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Vecinas y comerciantes de la Urbanización Mediterráneo hablan en la puerta de una tienda sobre la situación del barrio. PABLO SÁNCHEZ/AGM
Vecinos y comerciantes de la 'Urba' denuncian amenazas y robos por pandilleros del barrio

Vecinos y comerciantes de la 'Urba' denuncian amenazas y robos por pandilleros del barrio

Los residentes avisan de que grupos de «delincuentes» se reúnen en una plaza a beber y vender droga a la vista de todos

ANTONIO LÓPEZ

Miércoles, 17 de diciembre 2014, 11:21

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Atemorizados, amenazados e inseguros. Así se sienten desde hace casi un año los vecinos y comerciantes de la Plaza Mediterráneo, ubicada entre las calles Diamante, Amatista y Esmeralda de la Urbanización Mediterráneo, la 'Urba'. La causa de tanto miedo es la existencia de varias pandillas de individuos españoles y magrebíes que se reúnen a diario en ese jardín para beber alcohol y, a veces, vender droga al menudeo incluso a adolescentes, denuncian testigos.

En los últimos diez días, la Policía ya ha tenido que acudir a la barriada en dos ocasiones para intervenir en altercados, en los que hubo un herido y varios detenidos, según denunció el partido Socialistas por Cartagena (SPCT). La situación «insostenible», según califican los vecinos, ha provocado que algunos comerciantes se vean obligados a cerrar sus negocios por las tardes por miedo a ser atracados y agredidos.

Es el caso de Ana Núñez, la dueña del quiosco de prensa que hay en la calle Diamante. «Casi todas las tardes cierro, porque no quiero salir a la calle a oscuras. Tengo miedo a que me roben», explicó a 'La Verdad'. Y es que, además, la zona tiene varias farolas estropeadas y al llegar la noche la plaza queda en penumbra. Ramón Pardo, el propietario del bar Mediterráneo, en la calle Amatista, también ha optado por lo mismo, porque «no quiero que me vuelvan a atracar».

Botellas contra las puertas

El incidente más reciente ocurrió el pasado sábado de madrugada, cuando un hombre con evidentes signos de embriaguez amenazó a varias personas con un arma blanca. Hasta tres dotacionjes de la Policía Local tuvieron que acudir para reducir al individuo que, además, estaba gritando, tirando botellas de cristal contra las puertas de entrada a los edificios y rompiendo el mobiliario urbano.

Este hecho lo vivió en primera persona Paqui Redondo, una vecina de los alrededores. «Pasadas las doce de la noche circulaba con mi coche por la calle Diamante cuando el vehículo que llevaba delante se paró en seco. De él salió el conductor, que parecía ir borracho y me amenazó con algo. Creí que era una pistola. Menos mal que llevaba la ventanilla bajada. Me asusté tanto que me agache para no ver nada. Al poco tiempo me percaté de cómo varios coches de la Policía llegaron al lugar, después de que el hombre intimidara a más gente. Cuando pasó todo, los agentes me tomaron declaración y me dijeron que volverían por la mañana para seguir buscando pruebas», relató la mujer.

En los últimos meses, los vecinos han denunciado en numerosas ocasiones la situación de inseguridad que se vive en esta urbanización de casi seis mil residentes, donde, además, la suciedad que originan los individuos que a diario beben, comen y consumen sustancias estupefacientes a los ojos de todo el mundo ha pasado a formar parte del paisaje cotidiano.

«Hemos perdido ya la cuenta del número de incidentes que ha habido en los últimos meses. Nos encontramos indefensos, impotentes e indignados por la pasividad que las administraciones públicas demuestran con este grave problema», criticó la propietaria de un comercio multiprecio de la calle Amatista, María Alcaraz, que además es la presidenta de la asociación de mujeres de la barriada.

Pelea entre tres personas

El pasado 30 de noviembre también hubo en las calles de la 'Urba' otra pelea entre tres personas. Dos de los implicados agredieron al tercero provocándole la rotura del tímpano de un oído. La lucha fue frente a un bar, cuyo dueño, tras dos meses con su negocio abierto, se ha visto obligado a cerrarlo esta semana. «No me extraña que se haya hartado de la situación que se vive aquí. Frente a su puerta se ponen las pandillas por las tardes, por eso nadie quiere entrar en el establecimiento», dijo Ramón Pardo, dueño de otro bar.

Quien también ha sufrido diversos asaltos es la dueña de la floristería Candela, Puri Vicente. «Me han sustraído ya en varias ocasiones macetas, flores y hasta dinero. Ya estoy más que harta de esta situación. Siempre son los mismos, los que nos atemorizan e insultan», aseguró. Como otros comerciantes también se está pensando cerrar por las tardes, porque «no se acerca a mi negocio nadie. Cuando llega la noche, a eso de las seis ya me puedo marchar a casa, porque no vendo nada», señaló.

Muy cerca de su tienda está la peluquería de Mónica Martínez. Esta joven confiesa que nunca le han robado, pero se queja de que a partir de las seis de la tarde «no entra nadie, porque les da miedo andar a esas horas por aquí. Hasta a mí, que estoy acostumbrada, me da mucho respeto. Cuando salgo de mi negocio, no más de las siete de la tarde, siempre hay un grupo de jóvenes en la plaza bebiendo y trapicheando. Necesitamos más vigilancia policial. No pude ser que con la crisis que hay perdamos clientes por culpa de unos pocos».

En los alrededores de la Plaza Mediterráneo, en la calle Amatista, también se encuentra la panadería confitería Cavite. Una de sus dependientas, Ana Iván, aseguró que la situación de inseguridad ha ido a más en el último año. «Cuando salimos a la calle, se meten con nosotras en plan despectivo. Muchas veces entran a la tienda a pedir algo, pero nos negamos a dárselo», dijo. En el local también trabaja Lola Vivas, que relató el robo que sufrió hace un año. «Entraron y nos amenazaron con una navaja. Yo, sin más, le di todo lo que había en la caja. Al poco tiempo se marcharon», indicó.

Camelia Zapata vive en la zona 43 años y asegura que nunca ha visto «tanta delincuencia como ahora». «Cuando baja el sol, en la plaza, menos niños hay de todo. Creemos que hasta venden drogas. La Policía debería hacer algo al respecto. Me niego a que mis nietos salgan a la calle a esas horas», dijo.

Denuncia de SPCT

Pero el presidente de la Asociación de Vecinos de la Urbanización Mediterráneo, Sebastián García, restó importancia a la situación; en su opinión son «situaciones aisladas», no muy diferentes «a las que pueden ocurrir en otros barrios de la ciudad». También dijo que la presencia de la Policía en la zona es continua.

Un portavoz de SPCT, Juan Luis Martínez, exigió en un comunicado que las administraciones públicas implicadas «se tomen en serio el grave problema de inseguridad que se está viviendo en la zona». Advirtió de que seguirá denunciando la situación «mientras sigan ocurriendo altercados periódicamente. Queremos poner de manifiesto que la inacción de la Delegación del Gobierno y del Ayuntamiento pueden ocasionar una desgracia en cualquier momento, y puesto que estos no son incidentes aislados, y los responsables de solucionarlo están avisados, tendrán que asumir su responsabilidad».

Para el concejal de Seguridad, Mariano García, «Cartagena es una ciudad totalmente segura», aunque, como en todo el municipio, «los vecinos piden más vigilancia». Además, calificó los dos últimos altercados como hechos aislados.

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