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La cocinera de la Hospitalidad Caridad Fernández prepara una ensalada, junto al presidente de la institución, Vicente Villar.
La Hospitalidad da más a menos necesitados

La Hospitalidad da más a menos necesitados

La institución benéfica cierra el comedor social que abrió en 2013, pero ofrece más servicios para los transeúntes. La ONG cambia de rumbo y ahora brinda, además de comida y alojamiento, formación para ayudar a los que lo precisen a «salir de la calle»

ANTONIO LÓPEZ

Domingo, 11 de diciembre 2016, 01:38

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El ritmo sigue siendo frenético. Los voluntario y trabajadores de la Hospitalidad Santa Teresa se desviven día y noche por los que se ven obligados a residir y comer por un tiempo en las instalaciones de esta institución benéfica, que desde hace cien años presta a transeúntes un lugar acogedor donde puedan ver satisfechas sus necesidades básicas. Todo ello a pesar de que el número de necesitados ha disminuido en los últimos años. Por ejemplo, en el año 2012, cuando la crisis más azotaba, daban alojamiento a alrededor de 1.700 personas, y este año ni se acercarán a esa cifra, ya que en lo que va de 2016 han pasado por su residencia del barrio de San Antón 1.237.

La razón de esta bajada, esgrime el presidente de la Hospitalidad de Santa Teresa, Vicente Villar, es que ahora hay más comedores sociales y más ayudas del Estado y de la Comunidad. «También los hay que no quieren venir y prefieren estar en la calle o en pisos pateras, de los que hay muchos en Cartagena», añadió.

Lo que también ha bajado ha sido el número de personas que van a comer a diario a esas instalaciones de beneficencia. Tanto es así, que el comedor social que abrió esta institución en el año 2013, ubicado en un local de la calle José Zamora Ruiz, junto a su casa de acogida, está cerrado.

Sin lista de espera

Ahora usan solo los salones que tienen en su edificio principal, al que acude a diario un centenar de transeúntes y necesitados. «Entre ellos, unas 70 son personas que van de manera individual, pero también viene alrededor de una veintena de familias que se lleva la comida y la cena a sus casas. Lo bueno es que ya no tenemos lista de espera, antes sí», explicó. El perfil de los que atiende la Hospitalidad también ha cambiado con la crisis. Si antes solo iban transeúntes y jóvenes con problemas de drogadicción, ahora la edad media ha aumentado y alcanza los 40 y 50 años, que se han quedado sin recursos por la crisis.

Para atenderlos a todos, la institución habilitó el pasado año en la planta baja, en una zona utilizada como patio, una sala de uso combinado, para dar mayor confort a los acogidos y usarla también como comedor cuando la sala principal donde reparten los alimentos se les queda pequeña.

El centro tiene capacidad para albergar en situaciones normales hasta un máximo de 86 personas y, ensituaciones graves de emergencia, a 120. En las instalaciones pueden permanecer un máximo de tres días con un alojamiento completo. La estancia se puede prolongar, dependiendo de las circunstancias personales de cada necesitado. Para disfrutar de los servicios que ofrece el centro, a cada uno de ellos se les realiza un estudio de su situación personal, por parte de Servicios Sociales, en colaboración con los trabajadores de la institución.

La Hospitalidad Santa Teresa logró gratis hace diez años la cesión de la parcela de 400 metros cuadrados en la calle Martínez Lázaro. La ocupaban tres viviendas solariegas de los socios fundadores de la fábrica de Licor 43, que estaba situada al otro lado de la Avenida de Colón. La Hospitalidad hizo un edificio, que dispone de sótano, planta baja y un piso superior. El interior se dividió en pequeñas estancias equipadas como dormitorios y aulas, además de en baños y en estancias comunes y de administración.

Venta del edificio

La Hospitalidad se ofreció a montar primero una guardería municipal, pero el Ayuntamiento se negó a incluirla en la red de escuelas públicas que gestiona. A continuación, el presidente de la institución benéfica le brindó a la Administración regional la posibilidad de montar una residencia, pero llegó la crisis y la deuda regional devoró el presupuesto que se suponía que podía servir para ello.

Finalmente, en 2011 se suscribió un acuerdo con el Servicio Regional de Empleo y Formación (SEF) para convertirlo en un banco de talleres ocupacionales, planteado también para brindar a los jóvenes del barrio y, por extensión, de toda Cartagena un lugar en el que aprender un oficio. Pero en los últimos cuatro años, el edificio no ha acogido ni una sola actividad de este tipo.

Por eso, la Hospitalidad ha preferido traspasar la propiedad por el mismo dinero que le costó hacerlo. «El dinero que hemos recibido lo hemos puesto a disposición del Ayuntamiento para llevar a cabo una acción benéfica. Nunca nos quedaremos con él», aclaró Villar.

Al no salir este proyecto formativo, la ONG ha habilitado en su edificio principal una sala de informática, porque «lo que queremos es que los que vienen aquí no lo hagan solo a comer o a residir. Nuestra intención es darles una formación, para que sus posibilidades laborales aumenten». Ya organizan cursos de autoestima, búsqueda de empleo y de español para extranjeros, entre otros.

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