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Antonio Gabriel, de Frutas 'El Toñín', de Gea y Truyols, abriendo una sandía en La Fama.
Un mercado sin carritos

Un mercado sin carritos

Los vendedores de La Fama se quejan de la escasa afluencia de clientes este verano y lo achacan a las vacaciones «y a la poca alegría que hay en el bolsillo»

Manuel Madrid

Viernes, 7 de agosto 2015, 01:17

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El primer día de mercado del mes de agosto en la avenida de La Fama fue para muchos vendedores ambulantes uno de los peores del año. Una jornada de ánimos marchitos y sin aglomeraciones en la calle. Apenas se rozaban los clientes, no se veían carros de la compra como en otros meses del año y sorprendentemente más puestos vacíos que de costumbre; este es el mes en que muchos titulares de licencias aprovechan para tomarse unos días de descanso o centrar su actividad en mercados de la costa. No fue uno de los días más calurosos, pero sí el que menos caja hicieron buena parte de comerciantes, que se quejaron a 'La Verdad' de que entre la clientela que se ha ido de veraneo, los que vienen a pasear en lugar de comprar, y la poca alegría en los bolsillos trabajar en agosto «ya no es buen negocio».

Había tan poco trasiego de gente en el entorno de la Consejería de Educación que la lotera tenía algo del eco de una soprano: «¡Me queda el 'abercoque', la ratica y el perro! ¿Quieres uno para esta noche? ¡20 millones de euros!». Ni con esas conseguía esta vendedora colocar sus décimos. «Todo a 50 céntimos, ¡mira qué tomate más bueno!», le replicaba un frutero aburrido. «Esto está de pena», se dolía, de brazos cruzados, uno de los mozos de Aceitunas Serrano, de Cobatillas. «Esto no hay quien lo soporte, y encima en septiembre, con la vuelta al cole, se recortan en la cesta de la compra. Como ves, no hay gente, y la que viene te compra por euros en lugar de hacerlo al peso».

Una gitana, de negro absoluto, ofrece ropa interior de oferta. «La gente no quiere ni bragas ni 'bradlis', se van a la comida y punto», resopla.

Enrique y 'Richie', que hacen también el mercado de Santa Pola, aseguran que este año tampoco se está vendiendo con alegría en las playas. «Están llenas, ¿verdad?, pero es más la gente que está mirando que la que compra. Hay que venir porque es nuestro trabajo, pero por venta no», dicen en su puesto de ropa de bebés.

La venta ambulante se resiente en el mes más crítico de la temporada. Aún así, La Fama es un espectáculo. Los melocotones de José Luis 'El Barbas', de Cieza, huelen como si aún estuvieran colgando de las ramas. Este vendedor no se queja, y raro es el día que el furgón vuelva a su lugar de partida con género. «La gente de julio vuelve, la gente de agosto se va, pero yo no me quejo», le dice a uno de los inspectores del Ayuntamiento. «Hasta octubre hay melocotones, luego viene la época de la uva y del 'pésimo' -caqui duro-, fruta de terreno, lo que da la mata».

Antonio Gabriel, de Frutas 'El Toñín' de Gea y Truyols, tiene las manos hechas a la medida de las sandías del Campo de Cartagena, y en un periquete raja con su machete una de unos ocho kilos. «Es lo mejor que te puedes echar a la boca, variedad Fashion, sin pepitas, para mí es la mejor de sabor, ¡y a 45 céntimos el kilo!». Antonio no abrió ayer demasiadas por miedo a que no pudiera venderlas, pero a todo el que pasaba le hacía «objeto» el vivo escaparate rojo.

Los higos de pala que ofrecía José Zafra Hidalgo son de su huerto de Cabecicos (Llano de Brujas), y cuida sus paleras como si fueran motos clásicas. «Se han echado a perder muchas, pero yo a las mías las fumigo pronto y mira los higos que me echan. Pero a la gente le dices el precio -dos euros la docena- y te miran mal, cuando en grandes almacenes los venden a seis euros». A José le fue mejor el día que al dueño del supermercado móvil que tenía al lado, Francisco López, y que a José Antonio Pastor, propietario de un puesto de menaje, que mostraba los 20 euros de cambio en una mano y los 35 euros que había vendido en una mañana en la otra. José Antonio intentaba convencer a una señora que iba buscando una rasera resistente, «que la que tengo se me enganchan los huevos». Al final se la lleva, pero, con ganas de fiesta, la susodicha le dice con sorna antes de pagarle si tiene cambio «de 500».

Hay carteles con este lema: 'Bañadores en liquidación'. Alguien grita: «Dos meloncicos dulces a un euro. Un paquetico de ajos, preciosa». En un puesto de bañadores atraen a la clientela con este cuento: «Esta es la historia de un loco que se escapó y da camisetas de marca a un euro...».

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