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M. SEMITIEL
Miércoles, 31 de agosto 2016, 11:06
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Doce años llevan los vecinos denunciando la situación de contaminación de las aguas en la Bahía de las Palmeras, ubicada en La Manga. El caso se remonta al año 1968, cuando el Ministerio de Obras Públicas autorizó la construcción de una carretera que uniera la bahía con la Isla del Ciervo, a través de una concesión hasta 2004 a la empresa Aurmenor.
Ese mismo año, el Ministerio de Medio Ambiente remitió a la Demarcación de Costas de la Región una orden que declaraba la caducidad de dicha concesión, así como el derribo de la calzada en un periodo de tres meses. «Comenzaron a quitarla y nos pusimos tan contentos», cuenta a 'La Verdad' una vecina de la bahía, Lola Ramis. «Pero al poco tiempo pidieron permiso para parar el derribo durante 15 días, con la excusa de que se iba a celebrar un torneo deportivo, y paralizaron las obras... hasta hoy», denuncia.
Después de todo este tiempo «siendo toreados» por la Administración, los vecinos de la urbanización Bahía de las Palmeras presentaron el pasado 4 de agosto una denuncia contra el actual responsable de la Demarcación de Costas de la Región, Andrés Martínez Muñoz, y contra los dos anteriores, Francisca Baraza Martínez y Salvador Barnés Mora; porque consideran que hay «indicios de un delito de dejación de funciones», ya que la orden ministerial no se ha cumplido por completo.
La carretera ya no existe, «pero el espigón de arena que ha crecido sobre los cascotes de las obras cierra por completo la bahía y la deja morir», cuenta Lola, quien asegura que las aguas están llenas de aquellos residuos y de lodo provocado por ellos. Además, incide, esta es una situación que «se agrava cada año».
Intereses enfrentados
Los vecinos de la bahía afirman que el club náutico Dos Mares no es partidario de que se cumpla por completo la orden ministerial de 2004, que exigía «devolver la bahía a su estado original». Si esto ocurriera, «las corrientes de agua naturales volverían a llenar de arena la bahía y algunos barcos quedarían varados, sin posibilidad de atracar en el club», afirma el marido de Lola, José Luis Satorres, socio del Dos Mares.
La Demarcación de Costas afirmó a los vecinos el año pasado que habían devuelto la bahía a su estado original, «pero no es cierto, porque cada año se ha rellenado de tierra el espigón», denuncia Lola. Además, en las playas de la bahía «aparecen misteriosos barcos varados, que lo único que hacen es que la arena crezca a su alrededor».
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