Borrar
Bolsas de huerta junto al núcleo de Cabezo de Torres; al fondo, el castillo de Monteagudo.
La edificación desordenada se lleva por delante el 30% del terreno de huerta

La edificación desordenada se lleva por delante el 30% del terreno de huerta

Arquitectos de la UPCT advierten de que la ocupación de superficie agrícola por el ladrillo no se ha frenado ni durante la crisis

Miguel Rubio

Martes, 13 de octubre 2015, 10:55

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La ocupación desordenada por construcciones le ha dado un bocado de 3 millones de metros cuadrados a la huerta. La cifra (que se traduciría en unas 25.000 viviendas) responde a una investigación de un equipo de arquitectos y urbanistas de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), que han analizado la pérdida de suelo agrícola por la dispersión del ladrillo en el último siglo, más allá de los núcleos consolidados.

Según el profesor Marcos Ros, coordinador del estudio, esa extensión de terreno desaparecido como superficie de cultivo sería en realidad diez veces mayor, ya que «la 'huella' de cada vivienda anula por completo una superficie de al menos entre una y dos tahúllas», en referencia a las parcelas que suelen envolver a esas construcciones. Así, según sus cálculos, el suelo agrícola inutilizado alcanzaría ya 30 millones de metros cuadrados (un 30% de las 10.000 hectáreas que abarca la huerta de Murcia)

La investigación 'Migraciones transversales en entornos periurbanos: patrones de ocupación de la Huerta de Murcia 1928-2015' advierte de que la expansión urbana difusa en este cinturón verde de la ciudad no ha encontrado freno ni siquiera en los peores años de la reciente crisis económica. El despegue se produjo en los años 60 del pasado siglo, y desde entonces el avance de esta «ocupación dispersa» de terreno ha sido de un 10% cada año. Ni siquiera en las áreas de huerta más saturadas, como la zona oeste (La Albatalía, La Arboleja...) ese aumento se ha resentido.

El estudio (en el que han trabajado Fernando Miguel García, Francisco José Bernal y Dictinio de Castillo-Elejabeytia) avisa de que la situación generada por ese fenómeno es «altamente preocupante», ya que la elevada tasa de ocupación residencial «pone en peligro la viabilidad de los usos agrícolas» de este fértil entorno surgido de la colonización musulmana a partir del año 825.

Los investigadores (que apoyan su análisis en las series ortofotográficas que se conservan desde 1928 y la cartografía del Catastro) aclaran, no obstante, que no se trata tanto de un problema de cantidad. Lo importante, a juicio del equipo de arquitectos, es que «la dispersión de esa ocupación genera bolsas ineficaces de huerta». Se refieren los autores a parcelas que quedan como islas entre esas viviendas desperdigadas, y que, debido a su encajonamiento entre ladrillos y cemento, dejan de ser productivas. El final es que acaban por caer en el abandono. Es en estos islotes de huerta donde los investigadores proponen empezar a actuar para salvar ese ecosistema. Entre sus sugerencias, los expertos abogan por impulsar la adquisición y el alquiler de parcelas para huertos urbanos y potenciar una economía agraria basada en «cooperativas de alta especialización, cultivos ecológicos, mercados locales y productos con denominación». También, destacan la importancia de conservar la milenaria red de riego. En definitiva, este SOS en defensa del paisaje agrario que rodea la ciudad, pretende explotar su uso turístico y de ocio, pero sobre la base de mantener la huerta como espacio productivo ligado a la agricultura tradicional.

25.000 construcciones

¿Y cómo se ha llegado a esta estampa enladrillada de la huerta? Los expertos señalan que el modelo de dispersión «queda al margen de toda regulación, lo que indica, sin lugar a dudas, un alto nivel de indisciplina urbanística y permisividad». Ros apunta que buena parte de esas 25.000 edificaciones no cumplen la normativa, por lo que son ilegales. «Sin embargo, nunca en la huerta se ha derribado una casa levantada sin cumplir la normativa», recuerda.

Según el profesor de la Politécnica, la ocupación dispersa del territorio periurbano de la huerta se ha producido de «forma espontánea, por la acción individual de los ciudadanos que establecen su nueva residencia en este espacio, en lo que se conoce como una migración transversal». «Se trata -añade- de un modelo de ocupación sostenido en el tiempo y perpetuado ancestralmente, que tiene algunas épocas de expansión pero que nunca ha conocido ninguna época de recesión o ralentización».

El estudio se presentó en el I Congreso Internacional Migraciones contemporáneas, territorio y urbanismo. En breve aparecerá publicado el volumen con las ponencias.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios