Sin AVE, sin Cercanías y sin azulejos

Quedan apenas dos meses para entrar en el año 2016, diez después de la firma del protocolo para la remodelación de la denominada Red Arterial Ferroviaria de Cartagena, y la fecha de llegada de los primeros trenes de alta velocidad sigue siendo un misterio. Aunque los últimos planes de la Comunidad Autónoma y del Ministerio de Fomento era conectar la ciudad con Murcia, Madrid y Levante a través del AVE apuntan a principios de 2018, la posible paralización de las obras en la capital de la Región por problemas técnicos y jurídicos arroja dudas sobre aquélla fecha. Y a esto hay que sumarle el retraso en la convocatoria del Consejo de Administración Cartagena Alta Velocidad, reclamada por el alcalde, José López, desde hace más de cuatro meses.

Los Presupuestos Generales del Estado del próximo año incluyen de nuevo fondos para la adaptación del tendido entre las dos principales ciudades de la Región: en concreto, una partida de veinte millones de euros. Sin embargo, en la práctica, la situación es de bloqueo de las inversiones, por la demora en aprobar trámites como una memoria ambiental y en la licitación de las obras para instalar las catenarias y otros elementos.

Como símbolo de este panorama, en el que no falta el silencio con el que Fomento responde a las peticiones municipales y de la Universidad Politécnica (UPCT) para conseguir avances no solo en el AVE sino también la sustitución de trenes regionales por Cercanías, aparece la estación de trenes.

La terminal ubicada en la Plaza de México, cuyo edificio mantendrá su uso tras el cambio de gobierno municipal en junio (el PP quería sustituirlo por uno nuevo junto al centro comercial Mandarache), acusa un evidente deterioro y espera desde hace varios años una remodelación a fondo.

Desprendimientos de molduras, caídas de azulejos en la fachada, rotura de cristales, falta de marquesinas, puertas oxidadas, solares con maleza y suciedad... la imagen que ofrece a vecinos y visitantes un inmueble catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), y además en una ciudad de vocación turística, es cada vez peor.

Tanto el PSOE como el Gobierno municipal de Cartagena, que este partido integra junto a Movimiento Ciudadano, ha vuelto a hacerse eco de las quejas de trabajadores y usuarios de la estación, cuya gestión y mantenimiento dependen de la misma empresa pública encargada de liderar el proyecto del AVE, Adif (Renfe se ocupa solo del servicio a los usuarios de los trenes).

El gestor de infraestructuras ferroviarias del Ministerio de Fomento no solo no atiende los requerimientos que esta formación política viene haciéndole desde 2011, según ha asegurado su secretaria general y actual vicealcaldesa, Ana Belén Castejón; también lleva semanas sin atender a las solicitudes de información realizadas por 'La Verdad', tanto de manera directa como a través de la Delegación del Gobierno en la Región.

«El estado de la estación es de abandono total, después de los últimos desprendimientos que se han producido en la fachada de este edificio», construido en 1907 por el afamado arquitecto Víctor Beltrí (autor del Palacio Aguirre y otros inmuebles modernistas de Cartagena) y declarado BIC en 2003.

«No se puede tolerar que un edificio con más de cien años de historia y de este valor esté en este estado tan lamentable», criticó Castejón. E invitó a los miembros del Gobierno regional a aprovechar sus frecuentes visitas de los últimos dos meses al cercano Palacio Aguirre, sede del Ejecutivo en Cartagena, a «que visiten estas instalaciones y comprueben in situ el abandono al que está sometido el inmueble».

Sin cafetería desde 2014

Castejón aseguró que Adif «no puede garantizar la seguridad de empleados ni de viajeros que utilizan las instalaciones diariamente, porque desde hace unos días han vuelto a desprenderse varios cascotes y secciones de molduras de piedra de gran tamaño de una de las fachadas de la estación». Además, recordó que el Grupo Parlamentario Socialista presentó en el Congreso una enmienda al proyecto de Presupuestos de 2016 para rehabilitar el edificio, y el PP se opuso.

Los socialistas llamaron la atención sobre el hecho de que cada vez hay más viajeros, con un tope de 500 al día en verano, y sin embargo la estación presenta un estado general «tercermundista». Ni siquiera hay «servicios básicos como el de cafetería, clausurada en 2014», añadió la vicealcaldesa.