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El equipo de la Unidad del Sueño del Hospital Santa Lucía estudia uno de los últimos casos que le han llegado.
Cuando dormir se convierte en pesadilla

Cuando dormir se convierte en pesadilla

Médicos del Santa Lucía avisan de que no tratar trastornos del sueño deriva en graves enfermedades

Antonio López

Lunes, 23 de enero 2017, 13:08

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Dormir puede convertirse en ocasiones en una auténtica pesadilla, sobre todo, para aquellas personas obesas, fumadoras, que beben con regularidad, con altos niveles de colesterol, que padecen vegetaciones y que tienen las vías respiratorias estrechas. Ellas son las más propensa a padecer el trastorno del sueño más común: la apnea del sueño, una enfermedad muy poco conocida, pero cuya trascendencia es fatídica. Si no se trata pude derivar en otras patologías cardiovasculares y cerebrovasculares e incluso en diabetes. Eso en los mejores casos, ya que en otros más extremos puede derivar en un cáncer o, directamente, en muerte.

  • Qué es la apnea del sueño.

  • Es cuando una persona duerme y deja de respirar durante unos segundos. Puede llegar a ocurrir desde cinco a treinta veces en una noche.

  • Síntomas.

  • Ronquidos, fatiga crónica, alteraciones respiratorias, despertarse en varias ocasiones durante la noche, dolor de cabeza y cansancio por la mañana, entre otras.

  • Tratamientos.

  • Recomendaciones para perder peso, dejar el tabaco, realizar deporte y llevar una buena alimentación. Otra es usar por la noche un generador de presión que facilita la respiración.

Para evitarlo, en el Hospital Santa Lucía está la Unidad del Sueño más grande de la Región y una de las mejores dotadas de España. El jefe del servicio, Antonio Santa Cruz, advierte de que al ser una enfermedad «relativamente nueva», se detectan al año en Cartagena alrededor de 500 nuevos casos, un número que está muy por encima de la media de otros centros hospitalarios. Pero lo peor es que la padece entre un 4% y un 6% de la población -en el Área de Salud II unas 10.000 personas, aproximadamente-, que lo desconoce.

Es por ello por lo que, desde este servicio, compuesto por una docena de trabajadores entre facultativos, enfermeros, auxiliares y supervisores, avisan de la importancia de conocer los síntomas y de hacerse pruebas en caso de poder padecerla.

«Los ronquidos son la manifestación más visible que puede alertar al paciente sobre la posibilidad de sufrir apnea del sueño, que se da cuando una persona deja de respirar durante unos segundos, mientras duerme», cuenta uno de los médicos de la Unidad, Pedro Menchón. Las personas que padecen esta patología empiezan a roncar muy fuerte después de quedarse dormidos. Además, estos se interrumpen durante un periodo de tiempo, que es cuando el paciente sufre una apnea. «Ese periodo de silencio va seguido de un resoplido con jadeo mientras la persona intenta volver a respirar», añade este médico.

Síntomas

Como consecuencia de los episodios, el sueño del enfermo no es reparador y aparece somnolencia diurna, presencia de fatiga crónica e incluso alteraciones respiratorias y cardiovasculares. La persona con apnea suele levantarse con frecuencia para ir al baño; se despierta frecuentemente con la boca seca y, al día siguiente, nota cansancio y dolor de cabeza; y se queja de la alta probabilidad de dormirse en situaciones inapropiadas, mientras conduce, lee o asiste a reuniones de trabajo.

El índice de apnea, es decir, el número de veces que una persona tiene paradas respiratorias de un tiempo superior a 10 segundos cada hora a lo largo de la noche, marca los tipos de esta patología. Es leve cuando tiene entre 5 y 15 por hora; moderado, entre 15 y 30; y grave o severo, más de 30.

«La principal medida que puede ayudar a prevenir la apnea es perder peso, así como aplicar determinadas medidas higiénico-dietéticas, como hacer más ejercicio físico. Por otro lado, dejar de fumar y evitar el consumo de alcohol también ayudan a prevenir la aparición de la enfermedad», explica otro de los médicos, Juan Daniel Albaladejo. Cuando ya hay síntomas (ronquidos y apneas referidas por la pareja) el paciente debe acudir al médico de cabecera.

El diagnóstico se hace realizando una prueba de sueño que puede ser completa. Esta incluye variables neurológicas y respiratorias, denominada polisomnografía. También puede diagnosticarse con pruebas más abreviadas, como la poligrafía respiratoria, que incluye solo variables respiratorias y puede realizarse en el hospital y en el domicilio. Para ello, el Santa Lucía tiene cuatro habitaciones preparadas para hacer pruebas a adultos y una para niños.

Terapia no curativa

La terapia para la apnea del sueño no es curativa. Está dirigida a aliviar los síntomas. Existen varios tipos de tratamientos que se aplican en función de la gravedad. En la mayoría de los casos, el médico recomienda la pérdida de peso, la abstención del tabaco, realizar deporte y una buena alimentación.

El tratamiento habitual es usar por las noches una máquina. Esta consiste en un generador que transmite, a través de una mascarilla nasal, una presión continua a la vía aérea superior impidiendo que ésta se cierre. Según los especialistas, esta mascarilla suele tener un efecto rápido, ya que hace desaparecer los ronquidos nocturnos y la somnolencia durante el día. También existe un tratamiento quirúrgico, pero éste solo está recomendado cuando existen algunas lesiones como pólipos o hipertrofia de las amígdalas, «o bien cuando la mascarilla no es bien tolerada por la existencia de algún daño en la vía aérea superior», señala Albaladejo.

En los adultos, la frecuencia se encuentra en torno al 25% en edades avanzadas (60 a 80 años). En edades medias, la franja más frecuente en varones es alrededor de un 10%. En el caso de los niños, un 3%. A lo largo de un año, por la Unidad del Santa Lucía pasan alrededor de 1.100 pacientes, de los que el 70% terminan tratándose con el aparato de presión positiva. Solo el 5% consiguen dejarlo, por haber adoptado hábitos de vida que favorecen la correcta respiración por la noche.

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