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El alcalde Ballesta habla con los vecinos del barrio, durante su encuentro en el pabellón multiusos.
El Espíritu Santo decide su futuro

El Espíritu Santo decide su futuro

El barrio ha recibido una inyección de 10,7 millones del Proyecto Urban, que ha estimulado a jóvenes y mayores. Ballesta garantiza que los programas de integración social y regeneración tendrán continuidad, a pesar de que los fondos europeos se acaban

JOSEFINA MECA

Miércoles, 2 de septiembre 2015, 00:46

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Los vecinos del barrio del Espíritu Santo están como un niño con zapatos nuevos. Están motivados, ilusionados, al comprobar que alguien por fin les presta atención y les hace ver que ellos también tienen un futuro por delante. Eso es precisamente lo que ha conseguido la iniciativa europea Proyecto Urban, por la que se han invertido 10,7 millones de euros (el 20%, municipal) en programas de regeneración del entorno y de inserción social, que se desarrollan desde 2010. Ayer, el alcalde Ballesta fue testigo de excepción de la realidad de esta zona de Espinardo, cuyos vecinos -en su mayoría de etnia gitana- le transmitieron uno a uno lo aprendido en los talleres, así como sus planes de futuro, en un encuentro organizado al más puro estilo Obama en el pabellón polivalente.

Sentados en círculo, una treintena de vecinos contaron sus experiencias al regidor, que estuvo acompañado de los ediles de Participación y Derechos Sociales, José Guillén y Conchita Ruiz, respectivamente. «Abandonar hábitos retrógrados y adquirir sueños e ilusiones de querer avanzar son cosas que no tienen precio», opinó Ballesta.

Después de cinco años de intenso trabajo, el camino está marcado, pero debe seguir. «Los programas tienen que continuar para que los hábitos que van cogiendo los chicos no se pierdan y puedan seguir adelante», afirma Ana Garrido, una gitana de 43 años que es ejemplo vivo de que «se puede hacer algo más».

Un barrio «follonero»

«Antes del Urban, aquí se veía la droga por la calle, las agujas. Ahora eso no se ve», comenta Juan Miguel Moreno, un joven de 21 años que admite que a pesar de todo lo bueno que ha traído la iniciativa europea, el problema de las drogas sigue presente y constituye la amenaza fundamental para los menores. «Lo que hace falta es que los jóvenes, que tienen de 14 a 20 años y que están todo el día en la calle, se conciencien, estén ocupados y no se vean tentados por la delincuencia», afirma Mariano Garrido. «El barrio no es peligroso, es follonero, porque los chavales se juntan en la calle y arman jaleo».

Para dar salida a esos inadaptados, el Proyecto Urban se ha materializado en centros sociales donde se organizan regularmente todo tipo de actividades. El objetivo es que los chavales -que en la mayoría de las ocasiones abandonan los estudios muy temprano- encuentren algo que les motive para formarse y dedicarse laboralmente a ello. Informática, teatro, danza e idiomas son algunas de las materias que concentran estos programas.

«La informática es un gran imán; supone el primer contacto con los ordenadores e internet y luego los chicos quieren seguir aprendiendo», cuenta uno de los monitores. Tanto es así que Ramón y Jordi, alumnos de esta materia, ya tienen claro que quieren dedicarse a ello en el futuro. Laura, por su parte, quiere formarse para ser monitora de danza, después de haber descubierto su gran pasión en las clases de baile.

Juan Miguel Moreno ya es todo un experto en el mundillo audiovisual. Pertenece a la Asociación Medialab, que cuenta con un local donde los jóvenes aprenden fotografía, vídeo, edición y montaje. «Recuerdo que la primera vez fuimos a la plaza de Santo Domingo a grabar. Cuando toqué la cámara, me di cuenta de que era lo que me gustaba». Ahora enseña a otros chicos y trabaja puntualmente como editor. «Hemos hecho un vídeo sobre el barrio, que se llama 'La Plaza Imaginada', y estamos preparando otro de promoción turística de Murcia».

Más allá de Espinardo

Jana, mediadora, explica las labores desarrolladas en los talleres de agricultura ecológica: «Tenemos un huerto donde cultivamos lechugas y tomates. Además hemos participado en la decoración de la plaza de la Constitución -remodelada totalmente-, donde hemos plantado romero y tomillo». Jana comenta que los cursos ofrecen también excursiones: «Hicimos una salida a Ojós con mujeres que no habían abandonado nunca el barrio».

Romper con la educación machista que aún reciben la mayoría de estos jóvenes es otro de los fines fundamentales del proyecto. Para ello, hay clases de modales y de igualdad. «Nos enseñan que el hombre y la mujer son iguales y que hay que compartir las tareas en la casa», dice Ramón. Juan Miguel se casó con 20 años, su mujer tiene 18 y trabaja «en la casa». Preguntado sobre si le parecería bien que trabajara fuera del ámbito familiar, afirma que «no me importaría si le sale un trabajo de limpiadora o algo así, porque traería dinero a casa». Los adultos también aprenden hábitos nuevos, como los integrantes del grupo de convivencia, organizado por Bastián, donde son los propios vecinos quienes solucionan sus problemas en un ambiente de diálogo y tolerancia.

El Proyecto Urban tiene continuidad hasta 2016, si bien el alcalde Ballesta garantizó ayer que se prolongará, pese a que este año acaba su financiación con fondos europeos. Dentro del apartado de regeneración del barrio, se han construido nuevos espacios de convivencia como la plaza de la Constitución y el pabellón multiusos, que acoge tanto actividades deportivas como culturales. Además, está en marcha la ampliación del centro de servicios sociales, cuya finalidad es acoger actividades de inclusión sociolaboral, y la construcción de un centro de creación y producción artística.

Asimismo, las fachadas de las viviendas de las calles Bailén y Murcia se van a rehabilitar contando, como en todo el proceso, con la participación y opinión de los vecinos, que han elegido los paneles diseñados por estudiantes de Bellas Artes.

Ésta es la clave del éxito del Proyecto Urban; que sus integrantes se reconozcan como parte activa del programa, que lo hagan suyo y que atraigan a nuevos participantes.

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