celebración de botellones, por lo que raro es el lunes en que los operarios no dan parte para la reposición de praderas de césped, por ejemplo. «La resiembra de parterres se debe principalmente al vandalismo, esa es la primera causa de roturas que tenemos».

«Puntos calientes»

En todo el municipio se dan casos, y hay zonas más conflictivas, en entornos con viviendas sociales. Desde STV informan de que en cada barrio o pedanía hay dos jardines donde se registran de forma habitual casos de vandalismo. En la Concejalía los conocen como «puntos calientes», donde se dan ataques contra las zonas de juegos infantiles, y raro es el fin de semana en que no se registra un estropicio. El robo de programadores de aspersores es frecuente, pese a que esos aparatos no tienen ninguna utilidad si no es para esta función. También se han registrado situaciones extraordinarias, como utilizar bancos de madera para hacer hogueras. Hay zonas más sensibles al vandalismo, donde se sabe que la reposición de un elemento que se rompe con frecuencia durará poco, y ahí es donde la administración admite una cierta sensación de frustración que tal vez solo pueda combatirse con la educación.

Hay jardines de la ciudad que cuentan con cámaras de vigilancia, que tienen también una función disuasoria. «Generalmente funcionan porque donde la gente ve que está más expuesta a que la pillen, pues se respeta más esa zona», añade Cardona. Lo mismo sucede en lugares donde hay presencia policial regular. En El Malecón, por ejemplo, no se registra un vandalismo asociado a roturas de elementos, pero sí que es un jardín donde hay conflicto por la presencia de perros, que invaden parterres y despedazan plantas y árboles. Este es la razón por la que el Consistorio está apostando por la creación de nuevas zonas de esparcimiento canino, ya que una de las principales quejas de los usuarios es la presencia de excrementos en las zonas de recreo más demandadas.

También se dan incidencias con las luminarias -hay 100.000 en el municipio- y con las pilonas corta-tráfico, tanto ordinarias como inteligentes. A la vista de lo que cuesta reparar desperfectos, la tendencia es instalar elementos antivandálicos.

«Los programadores se controlan por radiofrecuencia desde la central, y quien se lleva un cacharro de esos quizás no sepa que no vale para nada. Sí, vamos cada vez más hacia la instalación de materiales que no se puedan robar o romper tanto. Por ejemplo, vallas metálicas de polietileno, en lugar de madera, que se astilla y se quiebra con facilidad. Lo mismo ocurre en los juegos infantiles. En la innovación de jardines se avanza precisamente por esta vía», detalla Cardona. La colaboración, por tanto, es imprescindible para mantener nuestros parques como si fueran nuevos.

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