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Juan Ignacio Ferrández, con su libro.
Los comercios antiguos de la ciudad

Los comercios antiguos de la ciudad

Juan Ignacio Ferrández García ha demostrado una gran capacidad de movilización ciudadana, tanto en la presentación de su libro 'Comercios antiguos de Cartagena y su publicidad', como en la campaña de 'crowdfunding'

JOSÉ SÁNCHEZ CONESA

Miércoles, 19 de abril 2017, 00:41

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Juan Ignacio Ferrández García, compañero cronista, ha demostrado una gran capacidad de movilización ciudadana, tanto en la presentación de su libro 'Comercios antiguos de Cartagena y su publicidad', como en la campaña previa de financiación popular 'crowdfunding' del texto, con la que ha logrado comprometer a más de setecientas personas. La monumental obra lo merece así como el fin al que van destinados los beneficios que se están obteniendo, la lucha contra el cáncer. Lamentablemente Juan Ignacio sabe del dolor que se experimenta con la muerte reciente de dos familiares a causa de esta enfermedad. Por otra parte siente gran afecto por el mundo de las tiendas pues sus abuelos Pedro Ferrández Méndez y Luis García Ibáñez fueron comerciantes en el casco antiguo de Cartagena, ámbito geográfico y humano en el que se centra su trabajo de investigación.

Resulta una grata experiencia contemplar las 1.300 ilustraciones que contiene, testimonios que son de un pasado patrimonial que en gran medida ya no existe pero que forma parte de la educación sentimental de muchos cartageneros porque los establecimientos comerciales eran espacios para el encuentro y la interacción vecinal. Nunca escenarios vacíos, sino llenos de vida y bullicio, considerados por muchos de los concurrentes como ámbitos propios por unos instantes o por unas horas. Cierta historiografía francesa habla de lugares de memoria, sitios que eran prolongación del hogar y de la calle, puntos resaltados en el mapa existencial porque reunían al personal y en los que pasaban cosas. Lo seguiremos viendo con más abundancia, si cabe, en la siguiente obra de Juan Ignacio, dedicada a los bares.

El libro que ahora comentamos se estructura por calles y, como afirma el historiador Alfonso Grandal, prologuista, «puede considerarse este trabajo, en cierto modo, un complemento de la inolvidable obra de Federico Casal 'Historia de las calles de Cartagena' y de las guías que este mismo autor dio a la imprenta en los años veinte y treinta del pasado siglo». Una información caudalosa que Grandal cree que interesará a quienes deseen estudiar la sociedad, la economía, el urbanismo o la publicidad del siglo XX.

Las fotografías y los anuncios testimonian una época, en este caso desde el año 1900 hasta los años 90 del pasado siglo, muchos de ellos extraídos de las guías informativas y comerciales que se editaban en la ciudad con motivo de la Feria de Verano o de la Semana Santa.

Rotulista de referencia

Se dedican unas páginas a José Sánchez Rosique, pintor, decorador y rotulista de referencia durante casi todo el periodo que abarca Ferrández y a dibujos y croquis de proyectos de fachada que los comerciantes presentaban ante el Ayuntamiento para su aprobación. Una delicia recordar los eslóganes publicitarios que hemos escuchado alguna vez, incluso por la radio. Ingenuos, otros más ingeniosos e incluso aquellos que les daban una colleja a la competencia: «Al buen vestir llaman Anaya», «Lo mejor de esta vida es comprar en La Florida», «Zapatería Valenciana, la más surtida, la más barata, la más formal». No tenían abuela.

Vemos negocios muchos años desaparecidos como la carbonería de Juan Conesa, en la calle Cuatro Santos, o la panadería de Francisca García Reyes «pan de lujo y de familia a precios económicos», la casa Fuentes con unos términos que ya no se emplean «gran establecimiento de coloniales y ultramarinos finos». La Muñeca, propiedad de José Arróniz, ofertaba trajes para cristianar. Personalmente recuerdo el papel de envolver de tejidos Méndez con sus dibujos de la Torre Eiffel, o el de la juguetería San Miguel con jirafas, monos y elefantes enjaulados. La fachada de óptica Mayor, centro en el que me compraron mis primeras gafas.

Retiene mi atención la librería Athenas, el mural obra del pintor Ramón Alonso Luzzy en calzados París y la fachada de la ferretería de Zacarías Sánchez, porque mi abuelo Pepe era buen cliente. La modernidad de discos Carrots y el almacén de hierro de Dorda y Martínez en plena Plaza de San Francisco, algo impensable en nuestros días.

Interesante fotografía de Larvi, en la que no podía faltar un marinero que pasaba por allí. Estampa repetida de una Cartagena que se nos fue.

Pero quizá lo que más me llama la atención son las facturas con luto porque en dichos documentos, al fallecimiento de un miembro de la familia propietaria del comercio, manifestaban el dolor mediante una línea negra en la parte superior, un triángulo del mismo color en una esquina superior o con la inclusión de una delgada línea diagonal. Merece la pena que le echen un vistazo.

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