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Vecinos y transeúntes cruzan la plaza dominada ahora por las vallas metálicas que protegen la zona arqueológica.
«Me da miedo salir a pasear al atardecer»

«Me da miedo salir a pasear al atardecer»

Los vecinos del Lago claman otra vez contra el abandono histórico de una plaza en permanente reforma

MARÍA FERNÁNDEZ

Lunes, 8 de agosto 2016, 11:17

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Papeleras llenas de basura, jardineras secas, bancos agrietados, losas levantadas y, al fondo, un muro metálico para proteger unas excavaciones arqueológicas que no parecen avanzar. Ese es el panorama que cada día, desde hace dos años, soportan los cada vez menos vecinos y comerciantes de la Plaza de la Merced, bullicioso corazón de una Cartagena castiza que describieron mil y una vez cronistas como Isidoro Valverde y José Monerri. De aquella época queda el mito del Lago y también parte de una leyenda negra forjada en los años ochenta, cuando la droga golpeaba duro a decenas de jóvenes cartageneros que buscaban allí a sus 'camellos'. De todo eso ya no queda ni rastro.

Aun así, pocos se resignan a que la plaza pierda lo poco que queda de su antigua identidad. Esta semana, la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo e Histórico de Cartagena envió cartas a los cinco grupos políticos con representación municipal denunciando el abandono de la que fue glorieta ajardinada. Cansados de las promesas del anterior gobierno del PP y de que el actual de coalición de MC y PSOE tampoco arregle la situación, amenazan con movilizarse.

«El ambiente es horroroso. Me da miedo salir a pasear al atardecer. Nunca olvidaré cuando, hace unos años, unos hombres me propusieron comprarme a mi hija junto a mi casa», explica Caridad Nieto para que los cartageneros se hagan una idea del mal ambiente predominante en la zona.

Los planes del Ayuntamiento pasaban por reformar la plaza en enero de este año, aunque las excavaciones arqueológicas que se realizan desde 2014 en su lado norte los trastocó. Actualmente, las prospecciones están paralizadas, causando sensación de abandono y suciedad. «No hay que tirar abajo la plaza, solo hay que conservarla, no es tan complicado. Deberían reparar las instalaciones que ya hay y evitar gastar dinero en tonterías. Llevo un par de años viviendo aquí y estoy muy contenta con el ambiente y el vecindario, pero es cierto que los alrededores están muy degradados», opina otra vecina, Victoria García.

«Las raíces de los árboles han levantado las aceras, provocando que varias personas sufriesen caídas. Algunas, denunciaron al Ayuntamiento por los daños. Deberían arreglar la plaza y las calles colindantes, no podemos seguir así mucho tiempo más», añade Manuel Rico.

José Andrés Fernández, dueño del bar Ideal, ubicado en la esquina de la calle del Ángel desde hace más de cien años, recuerda que «hace ya más de un cuarto de siglo que me dijeron que iban a arreglarla. Teníamos una terraza con palos metálicos y toldos que nos hicieron quitar para hacer la remodelación y aún la estamos esperando. Aunque nuestra clientela es fiel y el negocio sigue funcionando, la zona necesita un lavado de cara», dice el empresario.

El Ayuntamiento ha solicitado recientemente al Gobierno regional permiso y financiación para realizar nuevas prospecciones arqueológicas. El objetivo es saber con exactitud qué restos romanos y púnicos hay en el subsuelo para, después, tratar de incluirlos en un proyecto de reforma integral. Pero actualmente no existen ni plazos ni financiación, por lo que los vecinos sienten un gran abandono y están tratando de buscar soluciones con la administración pública.

David Alarcón, que atiende el quiosco de helados Poli, admite que la plaza no está en las mejores condiciones, aunque destaca: «He notado grandes mejoras», refiriéndose al ambiente regenerado y la llegada de nuevos vecinos tanto en el cercano barrio universitario como en el edificio que sustituyó a la desaparecida cafetería Puerto Rico. «Antes había más problemas, la apertura de la oficina de la Policía Local ha venido muy bien», afirma.

El Lago parece agonizante pese a tener condiciones para resurgir turísticamente, reconocen los vecinos. Todos ellos destacan su gran historia y la ubicación allí del Museo Regional de Arte Moderno (Muram), en salas del Palacio de Aguirre y su edificio anexo. Además, es paso obligado para decenas de alumnos de la Universidad Politécnica que estudian en el campus de la Muralla del Mar y tiene el antiguo Cine Central, un edificio que bien rehabilitado ofrecería buenas posibilidades culturales. Sin embargo, nada de todo esto ha cambiado para mejor la vida de la plaza.

De momento, solo el concejal de Ciudadanos, Manuel Padín, ha reaccionado a las reclamaciones de los vecinos. No solo les da la razón -él tuvo bares en la plaza y acabó cerrándolos- sino que se ha comprometido a llevar sus reivindicaciones a los órganos de gobierno del Ayuntamiento.

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