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Salida de la Ronda Oeste hacia Espinardo, donde ardieron hace unos días unas palmeras que aguardaban ser podadas desde hacía años.
Una ciudad dejada de la mano de Fomento

Una ciudad dejada de la mano de Fomento

Murcia es la única entre las grandes capitales donde el Ministerio no gestiona el cuidado de los accesos a través de convenios

Antonio Botías

Lunes, 30 de mayo 2016, 12:14

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Ni una sola de las grandes capitales españolas mantiene sus accesos al casco urbano en tan malas condiciones como sucede en Murcia, donde se acumulan escombros y la maleza brota mientras las palmeras -que crecen sobre terrenos del Ministerio de Fomento- aguardan desde hace años una poda. Ni una sola capital ofrece al turista tan pobre imagen. E incluso en algunas de ellas, como es el caso de Zaragoza o Valencia, entre la administración central y la local cuidan de que esas entradas, que son lo primero que se encuentran quienes las visitan, luzcan como deben.

El mecanismo más habitual es la firma de un convenio de colaboración mediante el que ambas administraciones acuerdan repartirse los trabajos de mantenimiento y limpieza. En Zaragoza, como explican desde su Alcaldía, «se remonta a finales de los años ochenta e incluso tenía nombre: Plan de Accesos a Zaragoza». Cierto es, en cambio, que se ejecutó «muy poco» hasta que en 2002 «se retomó para embellecer la ciudad de cara a la Exposición Universal de 2008. Hoy la colaboración es muy estrecha».

Similar situación permite ofrecer espléndidas rotondas y jardines a la entrada de la monumental ciudad de Granada. Y, en este caso, es Fomento el organismo «que se encarga de tenerlo todo cuidado. Es algo que ellos gestionan», apuntaban el pasado viernes fuentes del gabinete de comunicación del Consistorio. El único roce con la administración central, como en tantos sitios, es la solicitud para desdoblar una de sus carreteras más concurridas. «Hasta ahora, Fomento se limita a no responder».

En Murcia, en cambio, se vio obligado a reaccionar. Porque en la capital de la Región, el séptimo municipio en población de España, la situación se convirtió en insoportable cuando 'La Verdad' publicó hace unos días que la existencia de ramas secas en las palmeras provocaría pronto un incendio. Y así sucedió apenas veinticuatro horas después.

El Ministerio de Fomento, a través de la Delegación del Gobierno -aunque el delegado, Antonio Sánchez-Solis de Querol, no realizó declaración alguna- aseguró entonces que la prioridad de la institución es «mantener las carreteras y sus márgenes en zona de dominio público en perfecto estado, pero, en ningún caso, puede realizar jardinería ornamental».

La Demarcación de Carreteras, pese a todo, comenzó a retirar los escombros, aunque insistían en que no era su cometido cuidar de las plantas que ellos mismos plantaron hace años. Pero olvidaban algo. La propia ministra de Fomento, Ana Pastor, durante una visita el pasado 26 de abril a las obras de la autovía que une Jumilla y Yecla, aseguró que se acometerían medidas de «integración ambiental». Y entre ellas, mire usted por dónde, la «plantación de especies autóctonas de árboles y arbustos». No explicó la ministra quién se encargaría luego de regar y podar esas plantas.

La situación en otras comunidades es bien diferente. Y los resultados saltan a la vista apenas uno abandona Murcia y viaja a otras latitudes. En la Comunidad Valenciana, como señalan fuentes de la Delegación del Gobierno en esa región, la norma es «realizar convenios y acuerdos para repartir el trabajo a realizar entre Fomento, los ayuntamientos o las comunidades o diputaciones».

Eso permite que Alicante luzca entradas dignas de fotografiarse mientras la salida murciana hacia la avenida Juan Carlos I presenta una hilera de palmeras que no han sido podadas desde hace varios años.

Un acuerdo «verbal»

En el resto de Andalucía, por aportar otro ejemplo, se han tomado en serio la necesidad de que sus carreteras ofrezcan una imagen intachable. Y no solo en zonas turísticas costeras o en capitales como Sevilla y Málaga. Incluso en las pequeñas poblaciones del Valle de Lecrín, en Granada, al oeste de La Alpujarra.

Allí se desarrolla el proyecto denominado 'Acondicionamiento paisajístico de los accesos a pequeñas poblaciones', una iniciativa impulsada por la Consejería de Obras Públicas y Transportes de Granada, en colaboración con las Consejerías de Fomento y Vivienda y de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, asesoradas para este fin por el Centro de Estudios Paisaje y Territorio.

Desde Carreteras de Murcia, a través de la Delegación del Gobierno, aclararon hace unos días que durante más de diez años también «existió un convenio entre el Ayuntamiento y la Demarcación», convenio que calificaron como «verbal» y por el que Carreteras se comprometía a invertir «en sistemas de regadío y pozos», mientras que el Consistorio se encargaba de «mantenerlos, de limpiar y de la jardinería».

Lo que esconden los terrenos

Sin embargo, el Ayuntamiento «dejó en su día» de realizar estas tareas en esas zonas «y Carreteras no tiene la capacidad de mantener tal cantidad de extensión de terrenos. Eso es tarea del Ayuntamiento». Convenio que, de haber existido alguna vez, sería ilegal puesto que las administraciones no pueden realizar ningún acuerdo «verbal».

Pese a ello, también mostraron su disponibilidad a «ratificar o retomar ese convenio». Pero no aclararon que el ofrecimiento esconde un regalo envenenado para el Consistorio: unos 400.000 metros cuadrados, según fuentes de Carreteras, que el Ayuntamiento podría aceptar, tal cual están, para luego tener que invertir en su recuperación una millonada. «Así que lo mejor será ir por partes», apuntan otras fuentes próximas al caso. Porque, de lo contrario, no se irá a ningún sitio. Por partes y con acuerdos puntuales es como también lograron sacar adelante la gestión de estos espacios en Albacete, otra de las capitales que cuida de sus accesos de una forma más o menos aceptable. Como debieran lucir las entradas y salidas de Murcia, una ciudad que se enorgullece de ser la más visitada de la Región y que debería cambiar la impresión que muchos se llevan de ella.

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