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El Buque de Investigación Oceanográfica (BIO) Hespérides, a su llegada el pasado martes a su base en España, en el Arsenal Militar de Cartagena.
Treinta años tras la huella del cambio climático

Treinta años tras la huella del cambio climático

La UPCT participa en las expediciones científicas a la Antártida con la cesión de tecnología y la UMU, con proyectos como los de los profesores Pérez-Ruzafa y Motas, que volverá en el próximo viaje

Antonio López

Domingo, 28 de mayo 2017, 01:04

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Jordi Felipe Álvarez, un biólogo con una docena de campañas en la Antártida a sus espaldas, es siempre el primero de la expedición española en saltar desde la zodiac a tierra. La media docena de módulos naranjas de la Base Juan Carlos I, de la que él es responsable, apenas se deja ver en esos primeros momentos de su llegada entre las montañas de nieve de la Isla Livingston (archipiélago de las Shetland del Sur). Con la ayuda de su equipo y tras más de un mes de navegación en el Buque de Investigación Oceanográfica (BIO) Hespérides -salen todos los años del Arsenal Militar de Cartagena-, su función es abrir la base y dejarla preparada para que los científicos puedan hacer su trabajo.

  • de los estudios que se desarrollan en las bases españolas de la Antártida los realizan españoles.

  • proyectos se han desarrollado en el Polo Sur, en las bases españolas, la mayoría sobre el cambio climático.

  • científicos han pasado ya por una de las dos bases españolas en la Antártida.

  • metros es lo que calculan los científicos que han retrocedido los glaciares en los últimos 50 años.

Por ella y por la Gabriel de Castilla, la segunda sede científica de España en el Polo Sur (situada en la Isla Decepción, en el mismo archipiélago que la primera), ya han pasado en sus treinta años de existencia más de 800 científicos, entre ellos varios de la Universidad de Murcia (UMU) con apoyo tecnológico de la Politécnica de Cartagena (UPCT). Durante ese tiempo, los investigadores, la mayoría españoles, han desarrollado más de 160 estudios, la práctica totalidad relacionados con del cambio climático.

Finalizada -el martes pasado- la última campaña, la número 30 para España y la número 25 para el Hespérides, los científicos comienzan ahora a hacer balance de su trabajo en tierra. Una de sus mayores preocupaciones es la pérdida de grosor en la capa de hielo glacial. Tanto es así, que los expertos alertan de que los glaciares se han retraído en torno a 500 metros con respecto a las cartas geográficas de los años 50.

«Se ve claramente la diferencia de desde hace treinta años a ahora. Los glaciares van en retroceso. Y si se miran las series científicas, es mucho más evidente. Aunque también es cierto que en algunas zonas no se ha notado tanto», explica Álvarez.

De 45 días a más de 5 meses

En la primera expedición (1989) participó una docena de científicos, en la última ya lo hizo medio centenar. El desarrollo de las investigaciones ha hecho que se crezca en número de técnicos, pero también en tiempo de estancia. La del año 1989 duró 45 días y la última se desarrolló a lo largo de cinco meses y medio.

«Solo durante los años de la crisis tuvimos problemas. La reducción del presupuesto obligó a bajar el número de investigadores y el tiempo de permanencia en las bases. Incluso se llegó a poner sobre la mesa la paralización temporal de las expediciones, pero afortunadamente obtuvimos financiación pública para tirar para adelante. En los dos últimos dos años, todo ha cambiado. Ya estamos remontando», cuenta este biólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Los esfuerzos mantenidos durante cerca de 30 años han dado sus frutos en diferentes investigaciones. Desde la primera la Agencia Española de Meteorología (Aemet) ha estado recogiendo datos climáticos de la Antártida y se han multiplicados los estudios en varias áreas. Allí se ha analizado el clima extremo de las zonas secas y gélidas donde viven líquenes dentro de las rocas y se han hecho análisis de habitabilidad.

El 90% de los estudios están desarrollados por españoles y el resto por extranjeros, aunque con colaboración hispana. Entre los países que más se interesan en las expediciones organizadas por España están Holanda, Portugal, Bulgaria, Chile, Argentina y Polonia.

También se ha estudiado a animales como pingüinos y ballenas, las condiciones del mar, la atmósfera y los campos magnéticos. En los trabajos que se han llevado a cabo durante los últimos años, la presencia de la Politécnica ha sido fundamental, ya que se usa tecnología salida de sus aulas, sobre todo para estudiar los fondos marinos.

Entre los científicos de la Región que han ido a esta zona están Miguel Motas Guzmán y Silvia Jerez Rodríguez, pertenecientes al Área de Toxicología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia (UMU). En 2008, ambos estudiaron la contaminación ambiental en la Antártida mediante el análisis de la presencia de metales pesados y plaguicidas en tres especies de pingüinos. Además de colaborar con otras tareas de investigación desarrolladas en sus bases de destino, su principal objetivo fue la recogida de muestras de fauna antártica, principalmente de pingüinos papúa, barbijo y adelia. Querían evaluar la exposición a agentes contaminantes, cuya presencia en el entorno del Polo Sur se creía, hasta hace relativamente poco tiempo, inexistente o de poca relevancia.

Apoyo de la Armada

En 2012 Miguel Motas volvió para darle continuidad al proyecto. «Entonces me centré en la ampliación de la gama de contaminante y realicé un seguimiento a los pingüinos que habíamos estudiados cuatro años antes para realizar una serie evolutiva», comenta a 'La Verdad'. Este toxicólogo volverá al continente helado en noviembre, en la próxima expedición. Lo hará a bordo del Hespérides, que pertenece al Ministerio de Defensa, a través de la Armada. «En una semanas tendremos ya las primeras reuniones y en septiembre lo cerraremos todo. Esta vez investigaré la relación de ciertos contaminante con el cambio climático».

Los primeros murcianos en participar en campañas de estas características fueron los profesores también de la UMU, Ángel Pérez-Ruzafa (miembro del Comité Científico del Mar Menor) y Concepción Marcos, del Departamento de Ecología. En 1995 analizaron las comunidades bentónicas. «Fuimos los primeros en bucear en la zona antártica. Fue toda una experiencia, porque tuvimos la oportunidad de investigar la fauna y cartografiar la zona», explicó el primero de ellos.

Varios de los estudios que se llevan a cabo cada año completan investigaciones de años anteriores, como las observaciones geodésicas y geotérmicas, y los seguimientos de la actividad volcánica polar para elaborar series históricas; el análisis y estudio del impacto ambiental de contaminantes orgánicos; y los registros continuos del campo magnético terrestre y del campo ionosférico durante el verano austral.

Estudio de las algas y bacterias

Además, se han realizado mediciones de la actividad sísmica en la isla Decepción: se ha estudiado, como en esta última campaña, los riesgos de introducción y expansión de especies invasoras en el ecosistema antártico; y se ha analizado las comunidades microbianas de virus, bacterias, protozoos y algas en aquel círculo polar. Otras investigaciones están relacionadas con el calentamiento global del planeta; con la influencia del plancton marino en la creación de las nubes; y con los suelos que siempre están congelados y su progresiva descongelación. Hay otros novedosos en la isla de Livingston, que tienen como objetivo medir la temperatura del hielo y el movimiento de los glaciares a través de perforaciones y de aviones no tripulados.

Solo en la última expedición se llevaron a cabo 17 estudios, 13 de ellos directamente financiados por la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Economía, con siete millones de euros. Doce de estos estudios se realizaron en colaboración con Portugal, Colombia, Holanda y Reino Unido.

De ellos destaca el llevado a cabo en la última campaña promovido por la Comisión Europea para probar un nuevo sistema de satélites, que mejorará la actual localización por GPS en zonas de altas latitudes. Con ello, se logrará un aumento de la cobertura y de la intensidad de las señales.

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