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El submarino B-6, tras alcanzar su hito.
La gloriosa hazaña del submarino B-6

La gloriosa hazaña del submarino B-6

El torpedero logró batir en 1927 la marca mundial de inmersión al permanecer bajo el agua 72 horas, en una maniobra arriesgada para la tripulación

LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN | HISTORIADOR Y DOCUMENTALISTA

Sábado, 10 de enero 2015, 01:08

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La Base de Submarinos de Cartagena tiene en su haber numerosos hechos destacables que llegaron a alcanzar repercusión internacional. Las fotografías que presentamos hoy son una muestra de ello; nunca antes un submarino, había intentado permanecer interrumpidamente durante 72 horas sumergido.

Sin duda, batir ese récord mundial en 1927 suponía una gloriosa hazaña para la Marina de Guerra española y una operación extremadamente peligrosa en aquel momento.

En el Arsenal se encontraban ya plenamente operativos unos modernos submarinos denominados serie 'B', compuesta de seis unidades, construidos por la Sociedad Española de Construcción Naval (SECN) en Cartagena para la Armada Española; estaban basados en la Clase F-105 de la Electric Boat Company, patente Holland.

El buque designado fue el B-6, el más moderno de la serie, al mando del teniente de navío Pablo Ruiz Marcet, oficial que se había destacado por su pericia y valor al mando de estos submarinos.

Para realizar esta proeza, se contó con una tripulación de solo 26 hombres (lo normal eran 45). Después de muchas pruebas y cálculos, el comandante llegó a la conclusión de que con un personal reducido había posibilidad de éxito; un engrasador, dos marineros, personal técnico de máquinas, dos torpedistas electricistas, dos radiotelegrafistas, oficiales de puente (alumnos) y un médico.

La clave del éxito era conseguir un aire respirable dentro del submarino durante las 72 horas de inmersión. Para ello se fabricaron una serie de aparatos y mecanismos que controlasen la cantidad de oxígeno consumida y la cantidad de anhídrido carbónico que se producía en relación al número de tripulantes a bordo del B-6.

Finalmente el submarino zarpó el martes 8 de marzo de 1927 desde la dársena del Arsenal, sumergido navegó unas seis horas hasta fondear en la rada de Mazarrón; allí se permanecía en una flotabilidad negativa, que se conseguía lastrando el tanque auxiliar de varias toneladas más de agua, que después se le sacaban para que el buque tuviera una flotabilidad neutra o ligeramente positiva. Durante estos tres días el B-6 alternaba los tiempos de fondeo con los de navegación.

Pasadas las primeras 12 horas, comenzaron las dificultades al aumentar la humedad. Lo primero que se notó fue que todos los metales y la superficie interior del casco del buque se habían perlado de agua. Las piezas y tubos que eran de cobre, se colorearon de verde. En la tripulación, las ropas mojadas por el constante vapor de agua que se generaba por el propio personal.

La atmósfera viciada afectaba a los alimentos quedando totalmente fermentados o corrompidos salvo que estuvieran enlatados.

El oxígeno suministrado para depurar el aire interior del submarino se agotó cuando todavía faltaban 12 horas para batir el récord y el ambiente se hizo prácticamente irrespirable.

Durante el tiempo que el buque quedaba descansando en el fondo, el personal se distribuía las horas de servicio de vigilancia, repartiéndose las guardias de cuatro horas entre todos, a fin de descansar lo más posible, pues había que evitar el gasto de energía humana, cuyo agotamiento se notaba en las últimas treinta horas.

El cansancio hizo mella en la tripulación del B-6; cualquier movimiento daba la sensación de haber efectuado un gran trabajo y lo que era peor, el enemigo que acechaba a estos hombres no era otro que el sueño y por ello la desconfianza mutua, pues la última noche nadie intentó acostarse, desconfiados que el compañero se durmiese y sorprendiera la muerte por asfixia debido al alto porcentaje de anhídrido carbónico y el bajo oxígeno.

Por fin las horas se cumplieron y se inició el regreso a la Base de Submarinos, era la última etapa, emergiendo definitivamente a las 72 horas en el mismo lugar de donde había zarpado, ante un numeroso público que vitoreó al B-6 y su tripulación.

El récord mundial de inmersión continuada se había conseguido.

Así lo reflejo la prensa local: «El tesón, valor y serenidad que se necesita para vencer en las grandes empresas como ésta, fue demostrada por la dotación del buque, laborando todos con el mayor esfuerzo durante las 72 horas que estuvieron sumergidos, como si fueran un solo hombre, para conseguir el éxito y salir triunfantes.

Ese valor y serenidad demostrados en primer lugar por su comandante, el Teniente de Navío don Pablo Ruiz Marcet, desde que salió hasta que dejó amarrado el barco de regreso, es admirable y tanto más de estimar teniendo en cuenta que son tres días viviendo de un modo artificial.

Grandioso y emocionante resultaba ver desde la farola de nuestro puerto el efecto producido por una densa y espesa cortina de humo y por dentro de ella, avanzando lenta y majestuosamente los periscopios del B-6 y grandioso también, el ver avanzar la línea de columna, dándole escolta de honor, a los torpederos y demás submarinos de esta Base Naval».

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