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La concejal Cochita Ruiz junto a Rita Enabulele y Nany Manzanares, de la Asociación APRAMP.
Siete pesadillas con final feliz

Siete pesadillas con final feliz

APRAMP, la Asociación de Atención a la Mujer Prostituida, ha logrado este año rescatar a 7 chicas que eran explotadas en pisos

María José Montesinos

Jueves, 30 de junio 2016, 01:11

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Llegan a España, a Murcia, huyendo del hambre en su país de origen -Nigeria, Brasil, Paraguay, Rumania... y en busca de un sueño. Que no es otro que comer o poder vestir como las mujeres que han visto en la televisión o en el cine. Para conseguirlo se empeñan hasta los dientes y se comprometen a pagar 40.000 euros o más a las mafias que las captan, con el engaño de darles un trabajo que, al final, no es otro que la explotación sexual en locales de alterne o en pisos.

La Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP) presta ayuda a este colectivo tan vulnerable a nivel nacional y también en Murcia -Avenida Río Segura, 1, entresuelo, Despacho nº 1-. La coordinadora Nany Manzanares explica que trabajan con una unidad móvil, una especie de despacho itinerante, que se desplaza a las calles donde están los pisos donde se ejerce la prostitución. Con la excusa de facilitarles información sanitaria y repartirles preservativos, profesionales especializados, agentes sociales y, en ocasiones, mujeres que han dejado la prostitución, entran en contacto con las chicas. APRAMP lleva a cabo un proyecto de Atención Integral a personas prostituídas y/o víctimas de trata, que va desde la toma de contacto con la mujer hasta que una vez recuperada accede al mercado laboral o retorna en condiciones de seguridad a su país de origen. «Con la toma de contacto -explica Nany Manzanares- se crea un círculo de confianza. Contamos con una unidad de emergencia, un teléfono 24 horas (609 589 479), que garantiza la localización inmediata y la identificación de la mujer víctima de trata.

Rita Enabulele, nigeriana, conoce de cerca el problema de la trata de mujeres y la explotación sexual. Cuenta el caso de una compatriota que abandonó Nigeria con 20 años siguiendo el sueño migratorio que es el común denominador del 99% de las mujeres: «La engañaron, se vino a España porque quería tener cosas bonitas, su propia vida y, además, el dinero de aquí es mucho dinero allí. Las mafias van a sitios donde hay mucha pobreza. A ella la rechazaron tres veces, pero siguió insistiendo porque quería cumplir su sueño, vivir una vida, tener comida y poder ir bien vestida». Tuvo que pagar 40.000 euros para que la trajeran a España y se comprometió a pagar la deuda con su trabajo. Cuando llegó a España la mandaron a un club. No podía hacer lo que ella quisiera. Le lavaron el cerebro. La vigilaban. Ella pensaba 'aquí me moriré'. 'Esto es un túnel que no tiene luz'». Después de varios años en clubes, pisos y hasta en la calle, se armó de valor para escapar. Cogió la maleta con unas pocas cosas y se escapó aprovechando que no había vigilancia. Tuvo que dormir en la calle un par de días, pero al final consiguió salir de esa pesadilla. Fue una decisión muy difícil para ella porque sabía que algunas no lo consiguen y mueren en el intento. Pero no podía más. Pensaba que su vida no valía nada y tomó la decisión de escapar sin saber donde iba a terminar. O vivo o muero, se dijo. Y consiguió vivir».

Nany Manzanares explica que la trata de mujeres «es un problema creciente y, además, cada vez es más baja la edad de las mujeres obligadas a prostituirse». En cuanto al perfil, suelen tener entre 18 y 22 años, aunque las hay más jóvenes, y el 90% son extranjeras. Hay muchas que proceden de Nigeria, pero también las hay de Rumania, Brasil, Paraguay y un 10% son españolas.

Manzanares sabe que la cifra no es para tirar cohetes y que no daría para un gran titular de prensa, pero informa de que «hemos conseguido rescatar a siete mujeres en lo que va de año, alguna menor de edad. Para nosotros es muy importante porque es salvar siete vidas».

Una vez que la asociación contacta con alguna de estas víctimas, que quiere cambiar de vida, le ofrecen un piso donde alojarse y con la protección adecuada para que no la encuentren sus proxenetas. Como la red es nacional, la pueden enviar a otra ciudad. Otro de los objetivos es capacitarlas para su inserción laboral para lo cual APRAMP tiene un centro de atención sociolaboral, que permite dotar a las mujeres de estrategias y herramientas que les sirvan como guía para su búsqueda de empleo.

Paralelamente se les ofrece información y acompañamiento en todo su proceso de recuperación, así como en el procedimiento judicial y de apoyo para la interposición de la demanda policial. Si la mujer decide retornar, la ayudan y le exponen las alternativas disponibles una vez se establezcan en el país de origen. Si decide quedarse, se les diseña un programa personalizado de inserción.

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